Basada en el best seller homónimo, "Yo soy Simon", responde a un típico coming of age actual. Pero falla a la hora de contradecirse en sus planteos. Cuenta la “leyenda”, que allá por 1943, cuando se estrenó el clásico argentino "Safó, Historia de una pasión"; en realidad, su director, Carlos Hugo Christensen, estaba queriendo encubrir la historia de una relación homosexual, imposible de ser llevada al cine en esos momentos.
Por suerte, los tiempos han cambiado, y hoy en día, el cine de temática LGBTIQ está más vigente que nunca, con propuestas de todo tipo que atraviesan los géneros y subgéneros más diversos.
(Casi que) no quedan tabúes por vencer en el séptimo arte respecto al amor o sexo entre personas del mismo sexo. "Yo soy Simón", de alguna forma, es deudora de esta apertura. Una película de un estudio grande, dispuesta a convertirse en un gran éxito, con un target de audiencia masiva como el joven, y con un personaje gay como protagonista central.
Todo sería para celebrar… hasta que la película comienza, y en segundos nada más, la voz en off de Simón (Nick Robinson), nos hace dudar de haber celebrado. Basada en el best seller "Simon vs. the Homo Sapiens Agenda" (traducido acá con el mismo título de la película) de Becky Albertalli, "Yo soy Simón" cuenta precisamente la historia de Simón, un adolescente común, como vos, como yo, como cualquiera… salvo que tiene un gran secreto, es gay. Pongamos el freno.
Esto es casi textualmente lo que nos dice el protagonista en off como primera frase, aún antes de verle siquiera la cara. Una persona común pero gay; repito, PERO gay. Básicamente de esto tratará toda la película.
¡Ay! Simón no se animó a contarles de su “condición” a su grupito de amigos del colegio compuesto por Leah (Katherine Langford, la suicida de "13 reason why"), Abby (Alexandra Shipp), y Nick (Jorge Lendeborg Jr.). Menos que menos, se animó a decirles a mamá psicóloga Emily (Jennifer Garner), papá apenas homofóbico Jack (Josh Duhamel), y la hermanita aprendiz de chef Nora (Talitha Bateman).
Todo iría más que bien, hasta que una serie de hechos comienzan a suceder, todos juntos. Primero, hay un blog escolar en el que los chicos divulgan chismes anónimos. Allí, aparece un chico, apodado Blue, que relata estar en la misma situación que Simón, es gay y no se anima a salir del closet. Hay un gay, hay otro gay; listo, tienen que enamorarse, aunque sólo se escriban y nunca profundicen demasiado.
La película no necesita más que saber que los dos son gays para enamorarlos. Hay otro chico gay en la escuela, pero como es más abierto y es afeminado, no sirve, no es amigo de Simón, es sólo decorado. Segundo, un compañero de Simón, Martin (Logan Miller) está enamorado de Abby, aunque esta no le presta mucha atención, porque Martín es muy nerd y porque Abby y Nick son los dos afroamericanos y entonces tienen que estar juntos.
Simón va a chatear con Blue a la biblioteca del colegio y se olvida Gmail abierto, Martin va después de Simón, se entera de todo y chantajea a Simón con que este haga cualquier cosa para que Abby se fije en él, sino todos sabrán el secreto de Simón.
Estos son los dos caminos por los que transita "Yo soy Simón", por un lado, el protagonista tratando de descubrir quién es Blue, y topándose con varios chicos que insinúan poder serlo del modo más ambiguamente gay posible. Por el otro, Simón tratando de tapar su sexualidad cumpliendo los deseos de Martin, aunque tenga que vulnerar a sus amigos.
Dirigida por Greg Berlanti, con más experiencia como un mecenas de la TV, que como director (cuenta en su haber con otro cliché en forma de largometraje llamado Bajo el mismo techo), "Yo soy Simón" es un film técnicamente prolijo.
De ritmo sostenido, con un tono liviano de comedia, personajes que intentan ser comic relief como el director, la profesora de musicales (convenientemente lesbiana), y Martin – tres personajes mucho más interesantes que Simón y que merecen su film aparte –, y un protagonista carismático.
No hay mucho que reprochar de "Yo soy Simón" como película en ese aspecto.
Pertenece a un grupo de films de una era post Nicholas Spark. Aquella que adapta best Sellers juveniles de tono romántico y coming of age, como "Bajo una misma estrella", "Ciudad de papel", "Todo Todo", o "Yo antes de ti".
También hay mucho de la serie "Glee" (incluido un musical sacado de la galera y muy ofensivo) o "13 reasons why" -más allá de la Leah y otro actor más –. Hasta podríamos decir que es mejor que aquellas al no apostar a golpes bajos ni un tono pretendidamente dramático, melancólico, edulcorado. El asunto es el mensaje que deja a la generación a la que va dirigida. El colegio es burdamente variopinto a lo United Color of Benetton (incluído los colores que usan).
No hay clase humilde, ni gente “fea”; el protagonista no solo maneja su auto para ir al colegio, es una van familiar. Todos tienen buenas intenciones, aun los que cometen actos errados, como Martín. Permanentemente se baja sentencia sobre lo que está bien o está mal, y hasta es capaz de juzgar abiertamente a Martin (por favor, rescaten a ese personaje y denle una mejor película para él, lo amamos) por cómo se viste y por sus gustos nerd vintage.
En este punto, las películas de John Hughes recaían en los mismo; pero pasaron más de treinta años. Las escenas están plagadas de clichés, y hasta llegan a decirnos con beneplácito cómo debe vestirse y actuar un gay; o acepta con gracia los chistes homofóbicos de Jack por el sólo hecho de que no sabe que su hijo es gay. Para una película que promulga el ser aceptado por como uno es, se ve con bastante soltura el no aceptarse.
Nick Robinson le aporta frescura a Simón, pero el personaje es sólo definido por ser gay. Nos dicen que es común, normal (¡Ayyyyyy!), pero que es especial, por ser gay (¡Noooooo!). Lo mismo sucede con el resto de los personajes, todos simpáticos y alegres, pero definidos por el puro cliché de guion y funcionalidad alrededor de Simón.
Por último, más anecdótico, el misterio alrededor de Blue, es bastante obvio, aunque lo disimulen.
Cuando "Secreto en la montaña" se presentó como EL film LGBTIQ en 2005, varios sentimos que en realidad se trataba de un film timorato, pacato, a la medida de un Hollywood que quería ser inclusivo, pero solo un poquito (lo que pasó en la ceremonia de los Oscars de esa temporada nos dio la razón). Yo soy Simon transita el mismo camino, es una carta de presentación masiva al ser aceptado… pero no se olviden que siguen siendo especiales, son comunes, pero con la marca rosa impregnada.