Yo soy Simón le suma un giro a la típica comedia de adolescencia suburbana: más que una comedia gay, una crónica sobre la salida del closet. Simon (Nick Robinson) tiene todo lo que un teenager puede querer: una familia tipo perfecta, un cuarto espectacular, un grupo de amigos y su primer auto. Pero tiene también su pequeño gran secreto. Tan bien guardado que no lo adivina nadie: su mejor amiga está enamorada de él y sus padres esperan que presente novia. Cuando un compañero postea un anónimo declarando su homosexualidad, Simon inicia, vía mail, su primera relación honesta... y privada. Con su buen elenco de jóvenes actores, y buen ritmo, la película narra ese juego de enredos en el que se va poniendo cada vez más en juego la posibilidad de cambiar secreto por asunción. Hay una mirada inteligente sobre las dinámica de los grupos, y las familias. Y, desde la voz en off, confesional, de Simon, hay varios momentos realmente divertidos, aunque el conflicto insista en resolverse -disolverse- entre pequeños estallidos de complacientes finales felices y pre digeridos.