Yo soy Tonya es mucho más que una simple biografía deportiva, esta producción de Margot Robbie además de brindar una gran película consigue redimir la figura de la patinadora sobre hielo Tonya Harding, quien durante más de dos décadas fue víctima de un ensañamiento desmedido en los medios sensacionalistas de prensa.
En el inconsciente colectivo de la cultura popular quedó la imagen que ella odiaba tanto a su principal competencia, Nancy Kerrigan, que la agredió físicamente para dejarla fuera de los Juegos Olímpicos de invierno de 1994.
De hecho, hay una escena de este film que juega con esa cuestión. Si bien es cierto que Kerrigan fue agredida, durante mucho tiempo sólo se escuchó su versión de los hechos, mientras que a Harding se la condenó como la peor escoria en la historia del deporte.
La realidad es que en cierta manera Tonya también fue víctima de ese incidente, debido a las compañías que integraban su círculo íntimo y eventualmente lo terminó pagando muy caro.
Una particularidad muy interesante de este film es que retrata en detalle los hechos detrás del famoso escándalo, pero también revela los orígenes oscuros de la patinadora, marcado por los abusos físicos que sufrió primero de su madre y luego de su esposo.
Si a esto se suma la discriminación que sufría en el circuito del patinaje artístico, donde la consideraban una redneck ordinaria, las actitudes rebeldes que solía manifestar terminan por tener una explicación.
El director Craig Guillespie, quien fue responsable de la remake de Noche de miedo, evitó narrar esta historia a través de la biografía convencional para construir un documental falso que se habría filmado en los años ´90.
La película presenta un retrato contundente de la idiosincrasia de esa sociedad sureña de los Estados Unidos que en el propio país se tiende a esconder debajo de una alfombra.
Guillespie inclusive logra generar momentos cómicos con situaciones incómodas, como la primera cita de la protagonista que brinda momentos fabulosos.
Dentro del reparto la labor de Margot Robbie en rol de Harding es impresionante por la humanidad y vulnerabilidad con la que compuso el personaje.
Tonya tenía todos los números del bingo para ser absolutamente desagradable y aunque no es una santa y cometió errores, es imposible no tenerle simpatía y comprender su ira por toda la basura que sufrió.
Allison Janney, quien no en vano se llevó un Oscar el domingo pasado como Mejor Actriz de Reparto, tiene momento brillantes en el rol de la abusiva madre de Harding y Sebastian Stan (Bucky Barnes en la franquicia Marvel) resulta muy convincente como el esposo de la deportista.
Yo soy Tonya es una gran película que sobresale por contar esta historia con mucha honestidad y no tiene reparos en retratar al personaje principal con sus miserias y virtudes.
Durante los créditos finales se puede ver las cosas increíbles que hacía Harding en la pista de hielo y resulta inevitable pensar en lo que pudo ser su carrera deportiva de haberse criado en un ambiente familiar más afectivo que estimulara su talento.
En resumen, una excelente película que a partir de esta semana se incorpora entre las mejores opciones de la cartelera.