“I, Tonya” resulta ser otra grata sorpresa dentro del terreno de las biopic. Generalmente, estas películas son vehículos para que solo se destaquen sus intérpretes y consigan nominaciones a los premios más importantes de la industria del cine. Estos films son conocidos vulgarmente como “Oscar Bait” que podría ser traducido literalmente como carnada para Oscar. Con el estreno de “Darkest Hour” vimos que esto no era tan preciso, porque la cinta presentaba ciertos aspectos narrativos, estéticos y técnicos destacables que dejaban el molde para ofrecernos algo más que propuestas que podrían ser obras de teatro con el agregado de la filmación.
Con “I, Tonya” pasa algo similar. Si bien los aspectos más destacables del largometraje podrían verse en las interpretaciones de Margot Robbie (“Suicide Squad”), Sebastian Stan (“Captain America”) y Allison Janney (“The Help”), quien seguramente se quede con el Oscar a Mejor Actriz de Reparto por la composición de la madre de Tonya Harding, la película toma diversas decisiones narrativas que ayudan a generar una obra con carácter, aspectos distintivos y un estilo propio.
El largometraje cuenta la historia de Tonya Harding, una patinadora artística que fue la primera estadounidense en completar, en 1991, un triple salto axel en competición. Más allá de su vida profesional, el film profundiza en el trasfondo social y familiar que rodeaba a la deportista olímpica en esa época. Su intimidad estuvo plagada de violencia doméstica por parte de su madre y luego de su esposo, y todo ese entorno terminó trasladándose al ámbito competitivo cuando se produce “el incidente” que acabó por concluir su vida como deportista profesional.
La película utiliza testimonios ficcionales, dotando al relato con un aire a documental apócrifo de carácter expositivo. Además, en diversos momentos los personajes interrumpen la escena para romper la cuarta pared y hablarle a cámara. Estos detalles, junto con un estupendo trabajo de cámara que incluye algunos mini planos secuencia y travellings realmente logrados durante las recreaciones de las coreografías sobre patín, hacen que la cinta se destaque y le agreguen una impronta que elevan al producto por sobre otras obras del mismo estilo.
El director, Craig Gillespie (“The Finest Hours”, “Lars and the Real Girl”), hace un excelente trabajo al construir una narrativa atractiva, interesante y lograda para contar la historia de esta mujer cuya existencia fue un arduo camino que la llevó desde la fama hasta el juzgamiento público. Una vida complicada que tuvo altibajos producto de las malas influencias familiares, las malas decisiones personales, la violencia, las manipulaciones y el periodismo que muchas veces realza a un personaje para después condenarlo al ostracismo.
“I, Tonya” representa un film bien construido, donde su antiheroína y su madre se destacan por sobre el resto del elenco gracias a un buen guion de base, una excelente narrativa y una buena dirección por parte de Gillespie. La película resulta ser una atractiva propuesta que llama nuestra atención mediante una estructura enredada pero efectiva, el estilo característico de comedia negra del realizador y un enfoque poco usual en este estilo de biopics mainstream.