Historia tan real como el dolor
La película está basada en la historia de Tanya Harding, una de las patinadoras más talentosas cuya carrera quedó arruinada luego de ser acusada de golpear a su contrincante en las rodillas durante los Juegos Olímpicos.
¿Qué sucede cuando el talento y el trabajo no son suficientes? Eso parece preguntarse “Yo soy Tonya”, filme protagonizado por Margot Robbie, que cuenta la vida de Tonya Harding, la patinadora más odiada de todos los tiempos. La película es una suerte de indulto para la deportista, acusada de haber planeado el golpe que rompió la rodilla de su adversaria.
En la historia real en la que está basada la película, Tonya siempre alegó ser inocente, pero el juez a cargo de su caso, y la opinión pública, pensaron todo lo contrario. El largometraje narra la historia de la patinadora desde sus cuatro años, cuando su madre (Allison Janney, ganadora del Oscar como actriz de reparto por esta actuación) decide llevarla con una profesora de patinaje, por las visibles cualidades de la pequeña.
Desde ese momento, veremos su exigencia para patinar y su horrible infancia y adolescencia, con una madre que quería verla triunfar y no le preocupaba lastimar a su hija en el camino al éxito. Tanto sufrimiento, se fundió en un temperamento fuerte dentro de Tonya, por lo que no temía enfrentarse a los jueces cuando recibía una mala puntuación en las competencias.
“No se trata solo de lo buena que seas, no representas a la familia de Estados Unidos”, le dijo una vez un jurado. La respuesta, para ella, era obvia. Tonya no podría representar eso bello que el patinaje artístico quiere, porque nunca lo había tenido. Por ello es que la función del filme parece ser “absolver” de culpa y cargo de todo lo que pudo haber hecho.
La pobre niña golpeada por su madre y por la vida, que no tuvo la suerte de otras y tenía que coser su propio vestuario de competición, se casó con un tipo, también abusador, que aún con sus pocas luces habría planeado el golpe. En ese mundo, en esa narración tan detallada, se escondería la verdad de todo lo sucedido. Más allá de lo descriptivo, el relato, estructurado como un falso documental en el que además de las escenas vemos “entrevistas” a los personajes.
Y todo apunta al episodio por el que Tonya se convirtió en villana. Dramática pero cómica, exacerbada pero increíblemente real, “Yo soy Tonya” varía entre los extremos para sorprender, y al mismo tiempo logran destacarse las actuaciones de Robbie y Janney -justamente premiada-, por lo que termina siendo una película para adorar a las actrices.