‘I, Tonya’ (Yo soy Tonya) aborda uno de los mayores escándalos en la historia del deporte estadounidense. Tonya Harding (Margot Robbie) era una de las patinadoras más prometedoras de Estados Unidos, pero su rivalidad con su compatriota Nancy Kerrigan (Caitlin Carver) amenazaba sus posibilidades de cara a los Juegos Olímpicos de Lillehammer. Poco antes del inicio de la competición, Kerrigan es agredida y la sombra de la sospecha cae sobre el entorno de Tonya, desde su ex marido Jeff Gillooly (Sebastian Stan) hasta su guardaespaldas, Shawn Eckhardt (Paul Walter Hauser)
Desde que Margot Robbie aparece por primera vez en pantalla, nos deja claro que Yo soy Tonya es una película cruda y sin filtro. Caracterizada como Harding en la actualidad, en una cocina maltrecha, con campera de jean y prendiendo un cigarrillo, mira con impaciencia a la cámara. Todos los personajes involucrados en la vida de Harding muestran esa misma crudeza y desenfado.
Con actuaciones destacables de todo el elenco, incluyendo a la Allison Janney como LaVona Harding, papel que le valió el galardón a mejor actriz de reparto en los Oscars 2018, la película cuenta la historia de Tonya desde que comienza a patinar, con sólo 4 años, hasta el juicio que le costó su carrera profesional como patinadora artística con una crudeza y un humor oscuro que le sienta muy bien tanto a Robbie como a Sebastian Stan.
La película en ningún momento se siente forzada ni aburrida. A pesar de ser una comedia, hay momentos muy fuertes que a más de uno le van a tocar un nervio. Sin embargo, no son momentos de violencia gratuita, sino que hacen al relato y muestran no sólo el carácter, sino la resolución y fortaleza mental de Harding ante las adversidades.
En general, es una película muy bien lograda; con un reparto talentoso, un guión interesante y una dirección impecable, Yo soy Tonya es sin duda una película que merece ser vista