Yo soy Toya es una muy interesante biopic sobre una figura tal vez poco conocida por los argentinos pero que en Estados Unidos fue muy popular en la década del 90.
La película tiene dos grandes méritos. Por un lado, pese a repetir la fórmula del falso documental a través de testimonios tipo entrevistas, no decae en su narrativa y todo fluye a pesar de esa estructura.
Y por otro, el sólido elenco. Tal es así que Allison Janney se llevó el Oscar a Mejor Actriz de Reparto por su interpretación de la madre de Tonya. Y aunque no haya ganado el premio (pero si su nominación a Mejor Actriz), el trabajo de Margot Robbie es para aplaudir de pie.
Ella es hermosa, y ya de por sí transformarla en alguien no atractivo solo con algo de maquillaje y alguna que otra prótesis, habla excelente de su composición actoral en cuanto lo físico y postural.
Y luego está su desempeño actoral. Se adueñó del personaje, y lo vemos bien marcado en gestos y forma de hablar pero por sobretodo en su entrega total.
Y volviendo a Allison Janney, el odio y magnetismo que trasmite esa mujer es impresionante, cada plano en el cual aparece no tiene desperdicio alguno y la dupla que hace con Robbie es fenomenal.
Otro que está un tanto irreconocible, más si tomamos de referencia su rol de Bucky Barnes en el universo Marvel, es Sebastian Stan.
Aquí hace del marido abusivo y golpeador de Tonya, y realmente llegás a odiarlo. Saliendo de lo actoral, la puesta en escena por parte del director Craig Gilespie está bien pero no hay absolutamente nada para destacar más que lo escrito unas líneas más arriba. De hecho, en algunas escenas de patinaje se nota la cara de Margot Robbie agregada en el cuarpo de una patinadora.
En síntesis, Yo soy Tonya es una muy entretenida película que pasa rápido y que cuenta con poderosas actuaciones.