Están todos locos.
Los personajes protagónicos de Yo soy Tonya son, básicamente dos. Tonya y su madre, LaVona. Pero también tienen su peso su esposo, Jeff, y en el devenir de la trama, un amigo, Shawn.
Los cuatro, cada uno a su manera, están dementes. Enajenados.
Yo soy Tonya se basa en hechos reales, en la vida de Tonya Harding, patinadora artística sobre hielo que llegó a ser campeona de su país, y a competir en las Olimpíadas de Invierno representado a los Estados Unidos. Pero la fama no llegó ni se la ganó por esos logros, sino por ser acusada de hacerle sufrir un accidente a una competidora.
Tonya, ya de pequeñita, tenía mal genio. En verdad, lo que tiene desde chiquita es una madre acosadora, terca, terrible, que la abusa psicológica y físicamente. Es imposible no entender sus actitudes sin conocer a LaVona Golden -Allison Janney, ganadora del Oscar a la mejor actriz de reparto, justo en un año en el que el maltrato y abuso a las mujeres está en la picota-, un ser despreciable desde cualquier punto de vista que se lo mire.
El australiano Craig Gillespie (la excepcional Lars y la chica real) estructuró esta suerte de biopic comenzando con un estilo de falso documental -entrevistas a los personajes, rompiendo la famosa cuarta pared teatral, ya que hablan a la cámara/espectadores- y luego siguiendo a Tonya desde su infancia hasta dos décadas después del incidente. Que ocurrió en 1994, cuando otro atleta dio mucho que hablar por motivos extradeportivos: O.J. Simpson.
Si se dice que muchas mujeres buscan en su pareja alguien semejante a su padre, decididamente Tonya encontró a un hombre parecido a su madre. Si venía de un hogar disfuncional, lo que reafirma con Jeff (el rumano Sebastian Stan) es el abuso, el maltrato. Tonya le preguntará a su madre si ella alguna vez la amó. Y esperen a ver la reacción de LaVona.
Yo soy Tonya es todo, o cualquier cosa, menos sutil. Gillespie es bien, pero bien gráfico. Los enfrentamientos familiares o fuera del seno de esos núcleos disfuncionales son violentos, por momentos grotescos. Tonya es una cloaca abriendo la boca, pero proviniendo de donde proviene, es completamente comprensible. Le importa nada el qué dirán, y, como Lady Bird en el filme homónimo, se (auto)construye una identidad ante la adversidad.
La también australiana Margot Robbie está estupenda en su papel. La actriz que fue la pareja de DiCaprio en El lobo de Wall Street y que vino a rodar Focus a nuestro país, es un huracán. Y Allison Janney, cada vez que aparece, se roba la atención. Nos tenía (mal) acostumbrados a roles secundarios, como en La joven vida de Juno, pero la intérprete de las series Mom y The West Wing tuvo al fin el reconocimiento que tantos trabajos de soporte merecían.