Nati (Martina Krasinsky) es una adolescente de 17 años que vive en un barrio marginal. Sus padres (Leticia Brédice y Daniel Loisi) no se llevan precisamente bien y encima están acuciados por las deudas. La protagonista encuentra en su hermano Seba (Sebastián Chavez) algo de ayuda, apoyo y comprensión, pero el contexto socioeconómico es desolador y luce particularmente sórdido para una chica rebelde e impulsiva como ella. La tentación de sumarse a una banda liderada por el “pesado” Yuca (Daniel Aráoz) está siempre latente, ya que puede ser una forma de conseguir un respido económico, pero también resulta un riesgo muy difícil de manejar.
Entre el drama familiar, la pintura social de los sectores más humildes, el thriller psicológico, el western urbano y ciertos códigos del policial, este nuevo film de Edgardo González Amer es un relato de abusos y venganza, pero el guionista y director elude la moraleja redentoria y las exortaciones al empoderamiento femenino tan en boga en estos tiempos para construir, en definitiva, una narración seca y por momentos incómoda.
El protagónico de Krasinsky es lo mejor de un elenco que combina intérpretes profesionales y otros sin experiencia previa para una historia no demasiado sorprendente y en ciertos pasajes incluso bastante obvia y subrayada, aunque construida con indudable pericia técnica y un sólido acabado formal. Un film que no irrita, pero al que un poco más de riesgo y audacia le hubiesen venido bien dentro de esta exploración de una familia de clase media-baja que se ve inmersa en el submundo criminal.