Visiones realistas o casa embrujada
Relato simple y líneal, con un trasfondo paranormal, plantea dudas y dramas humanos.
Era de esperar que entre los 13 estrenos de esta semana el cine de terror tuviera al menos un representante. No es la gran obra, pero Yo vi al diablo, la película de Kevin Greutert (editor de El juego del miedo) está un escalón por encima de la malaria creativa y realizativa que acecha al género últimamente.
Primero, una apreciación sobre el título. ¿No era mejor traducir “Visions” que mentar al diablo? ¿Acá, si no está Mefisto el cine de terror no vende? Conclusiones al margen, la historia que nos trae Greutert desarrolla un argumento simple, con varios de los lugares comunes del género, pero aún así alcanza buenos momentos y hasta emplea la inteligencia para resolver algunas escenas.
Hace un año Eveleigh protagonizó un accidente con víctimas fatales, y sufre un estrés postraumático que le provoca pesadillas. Espera un hijo con David, que la lleva a vivir a un viejo viñedo, una casa en medio de la nada que se vuelve un actor principal. Allí comienzan sus aterradoras alucinaciones, que sólo ella ve.
La preocupación y desconfianza de su marido son el punto de vista que propone la película, alternando con el de la propia Evy en un thriller que cruza una tibia investigación, sucesos paranormales y realidades trágicas. En el que el espectador, juez del éxito del filme, también debe elegir qué creer. Y en estos coqueteos con sucesos sobrenaturales, creer o no puede ser una pregunta tan superficial como necesaria. Aquí, al menos, hay una historia detrás.