Yo vi esta película y me aburrí
Existe un pequeño universo de películas de género baratas y de factura televisiva hechas para engrosar los catálogos del cable y los servicios de streaming, es decir, el mercado hogareño que antes monopolizaban el VHS y el DVD. Por alguna razón, algunas de ellas llegan a estrenarse en los cines argentinos como es el caso de Yo vi al Diablo.
Esta película dirigida por Kevin Greutert está hecha al estilo de Roger Corman, es decir, minimizando los costos y exprimiendo al máximo los elementos disponibles. De hecho, el film es, en un 70 %, Isla Fisher, una casa y una máquina de humo. A la manera de Desde la oscuridad (Lluís Quílez, 2014) con Julia Stiles, o El apocalipsis (Vic Armstrong, 2014) con Nicolas Cage (estrenos relativamente recientes similares en factura y calidad artística), Yo vi al Diablo basa sus expectativas en el elenco conseguido, en este caso la mencionada Fisher, además de otros actores de éxito televisivo como Jim Parsons (The Big Bang Theory) o Gillian Jacobs (Community, Love). Quizás nos estemos demorando demasiado en estas explicaciones, lo que debemos decir es que Yo vi al Diablo es mala.
Más allá del título argentino incomprensible (nadie ve ningún Diablo literalmente, ni nada que se le parezca), la película es una especie de récord en cuanto guión desastroso: los personajes hacen cosas con cierta lógica interna pero los guionistas parecen malentender las leyes de la causalidad. Es innegable que tiene de todo: una protagonista con problemas psiquiátricos, terror sobrenatural, un par de villanos desquiciados, latinos que son albañiles, trabajadores, o infradotados cristianos supersticiosos, además de un giro final que resignifica toda la historia logrando empeorar el malogrado guión. Nuestro deber es rescatar el final, que es lo mejor de todo el film: ver cómo todo el equipo responsable de la realización se esfuerza en atar todos los cabos sueltos es tierno y hasta divertido.
La puesta en escena no ayuda demasiado, casi toda la película transcurre en una casa en forma de L que no tiene divisiones internas ni variaciones de luz, por lo cual los personajes se mueven de manera extraña, ya que generalmente ven toda la casa con lo cual es difícil generar algún suspenso o expectativa. Además los protagonistas viven en una montaña que, al parecer, por la noche se convierte en un pantano porque aparece una niebla húmeda bastante conveniente a la hora de ocultar fantasmas y premoniciones de pesadilla.
Deberíamos detenernos en la pésima dirección de actores, que lucen todos como principiantes sin serlo; o también podríamos acusar a Greutert de no entender el género, pero ya hizo al menos tres películas de terror (El juego del miedo 6 y 7, y Jesabelle) que sin ser buenas son infinitamente superiores a Yo vi al Diablo, o al menos no fallan en aspectos técnicos básicos.
Alguno podrá pensar que estamos ante una parodia y que quien escribe no la entendió. Es imposible negarlo del todo, pero podemos asegurar que Yo vi al Diablo no tiene una pizca de autoconciencia, y que mas allá de cierto encanto serie B, aburre y de eso no hay quien la salve.