Juntas para siempre
Un director japonés y otro francés se unen para este notable retrato de la amistad entre dos niñas.
Hay algo del universo de la infancia y de la amistad entre chicos, de la manera en la que se observa y se comprende el mundo a esa edad, que es muy difícil de capturar en cine. Es usual caer en la ñoñería, en el realismo mágico o en imponer un punto de vista adulto a esa mirada. Si bien ese punto de vista está en el filme (los directores dejaron de ser chicos hace mucho), ambos han logrado captar en Yuki & Nina algo que bien puede llamarse un realismo enrarecido infantil.
Si bien el filme tomará, en algún momento, una senda que podríamos llamar de “realismo mágico” lo hará de una manera tan discreta y poética (más cercano al mundo de Naomi Kawase que a los momentos surrealistas de la literatura de Haruki Murakami, digamos) que jamás traicionará su esencia: la de contar la historia de dos niñas, una amistad, dos universos que se unen y separan.
Yuki es hija de una mujer japonesa y un francés. Viven en París y, como se está separando, su madre planea volver a vivir a Tokyo con ella. La pequeña no quiere saber nada con nada: no entiende los motivos de la separación y no quiere ir a Japón, en especial porque implicaría separarse de su amiga Nina, una chica francesa con la que comparte casi todo su tiempo.
Ambas intentan por sus medios evitar la doble separación, al punto de escribir una carta a los padres de Yuki (a nombre de “El hada del amor”) pidiendo que no se divorcien, carta que la madre de Yuki lee delante de la niña en una de las escenas más emotivas (por su simpleza y falta de subrayado, sólo un plano largo y fijo entre madre e hija) que dio el cine en años.
En la conjunción entre un maestro del cine japonés como Nobuhiro Suwa ( H Story, Una pareja perfecta ) y un actor/director como Hyppolite Girardot, se produce casi el combo ideal, si se quiere, entre una sensibilidad oriental y una francesa para producir un filme.
Yuki & Nina propone un naturalismo en el que la difícil situación familiar es tratada con distancia y respeto por las emociones de los participantes. Y, a su vez, la presencia de un bosque -espacio para la exploración-, abre la puerta a un costado más lúdico y misterioso.
Esos mundos, si bien pueden parecer opuestos entre sí, se combinan maravillosamente bien en el filme, más que nada porque el punto de vista es siempre de las niñas y ese bosque que las rodea termina sirviendo (casi a la manera de Donde viven los monstruos , de Spike Jonze, joyita editada directo en DVD) como un espacio donde poner en juego esos deseos y miedos propios de las chicas.
Uno podría decir que, como filme sobre la infancia, Yuki & Nina está a mitad de camino entre La pivellina y el citado filme de Jonze. Pero, a la vez, es otra cosa. Es una película sobre la amistad entre chicos capturada con una delicadeza y una verdad que pocas veces el cine logra transmitir.