Cuando los chicos hacen todo lo posible para que sus padres no se separen podría ser el nudo de esta producción, pero hay algo más a medida que pasan los minutos y la proyección nos interna en una deliciosa historia que termina sucumbiendo sobre los últimos 30 minutos.
Yuki es una niña de 9 años, quien se entera que sus padres se van a separar. Su padre es francés, su madre japonesa. Ambos han resuelto que Yuki se vaya a vivir con su madre a Japón. Yuki va a hacer lo imposible por llamar la atención y quedarse con su padre y Nina, su alma gemela. Juntas harán lo posible e imposible para llamar la atención a fin de logar que sus progenitores no se separen. Pero un bosque y un par de actitudes terminarán por desencadenar un final que se va desinflando hasta llegar a una resolución poco convincente.
Se trata de una historia dramática, narrada con ternura, desarrollada dentro de una sostenida atmósfera tensa, a la vez cálida, profundamente humana, en su tratamiento desde el guión hasta la realización. Técnicamente denota buen nivel, y el plantel interpretativo aporta trabajos muy equilibrados, destacándose las actuaciones de las dos niñas que asumen la responsabilidad de animar a las protagonistas, Noë Sampy (Yuki) y Arielle Moutel (Nina), por la credibilidad que transmiten por la espontaneidad que lograron merced al trabajo de muy buena dirección de los integrantes del elenco.