Zambezia representa todo lo que la productora sudafricana Triggerfish siempre soñó. Desde su creación en 1996 han estado detrás de múltiples comerciales nativos y desde 2006 han virado su atención hacia la animación infantil. El largometraje significa años de dedicación y pulido de su arte, y su pasión finalmente se ve plasmada en esta aventura colorida apuntada a los más pequeños en una amigable historia de inclusión y pertenencia familiar.
Creo que ni Madagascar desde su título más que exótico pudo asir con firmeza el ideal autóctono y folclórico que logra Zambezia a partir de su más que acotado presupuesto. El director Wayne Thornley y toda la gente de la productora sabían lo que estaban haciendo, ya que es su carta de presentación al mundo animado, y han cumplido soberbiamente su cometido al presentar personajes arquetípicos de los films infantiles y dotarlos de pequeños tics naturales que le dan sabor a la trama. Desde ya que no están al nivel exploratorio de los grandes guiones de Pixar, por ejemplo, y su fábula moral apenas escarba la superficie para que los niños aprendan la lección que los guionistas quisieron perpetrar.
Es una lástima que de seguro todas las copias del film lleguen al país dobladas, porque las voces originales cuentan con los grandes nombres de Leonard Nimoy y Samuel L. Jackson acompañando a Jeff Goldblum y Abigail Breslin, quienes realmente se destacan y son fácilmente identificables.
De principio a fin, Zambezia da cuenta de su escasa originalidad, pero dura lo justo y suficiente para no abrumar y aburrir. Su armonía atrapa, la belleza de las imágenes cautiva y la frescura africana es un pequeño respiro de aire fresco ante tanta animación costosa que poco retribuye. Veremos qué tal les va a los chicos de Triggerfish en su próxima Khumba.