Zanahoria

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

Lo que hay que saber de la represión

La uruguaya Zanahoria es un thriller que intenta capturar y exponer un par de momentos trascendentes de la historia reciente del país vecino. Mientras vemos desfilar en unas cuantas repetitivas secuencias a los periodistas Jorge (Martin Rodríguez) y Alfredo (Abel Tripaldi), y a su extraño informante Walter (César Troncoso), veremos intercalados torpemente bloques de información sobre el pasado y el presente político de Uruguay con un tono dogmático de secundaria que molesta y no le agrega nada a la historia.

Está claro que el director Enrique Buchichio intenta desarrollar con Zanahoria una película de suspenso que además diga alguna cosa sobre la dictadura, algo así como Crónica de una fuga (2005), de Adrián Israel Caetano. Por supuesto, se encuentra con una cantidad de dificultades que resuelve lamentablemente con torpeza. Buchichio no recurre nunca a la reconstrucción de algún hecho histórico, o a la acción como lenguaje y motor, o al liso y llano material de archivo, sino que confía en la palabra de sus protagonistas y en un intrusivo televisor que aparece sólo para anunciar cómo van las elecciones donde de seguro ganará el Frente Amplio de Tabaré Vázquez. Entonces nos encontramos con un montón de lugares comunes ubicados entre largos y antinaturales diálogos, para enterarnos de lo hijos de puta que son los torturadores, lo revolucionario que es que gane la izquierda democrática, y la necesidad del juicio y castigo a los represores para reconstruir la memoria. Frases que de este lado de la vida conocemos bien, y que de mi parte considero válidas, pero que metidas a presión en una película como Zanahoria no sólo no le agregan nada a la historia que se pretende contar, sino que además suena a consigna desgastada de esas que ya no implican reflexión sino que sólo están allí por la constante repetición en el tiempo.

Hablábamos de lo antinatural de los diálogos, y podemos agregar la teatralidad de las actuaciones (algunas tambaleantes como la de Rodríguez), y también el tono impostado general, y por supuesto el contenido político. Zanahoria es un film anacrónico, como si alguien hubiera filmado La historia oficial pero en 2014.

Hay algo que se salva en Zanahoria y es que contiene un misterio lo suficientemente importante como para mantenernos en vilo. Despertar ese interés a pesar de las fallas es un merito mínimo pero no suficiente, aunque alcanza para justificar el titulo.