Un correcto policial de asunto tenebroso
Desde la antigüedad existe, según la fábula, el método de hacer caminar al burro poniéndole una zanahoria frente a sus narices. Pero que no la alcance, así sigue caminando. Y aunque el método sea viejo, y aunque parezca mentira, hay unos cuantos burros que todavía caen en la trampa. Este thriller uruguayo habla de un caso así, provocado por el interés de conocer otro caso aún mayor. Ambos fueron reales. No así sus respectivas zanahorias, dicen algunos (pero no todos).
La acción transcurre durante la campaña electoral del 2004 en Montevideo, cuando ya se barrunta el triunfo del Frente Amplio. Alguien llama a una revista de izquierda, dice ser militar retirado, y ofrece un paquete de revelaciones con nombres y apellidos, fotos y planos de enterramientos clandestinos. Los contactos se hacen en la oscuridad de la noche, con grandes precauciones por parte del informante.
El asunto es cómo entregar esos documentos. Mientras se resuelve el detalle, esa persona suelta nuevos ofrecimientos. Crece la expectativa, la atracción periodística, pero también las sospechas. ¿Por qué este hombre quiere dar a conocer ahora tantos datos? ¿Qué hay detrás de él? ¿Quiénes, y con qué intención? ¿Y si no es quien dice ser? ¿Será un mitómano, o un vivillo? Pero, ¿si aunque sea una parte de lo que dice fuera cierto?
Con el siempre excelente César Troncoso, que sabe darle intriga y carnadura a su personaje de tipo poco confiable pero quizá querible, ya que no respetable, el thriller se ve afectado por cierto esquematismo y beneficiado con recursos propios del género, que van tensando la situación. Por ejemplo, la presencia de una esposa embarazada y quizás entrometida, o los inquietantes segundos de demora antes de meter la llave en el auto, esas cosas. Se beneficia también con una vuelta de tuerca en el desenlace, que sugiere el fondo de verdad que puede haber en cada historia, y el daño que a veces pueden hacer los periodistas cuando se creen vivos y ofendidos.
La obra se basa en una experiencia vivida aquel 2004 por Jorge Lauro y Alfredo García, reporteros del semanario "Voces". Y la Operación Zanahoria que allí se menciona, fue algo que saltó a partir de 1996 y todavía no está claro. Quienes creen en ella entienden que en cierto momento los militares uruguayos exhumaron muchos cuerpos de desaparecidos y los "plantaron" en otros lugares, en forma vertical, de ahí el nombre de la Operación. O que los dispersaron. Todo eso es una zanahoria falsa, puesta en su momento para distraer y agotar a los burros, sospecha el Giaf, Grupo de Investigación en Antropología Forense del Uruguay, creado en 2005. Pero ese asunto ya da para otra película, más bien documental y de final todavía abierto.