Postales reconocibles de la vida de unos eternos marginados
El director Petr Václav pinta con precisión la lucha cotidiana de una joven madre gitana fuera y dentro del seno familiar.
La trama de esta película bien podría aplicarse en muchas partes del mundo, incluso entre nosotros. Una madre joven, de carácter fuerte, lindas facciones y mirada firme, desocupada, lucha diariamente contra las malas mañas del marido, que siempre se hace la víctima ofendida, y contra la haraganería y necedad de la hermana. Eso, dentro del abigarrado departamentito en que viven. Porque afuera también lucha contra la mala voluntad de las empleadas públicas, el desprecio y hasta el odio de la gente común, las tentaciones de caer en algún delito "justificado", los reclamos del prestamista mafioso, la desconfianza de los empleadores, en fin.
Y luego, la madrastra aprovechativa, el cuñado egoísta y vago, el padre borracho y versero. Pero afectuoso. Alguna gente tiene su parte buena. Algunos días brilla el sol y, si una se pone firme, hasta consigue que el marido vaya a trabajar. Ella misma se encarga. Es difícil, pero es la única puerta de salida, como dice el título original. La acción transcurre en la zona menos turística de Praga. Ella y su familia son romaníes, vulgo gitanos. Petr Václav los pinta con lo bueno y lo malo que tienen, y de igual modo pinta al resto. Gente que ofrece una oportunidad laboral a los menos favorecidos, buenas compañeras de trabajo, jefes prepotentes, xenófobos que van en manada a insultar a las familias gitanas. Hay de todo.
El hombre viene del cine documental, sabe componer dramas bien creíbles, como éste, y sabe dirigir. Aunque no lo parezca, acá no hay ningún actor. Es toda gente auténtica, incluso Klaudia Dudová, la protagonista, que apareció así por primera vez en pantalla, y sin quererlo arrasó con todos los premios (y ahora si, ya trabaja de actriz semiprofesional). Digna película.