Diez años después del estreno de la primera, llega la secuela de los asesinos de zombies. Con el mismo tono de comedia gore, y el mismo grupo central. Tallahasee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y la joven Little Rock (Abigail Breslin). Los que siguen su camino, a través de la geografía de los Estados Unidos, matando zombies y guiándose por reglas de oro, que aparecen impresas en la pantalla, acerca de qué hacer y qué no debe hacerse nunca. Las cosas se complican cuando las mujeres deciden tomar otro camino. Y, luego, cuando la más joven conoce a un muchacho hippie y se va con él. Instalados en la Casa Blanca (!), irán a buscar a la pequeña hacia la comunidad hippie en la que no hay armas, una pésima idea en un mundo invadido por muertos vivientes. En el medio, habrá un paseo por Graceland, el palacio de Elvis, del que Tallahasee es fanático, y un encuentro con una mujer que guarda su memorabilia (Rosario Dawson). También, un subplot tan interesante como inquietante: una especie de zombies nuevos, más agresivos y veloces, a enfrentar. Mientras se suman algunos personajes simpáticos que suman a lo que conocemos y encontramos de nuevo en esta secuela: simpatía, gracia, sangre y gore. Todo en tono de comedia, por momentos muy divertida.