¿Cuántas películas más resistirá el subgénero “zombie” y una trama que incluye catástrofe posapocalíptica, virus fulminante y zombificante y un grupo heterogéneo de personajes unidos por la necesidad de sobrevivir? Esa es la primera pregunta que surge con “Zombieland 2”, una secuela que opaca el buen desempeño de la primera parte.
Woody Harrelson y Emma Stone, como los aguerridos líderes del grupo salvan como pueden con sus buenas actuaciones las debilidades de un guión previsible, sin gracia y chistes flojos. La máxima ironía de los abundantes diálogos es la mención que hace Rosario Dawson sobre que Bill Murray es un zombie. El actor, que tiene una breve participación, vuelve a hacer de sí mismo y ratifica el chiste de Dawson con su habitual gesto impasible, muy similar a los que usó en “Perdidos en Tokio” o “Los Tenenbaum”.
Abigail Breslin acompaña con esfuerzo su breve participación como adolescente rebelde y Jesse Eisenberg se hunde en la verborragia en el rol que completa la extraña pareja que forma con Harrelson.
El filme es una sucesión de escenas repetidas en infinidad de películas con la misma temática. En este caso es una irreconocible Washington invadida por la maleza y la plaga zombie, con la única novedad de que ahora existe una generación de monstruos más letales y resistentes a los balazos.