La secuela de Zombieland hace honor a la película original y por momentos hasta es mejor.
La gran actuación de Woody Harrelson y el hecho de abrazar su naturaleza hacen que este film sea un disfrute absoluto de principio a fin.
Diez años después de que Ruben Fleischer y su equipo de guionistas le hayan brindado al mundo una película que se transformó inmediatamente en cinta de culto, Zombieland de ese lejano 2009, el mismo equipo -con elenco incluido- regresa a la gran pantalla para aprovechar el momento de la industria y las ganas de sus propios protagonistas de querer seguir indagando en este mundo repleto de zombies y situaciones hilarantes por doquier.
Una década ha pasado desde que vimos por última vez a la disfuncional familia conformada por Tallahassee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin). Ahora ya más afianzados en cuanto a sus conocimientos con respecto a los zombies, que también han evolucionado peligrosamente, y con Columbus y Wichita establecidos como pareja pero donde predomina la rutina y la monotonía.
Si bien se podía esperar que esta secuela fuera a estirar el producto innecesariamente, para fortuna de los fanáticos Zombieland 2: Double Tap está al nivel de la película original y en muchos aspectos incluso está por encima de aquella cinta. Como bien se mencionó antes, el director y los guionistas (Rhett Reese y Paul Wernick, más la nueva inclusión de Dave Callaham) regresan a diagramar esta historia y la sacan a flote de principio a fin haciendo hincapié principalmente en abrazar la esencia de aquella primera película y fortalecer los aspectos más débiles que tuvo el film de 2009. Para empezar el nivel de humor que se maneja en ésta oportunidad es mucho más recurrente, más físico y si bien maneja la ironía muy bien, es menos irónica que aquella primera vez. La trama que atraviesa a los personajes en esta oportunidad tiene mucho más peso que antes y este hace que las situaciones cómicas y de aventura no parezcan sketches individuales.
La utilización de efectos prácticos y efectos especiales para generar un detallismo extremo en los zombies vuelve a destacarse pero en donde realmente se nota una vuelta de tuerca es en los momentos en donde se exprime a fondo el gore, un aspecto en donde no habían hondeado o experimentado lo suficiente previamente. Obviamente que el film no es perfecto ni mucho menos, incluso a pesar de garantizar el entretenimiento y de nunca ser aburrida, la trama parece estirada por lo menos diez minutos más de lo que sería un corte ideal. En esos momentos, la película parece divagar lo máximo posible sólo para sacar alguna carcajada más o alguna referencia a la cultura pop.
Uno de los aspectos claves que impulsó a la popularidad del film anterior fue su elenco. Por aquel momento los incipientes Eisenberg, Stone y Breslin supieron aprovechar al máximo sus minutos para luego consolidarse en la industria y hoy por hoy ser estrellas establecidas. Todos ellos vuelven a repetir muy buenas interpretaciones usando su simpatía, su seriedad, su ironía y sus miradas fulmines (siempre que son necesarias). Al contrario de ellos, Harrelson utilizó aquel film para lograr que su carrera, que no venía muy bien, vuelva a estar en los planes de la industria y así lo logró, después de un papel que le quedaba justo. Ahora Woody eleva su propia vara y se convierte en la estrella absoluta de este film abrazando por completo su personaje y llevando a “Tallahassee” a ser el mejor personaje por escándalo de esta película. A su vez, Zombieland 2 cuenta con muchos más personajes que la película anterior y todos ellos tienen muy buenos momentos, aunque pasajeros. La que más protagonismo tiene es Zoey Deutch que a pesar de funcionar la mayor cantidad de minutos como un comic relief bastante poco propio de esta época, termina teniendo un papel importante y se vuelve un personaje entrañable y simpático. Luke Wilson, Rosario Dawson y Avan Jogia, son otros actores que tienen participación y aprovechan sus minutos de la mejor manera.
Zombieland: Tiro de Gracia hace justicia a su título y a su antecesora, elevando el nivel de aquellos aspectos en donde flaqueaba y profundizando sus aciertos. Más divertida, más sangrienta y con una trama más sólida y llevadera, esta secuela es una continuación a la altura de la original.