Esta Navidad se van a cumplir 10 años de la muerte del oso polar del zoológico porteño a causa del calor y los cohetes. Ese hecho, sumado a un cambio mundial en la consciencia sobre el cuidado de los animales salvajes, marcó el punto final de la centenaria institución palermitana tal como funcionaba hasta ese momento. Tres años después, comenzó un largo proceso jurídico que culminó, en 2019, con la declaración de la orangutana Sandra como “persona no humana y ser sintiente”.
Utilizando ambos casos como disparadores, los directores Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi (los mismos de Castores: la invasión del fin del mundo y la muy recomendable El Crazy Che) proponen un documental que demuestra que la rigurosidad periodística puede ir de la mano de un humor cargado de absurdo, una suerte de costumbrismo retorcido que recuerda, en sus mejores momentos, al cine de Christopher Guest.
Nutrida de un cuantioso material de archivo y de una diversidad de fuentes con posiciones muchas veces opuestas –una bienvenida excepción a la corriente mayoritaria de documentales didácticos-, Zoofobia viaja en el tiempo para indagar en la historia de los zoológicos y sus modificaciones estructurales a raíz de los cambios socioculturales. Viaja también por Europa, pues recorre instituciones paradigmáticas vinculadas con la exhibición de animales. Una exhibición que dio paso al conservacionismo y la protección.
Y está, claro, el juicio por la orangutana, con testigos, funcionarios y especialistas dando sus diversos puntos de vista. Errores idiomáticos (hay un gag notable relacionado con la traducción en vivo del testimonio de un especialista extranjero), jueces amantes de animales y cuidadores y vecinos que tranquilamente podrían ser personajes de ficción completan el mosaico de voces de uno de los documentales argentinos más estimulantes del año.