Comedia modelo
Hace años que nadie sabe de Derek Zoolander. Alguna vez fue el modelo masculino más importante del mundo, pero hoy su nombre no significa absolutamente nada. Derek vive como un ermitaño, solo y auto-recluido de la sociedad, pagando el precio de una tragedia que lo tiene como principal protagonista. Pero cuando las estrellas pop más importantes del momento comienzan a ser asesinadas y dejan este mundo posando con la distintiva mirada del modelo, Zoolander deberá reinventarse y volver a las pasarelas de las que alguna vez supo ser el dueño. Y con la ayuda de Hansel, su antiguo rival, y Valentina, una modelo de trajes de baño devenida en agente de Interpol, deberán resolver el enigma detrás de estos crímenes antes de que sea demasiado tarde.
14 años tuvieron que pasar para que Zoolander por fin tuviera su merecida continuación. El camino no fue sencillo. De hecho, fue todo lo contrario. La comedia escrita, producida, protagonizada y dirigida por Ben Stiller llegó a los cines de Estados Unidos el 28 de Septiembre de 2001, tan solo unas pocas semanas después de los atentados del 11/9. Por aquellos días la gente no estaba de humor para disfrutar de las aventuras de un modelo masculino ridículamente hermoso, y la película se estrenó con total indiferencia por parte del público y la crítica, dejando los cines con más pena que gloria luego de unas pocas semanas en cartel. Uno pensaría que el resto del mundo respondería distinto al film, pero no fue así. Por ejemplo, en Argentina se estrenó los primeros días de Febrero del 2002 y el resultado no fue muy diferente al alcanzado en la taquilla norteamericana. Sin embargo, con el correr de los años Zoolander encontraría una nueva vida gracias a las visiones subsecuentes en cable y dvd, y no tardaría demasiado en convertirse en un clásico de culto con todas las letras. De esos con escenas memorables imposibles de olvidar y líneas de diálogo que podemos citar una y otra vez.
Durante años Stiller luchó para que Zoolander 2 se convierta en realidad, tomándole casi una década y media convencer a los estudios Paramount de que a pesar del pobre rendimiento en taquilla el público quería una continuación. Stiller no estaba equivocado. Desde su anuncio, con las llegadas de las primeras imágenes y noticias sobre el rodaje, los fanáticos enloquecieron compartiendo y opinando al respecto en las redes sociales. Pero algo falló en el camino. La poca confianza de Paramount para con la secuela se hizo evidente con una saturadora campaña publicitaria, y el hecho de esconder la película de los críticos definitivamente tampoco ayudó demasiado. El boca en boca ya estaba instalado incluso antes de su lanzamiento, y rápidamente la película fue catalogada como una de las mayores decepciones del año que apenas está comenzando. Pero la realidad es que Zoolander 2 no es nada de eso. No es una decepción, ni mucho menos el final de la nueva comedia norteamericana como algunos se apresuraron en vaticinar.
Al igual que su predecesora, Zoolander 2 es una película con la que no todos se enamorarán luego de una primera visión. De hecho estoy convencido de que con el tiempo y nuevas revisiones, podría alcanzar un estatus de culto cercano al de la primera parte. Todo lo que disfrutamos de la película original está multiplicado en la secuela. Desde la escala del propio film (el presupuesto es muy superior), pasando por los incontables cameos de famosos, hasta chistes y situaciones tan ridículas que parecieran pedirnos permiso para sacarnos una carcajada, o haciéndonos cuestionar si hacemos bien en reírnos o no. Zoolander 2 es una película tan ridículamente hermosa y consciente de ello que hasta los hechos que ponen en movimiento la trama se vuelven casi irrelevantes, e incluso llegando al final son desechados con una simple –aunque brillante- línea de diálogo.
Zoolander 2 obliga a Stiller a bajar y dar de nuevo. Algunos de los elementos que mejor funcionaron en la película del 2001 ya no pueden ser explotados aquí por razones obvias, como la rivalidad entre Derek y Hansel, sobre la cual se construían muchos de los mejores momentos de la cinta original. Si bien al química entre Wilson y Stiller sigue estando intacta, no logran explotarla al máximo como cuando sus personajes eran presentados como rivales. Los cameos de famosos son constantes y los chistes lanzados uno detrás de otro, algunos dan justo en el blanco y otros no, pero aparecen en tal cantidad que son suficientes los que funcionan. Eso si, el film requiere al espectador estar al tanto de la cultura pop actual si quieren poder disfrutar de la comedia a pleno.
Los personajes secundarios son una parte fundamente del mundo Zoolander. Will Ferrell regresa con su excéntrica interpretación de Jacobim Mugatu -uno de sus personajes mejor logrados- mientras que Penélope Cruz cumple su papel de femme fatale sin arriesgar demasiado. En lo personal me hubiera gustado ver más de Kristen Wiig, su rol pedía a gritos una mayor participación pero termina sintiéndose un poco desaprovechado. Pero quizás dentro del reparto secundario quienes terminan por salir mejor parados sean el comediante Kyle Mooney (Saturday Night Live) como el diseñador/hipster Don Atari, y el joven actor Cyrus Arnold, en un papel del que no hablaremos demasiado para reservar algunos detalles de la trama.
Conclusión
En definitiva, Zoolander 2 está lejos de ser el desastre que algunos aseguran. No es la comedia perfecta, pero hace mérito suficiente para ganarse el respeto de quienes disfrutaron de la primera parte. Pero seamos sinceros, ¿cuantos de los que salieron del cine en aquel febrero del 2002 podían asegurar que acaban de ver un clásico? Juzgando por los números, fueron muy pocos. El legado de Zoolander creció con las revisiones y adquirió un estatus de culto que no muchos imaginaban, y es muy probable que lo mismo pase con esta secuela.