Para reírse, de lo mejor
Parodia del mundo de la moda y autoparodia de las estrellas, tiene diversión. Consejo: no intelectualizar.
Ben Stiller tardó quince años en retomar el título de Zoolander y darle una nueva oportunidad, pero la espera valió la pena.
La película que dirige, coescribe, coprotagoniza y coproduce llega en su segunda entrega en ese punto en que logró el aliento del público, de la crítica y del entorno que se presta a participar de esta parodia del mundo de la moda y autoparodia de celebrities varias y el universo del espectáculo.
De allí que la lista de diseñadores de primera línea, cantantes y actores cotizados dispuestos a participar aunque sea con un bolo resulte, por su extensión, imposible de citar en estos párrafos.
Vale señalar para el caso que la historia comienza con Justin Bieber actuando su propia muerte en la puerta de la casa de Sting en Roma; que Anna Wintour, Valentino, Mark Jacobs, Vera y Alexander Wang y Tommy Hilfiger participan con mayor o menor permanencia en pantalla.
Si de parodias se trata, nada mejor puede ocurrir que los actores se diviertan, y queda claro frente a este espectáculo que el grupo convocado por Stiller disfrutó a mares de "desnudar" la imagen que el marketing les provee para reírse de sí mismos con el público.
¿El resultado? Una hora y media de bromas constantes que se agradecen, si lo que se busca al entrar a la sala es olvidarse de que el mundo exterior existe; y si no hay en el observador una pretensión de intelectualizar absolutamente todo lo que se le presenta en pantalla.
La historia cuenta que pasaron 10 años desde que Derek Zoolander inaugurasesu Centro para niños que no saben leer chachi, y la tragedia arruinara la fiesta.
Desde entonces, Derek y su rival de pasarela Hansel no volvieron a verse y se alejaron del mundo conocido.Pero e un criminal que quiere matar a las personas más lindas del mundo lleva a que ambos sean llamados a colaborar en el esclarecimiento del caso.