El peligro de ser ridículamente hermoso
No todas las segundas partes son buenas. De hecho, la mayoría son malas. Cierto es que existen excepciones que confirman la regla, pero bueno…Zoolander 2 no lo es.
Situada quince años después del final de la primera, Zoolander 2 comienza con un Justin Bieber corriendo por su vida por las calles de Roma que no consigue escapar de sus perseguidores misteriosos y es asesinado. Lo último que hace antes de morir, es subir a Instagram una foto en la que adopta la mirada “Blue Steel” de Derek Zoolander (Ben Stiller).
Mientras tanto, Derek se ha convertido en un ermitaño luego de que su familia se viera afectada por una sucesión de desgracias: el libro gigante que caracteriza al “Centro Derek Zoolander para niños que no pueden leer bien y que quieren aprender a hacer otras cosas bien también” se derrumba, aplastando (y matando) a la mujer de Derek y más tarde, por negligencia, le quitan a su hijo (Cyrus Arnold). Por otro lado, Hansel (Owen Wilson), que fue herido en el rostro durante del desastre del libro gigante, también se encuentra fuera de la esfera pública. Tapándose el rostro con una máscara al mejor estilo “fantasma de la Ópera”, se dedica a meditar con su “orgía” hasta que se entera que todos ellos están embarazados.
Tanto Derek como Hansel son invitados a participar en el último desfile de la nueva diseñadora de moda Alexania Atoz (Kristen Wiig) y ambos aprovechan para escapar de sus temores y reencontrarse con sus fabulosos y hermosos yo. Sus caminos se cruzarán entonces con Valentina Valencia (Penélope Cruz), agente de la división moda de la Interpol, que necesita la ayuda de ambos para averiguar quién está asesinando a las personas más lindas del mundo y porqué todas ellas mueren con la misma expresión de Derek Zoolander.
Dirigida por Ben Stiller, la realidad es que Zoolander 2 no da ni más ni menos de lo que promete. Continúa con el estilo de su antecesora: humor histriónico, absurdo y exagerado, con sólo un poco de ironía.
Derek y Hansel siguen teniendo la excelente química en pantalla que los caracteriza, pero parecen haber perdido unas cuantas neuronas en el camino ya que cada vez actúan de forma más estúpida, tanto que llega un momento en el que ni son graciosos. El problema radica en que los gags terminan recayendo siempre en lo “tontos” que son y esto hace que los personajes se desgasten. Por otro lado, Zoolander 2 pierde esa crítica encubierta al mundo de la moda que supo tener la primera parte, lo que la transforma en suerte de cáscara vacía: una sucesión de chistes estúpidos sin ningún sustento.
Pero no todo es malo. Para ser justos, la película sí logra hacer reír. Con sus chistes “sólo para entendidos” y sus cameos acostumbrados de personas del ámbito de la moda y de otros ámbitos también (la aparición de Neyl DeGrasse Tyson de la mini-serie Cosmos es genial), tiene momentos en los que no se puede creer que se animen a tanto.
En resumen, si bien Zoolander N2 no es la mejor película de comedia de la historia (me atrevo a decir que ni siquiera será la mejor película de comedia del año), sí es divertida. El humor inocentón e inteligente (por breves momentos) que tiene les garantizará una diversión moderada y les recordará porqué hay más en la vida que ser ridículamente hermoso.