Es bueno que los estudios Disney sepan que sucesos artístico-comerciales como Frozen ocurren una vez cada muchísimo tiempo. Es decir, la perfecta combinación entre diseño, creatividad, originalidad (dentro del género, claro), y a su vez un arrasador éxito en la recaudación, tiene una lista de títulos privilegiada en la historia del cine pues trascienden la pantalla y son acopiados por la gente hasta convertirlos en parte de su identidad cultural.
Saber esto es, a los efectos de la continuidad del engranaje industrial, un aliciente para los artistas y un revoltijo de nervios para dirigentes que quieren superar las toneladas de dólares año a año. Ese aliciente le sienta muy cómodo a “Zootopía” (pronúnciese “zutopia”), estreno de esta semana que deja, al terminar de verla, una agradable sensación a relajo de tensiones y esparcimiento sano y bien pensado.
Judy Hopps (voz de Romina Marroquín Payró) es una conejita campesina que se crió soñando con ir a vivir al lugar más hermoso del mundo. Un lugar en donde depredadores y mamíferos conviven pacíficamente desde hace mucho tiempo. Hasta representa una obra de teatro infantil en su colegio. Tiempo después se encuentra despidiéndose de su familia para ingresar en el cuerpo de policía de la ciudad con el gran desafío de convertirse en la primera cadete mamífero en recibirse allí. Resignada por el jefe Bogo (voz de Octavio Rojas) a oficial de tránsito, Judy verá pronto que la gran ciudad (y los sueños) no son tan fáciles ni tan accesibles. Claro, tendrá su oportunidad cuando se ponga a investigar un caso de desaparición de animales junto con su ocasional, involuntario y forzado compañero Nick Wilde (voz de René García). Ahí comienza otro formato en la misma cinta: el de buddy movie, ya que ambos tienen poco tiempo para resolver el caso, en especial ella, a riesgo de tener que renunciar si no lo logra.
Más allá de la impronta de Esopo con la cual está “bañado” el proyecto (los personajes son animales y hay varias moralejas), desde el vamos se propone algo sugestivo pues, si desgranamos el título, hay una combinación de zoo (animal) y utopía (en el juego sonoro de palabras), ergo, estamos frente a una utopía ya construida por los animales. Es decir, cuando arrancamos los primeros minutos, el texto cinematográfico ya propone e instala a Zootopía como el mundo ideal, el mundo utópico si se quiere. Sólo hay que tomarse el tren. Judy, en realidad, irá viviendo día a día una realidad que confirma, para su decepción, que si bien ha elegido una profesión para defender ese estándar de vida, lo cierto es que hay corrupción, engaño, traición, ruptura de códigos, discriminación, subestimación… Todo esto subyace en el guión de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush, quienes también dirigen esta pieza que posee varios guiños sutiles al cine de los ‘80 con particular enfoque en “48 horas” de Walter Hill, aquella de 1982, que unía a Eddie Murphy y Nick Nolte (ladrón y policía, respectivamente) durante un lapso de dos días para resolver un caso y beneficiarse mutuamente.
Visto de lejos parece una gran campaña de reclutamiento para la policía, pero la realización sobrevive a eso gracias a la estupenda construcción de personajes que, de un lado y del otro, se marginan del sistema; además hay mucha más profundidad de lo que parece respecto de perseguir los ideales y, por cierto, tiene al menos dos de los mejores gags de la temporada: uno es una sutil y genial ironía sobre la lentitud de los trámites y de la burocracia institucional, el otro tiene que ver con “El Padrino” (1972), de Francis Coppola. “Zootopía”, con su aroma a fábula, no esquiva los mensajes sobre la perseverancia y la confianza en el compañero, ampoco la buena dosis de acción continua y un humor particularmente saludable. Claro, los elementos que en definitiva llevan al público a ver una película.