Los peces de Marte. “En la vida a veces tomas decisiones y a veces las decisiones te toman a ti”, le dice Denny (Joshua Leonard) a su hija mientras ella se enfrenta a la difícil encrucijada de renunciar a un primer amor enmarcado por la pasión por la música en pos del crecimiento profesional. Cada individuo es producto y víctima de sus propias elecciones. Tal es así, que la libertad puede llegar a decantar en una problemática a la hora de su ejercicio. En los tiempos que corren, existe la posibilidad de sentarse frente a un monitor y transformarlo en un collage de ventanas abiertas que brindarán una falsa sensación de confort. Mientras más variantes haya a disposición, mayor cantidad de desenlaces y versiones de nosotros mismos persistirán dentro del imaginario particular de cada uno. No obstante, la protagonista de esta historia, sólo contará con dos opciones: vivir o dejarse morir. “El que nada hace nada teme”, declara de manera certera el músico español Enrique Bunbury para demostrarnos, entre las líneas de su prosa, el meollo del asunto. Cada elección tomada supondrá la desaparición de miles de finales y rumbos alternativos. Lamentablemente, y a diferencia de una buena edición importada en DVD o Blu-Ray, la vida no compensa las inquietudes de este tipo con escenas extras ni sueños reparadores. Como reza la lírica del grupo independiente local Todo Aparenta Normal, “no habrá condena más existencial que la propia existencia”. Amén. Si Decido Quedarme está basada en el best seller escrito en 2009 por la escritora norteamericana Gayle Forman y se centra en la historia de Mia Hall (Chloë Grace Moretz), una joven e introspectiva violonchelista de 17 años que aspira a entrar en el prestigioso conservatorio neoyorkino de Juilliard. Para lograrlo, cae en la cuenta que deberá poner en riesgo su relación con Adam (Jamie Blackley), un músico de rock en pleno ascenso. Todo aquel que le haya dedicado su precioso tiempo a alguna de las cuatro temporadas de la serie Everwood -en la que aparece un purrete Chris “Star Lord” Pratt- tendrá una noción por lo menos ficcional de los sacrificios que supone para un adolescente el ingreso a dicha institución. El conflicto se acrecienta cuando, tras sufrir un accidente automovilístico junto a sus padres y su pequeño hermano, la protagonista pasará de debatirse entre todo lo que deberá resignar en función de cumplir su sueño a luchar por su vida en un quirófano. El primer tramo de la película enseña una historia de amor adolescente utópica en la que Moretz inunda la pantalla con la belleza de aquellas musas cuya mayor virtud reside en el desconocimiento de sus propios encantos. Todo esto se da en el marco de la ciudad de Portland, que permite al director R.J. Cutler -más emparentado a la producción de series y la realización de documentales televisivos que a su labor cinematográfica- jugar con el contraste entre el paisaje invernal y la disposición de colores vivos. A su vez, logra generar una buena química entre los personajes que lleva al espectador a empatizar con ellos a pocos minutos de comenzada la proyección. También cabe destacar el resarcimiento de Mireille Enos en el rol de figura materna luego de su logrado y ambiguo papel de Sarah Linden en la recientemente finalizada serie The Killing. A pesar de las virtudes previamente mencionadas, la historia decae a partir de la secuencia de la tragedia que le toca experimentar a la familia Hall y que cambiará súbitamente el rumbo de los hechos. Mia se convierte en un testigo externo de todo lo que pasa a su alrededor mientras su cuerpo yace en terapia intensiva y sus allegados rezan por su recuperación. El relato se vuelve retrospectivo y la tonalidad del film se torna ambivalente en el traspaso de una temporalidad a otra, propinando un desfasaje de géneros que desconcierta. Si Decido Quedarme se desluce frente a la evidente intencionalidad de una puesta en escena que roza el ridículo en su intento por emocionar al espectador al mismo tiempo que lo subestima.
El film trata sobre el encuentro de dos personas desesperadamente solas. Por un lado, Adele (Kate Winslet), una mujer deprimida y con trastornos de ansiedad que vive con su único hijo adolescente (Grattlin Griffith) tras haberse divorciado del padre (Clark Gregg). Por el otro, Hank (Josh Brolin), un hombre condenado a 18 años de cárcel por doble asesinato y fugitivo de la justicia, quien irrumpe en sus vidas buscando refugio de la intensa búsqueda policial. Aires de Esperanza es el quinto largometraje del realizador de La Joven Vida de Juno (2007) y Amor sin Escalas (2009), Jason Reitman, quien es a su vez hijo de Ivan Reitman, director de Los Cazafantasmas I y II (1984/1989) y Un Detective en el Kinder (1990), entre otros títulos. Es la película menos personal en su filmografía y probablemente la más ambiciosa en cuanto a nombres propios e intenciones se refiere. Mientras que los trabajos previos de Reitman se destacan por su particular sentido estético y una impronta narrativa desenfadada, en esta oportunidad lo que se distingue es una historia dividida genéricamente por capas bien distantes unas de otras. La proyección comienza con un pulso narrativo compacto y concreto que al pasar los minutos se acelera innecesariamente. El amor entre la pareja protagónica surgirá inmediatamente, como si ambos personajes ya hubiesen leído la sinopsis del relato que iban a protagonizar y decidieran omitir detalles por voluntad propia.
¿Es la vida algo simple o complejo? Eso es lo que se pregunta Xavier Rousseau (Romain Duris), escritor francés de 40 años que simboliza la existencia humana como un trayecto entre los puntos A y B y cuyo conflicto radica en su propia incapacidad de realizarlo de manera recta y sin altercados. Lo Mejor de Nuestras Vidas es una comedia romántica de índole generacional que gira en torno a su protagonista y sus mujeres. Forma parte de la trilogía iniciada en 2002 por el director y guionista Cédric Klapisch con Piso Compartido y que continuó en 2005 con Las Muñecas Rusas. No obstante, en caso de que algún espectador no esté familiarizado con los episodios previos, esto no supone un impedimento para comprender el argumento central. Wendy (Kelly Reilly) es la pareja de Xavier y madre de sus dos hijos. Ella decide abandonarlo y llevárselos a New York tras confesar su amor por otro hombre. Isabelle (Cécile De France) es su mejor amiga y quien le pide que sea el donante de esperma que le permita quedar embarazada. La tercera dama en cuestión es Martine (Audrey Tautou), ex pareja del novelista con la que comparte cierta percepción melancólica sobre el paso del tiempo. A raíz de los acontecimientos, él decide abandonar su prometedora carrera en París para mudarse cerca de su familia en el barrio chino próximo a la gran manzana. El film es un mash up cultural cuyo humor -a veces sutil, otras más bien bufonesco- reside en el planteamiento de circunstancias incómodas abruptamente interrumpidas por el sarcasmo del escritor a través de la voz en off y en la exposición distendida de prejuicios etarios y costumbristas. Los diálogos se presentan en distintos idiomas que interactúan entre sí y que producen escenas de gran comicidad como, por ejemplo, la negociación entre Martine y un grupo de empresarios chinos que Xavier atestigua atónito. Al comienzo del metraje se utilizan recursos estéticos -que no se repetirán posteriormente- característicos de obras derivadas de la denominada “nueva comedia americana”, tal es el caso de 500 Días con Ella y La Joven Vida de Juno. Esto no es casual, dado que se percibe cierta intención de dotar a la producción de una dinámica más emparentada al cine hollywoodense que a la factoría del viejo continente.
Suena el teléfono. Adrián no contesta porque está intentando convencer a la secretaria de su tío -para quien él también trabaja- de que tenga relaciones sexuales con él. Francisco, un amigo de la infancia, le deja un mensaje en el contestador en el que le explica que está con su novia y que ambos necesitan un lugar donde pasar la noche. Ante la negativa de la secretaria, Adrián llama a una prostituta. Sobre contestar el mensaje, bien, gracias. Al día siguiente, deberá asistir al funeral de Francisco, a quien no lo mató la policía sino sus propios amigos, según Mariela, pareja del fallecido. Hace 15 años que Adrián abandonó el pueblo donde creció para mudarse a la capital y estudiar diseño gráfico. El talento de este joven para el dibujo sólo se emparenta con su devoción por las mujeres. Cada fémina que pasa por su vida se transforma en la musa de sus días, por lo menos hasta que aparezca la próxima. Sin embargo, será él quien intentará develar el misterio sobre el asesinato. El Mejor de Nosotros es una adaptación libre de la novela Lanús de Sergio Olguín, está dirigida por Jorge Rocca y fue realizada íntegramente en Monteros, provincia de Tucumán, de manera independiente. Un acierto del film es la fotografía en riguroso blanco y negro de Sebastián Pereyra Jofré, que le otorga una impronta misteriosa a la trama desde la estética, así como las buenas actuaciones de un elenco proveniente en su mayoría del norte del país. También hay que destacar la lograda relación que se establece entre el protagonista y Rafael, un amigo de la adolescencia que reaparece en el pueblo convertido en travesti y que lo ayudará a atar los cabos sueltos del crimen en relación a un quinielero mafioso y empleador del resto de los integrantes del grupo. No obstante, la película falla en su intención de mantener la intriga y se estanca en una meseta narrativa a mitad de su duración. En vez de desarrollar el interesante abanico de personajes que presenta inicialmente y generar un suspenso in crescendo a raíz de los vínculos personales en torno a la víctima, la obra se pierde en diálogos improductivos y clichés más emparentados a una tira de televisión abierta que a un thriller. Llegada la hora de la conclusión, el previsible desenlace y los baches argumentales hacen de El Mejor de Nosotros una propuesta que sugiere mucho más de lo que concreta.