Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030
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Una Los Ángeles putrefacta Dos tipos peligrosos presenta otro dúo masculino extraordinario March (Ryan Gosling) y Healy (Russel Crowe) quienes investigan un misterioso crimen, en un relato muy original que estará cargado de acción y comedia. Por Denise Pieniazek La película Dos tipos peligrosos (The Nice Guys, 2016)- ambientada a fines de los ´70 en Los Ángeles, Estados Unidos- relata el encuentro de dos extraordinarios personajes que se unirán casualmente contra el crimen organizado. El dúo dinámico que se presenta en el film está compuesto por un detective privado -quien irónicamente carece del sentido del olfato- Holland March (Ryan Gosling) y un protector de jovencitas que hace justicia por mano propia, Jackson Healy (Russel Crowe). Los duetos masculinos son una constante en el cine del director Shane Black, en el cual frecuentemente prima una pareja de ordinarios antihéroes con coraje, como por ejemplo en Kiss Kiss Bang Bang (2005) -la cual dialogaba con la literatura Pulp y el cine de policial negro- o en la saga Arma Mortal, en la cual fue guionista. En el caso de Dos tipos peligrosos uno de los personajes es aparentemente el talentoso y el otro, el fracasado. Sin embargo, se producirá una alternancia cuyo resultado será un perfecto equilibrio. En consecuencia, es un estilema del director la conjunción de dos personajes masculinos opuestos pero complementarios entre sí. En la primera escena del film la muerte aparece escenificada, consecutivamente el crimen estará presente en todo el relato. March y Healy se conocen tras ir bajo las mismas pistas del misterioso crimen de una famosa actriz de cine porno “Misty Mountains”. Dos tipos peligrosos es un film lleno de guiños a la cultura popular y dialoga con varios elementos de la historia del cine. Un indicador de ello es la representación en la figura del doble femenino entre Misty Mountains y Amelia -algo bastante recurrente en el cine clásico, pensemos por ejemplo en Vértigo (1958) de Hitchcock. El film esboza una sociedad superflua en la que en rebelión a la misma algunos activistas utilizarán la industria pornográfica como recurso de protesta contra la contaminación. Si Taxi Driver (1976) mostraba con dramatismo lo putrefacto de las calles de New York en los ’70, The Nice Guys -situada en el mismo periodo pero mediante la comicidad- expone la corrupción del sistema de justicia y la superficialidad del sistema capitalista, rompiendo así con los ideales del “American Dream” (sueño americano). En esa sociedad escueta de valores, los niños y jóvenes son los que obran correctamente y representan un futuro utópico que se contrapone al corrompido mundo adulto. Dos tipos peligrosos es una propuesta original en demasía, cargada de acción, misterio y comedia, que nos mantendrán intrigados y entretenidos de principio a fin. En ella hay un equilibrio perfecto entre lo formal mediante una gran puesta en escena de época -incluso incluye falsas imágenes de archivo muy bien logradas- y la audacia narrativa. Todas las actuaciones son bien logradas, pero en especial se destaca la interpretación de Ryan Gosling. Incluso es posible que aunqueDos tipos peligrosos cierra en sí misma, tenga una secuela en el futuro, al menos eso se deja entrever con las puertas abiertas. Ficha Artístico/Técnica: Origen: Estados Unidos. Año Realización: 2016. Director: Shane Black Guión: Shane Black y Anthony Bagarozzi Elenco: Russell Crowe, Ryan Gosling, Angourie Rice, Matt Bomer y Kim Basinger. Dirección de Arte: Richard Bridgland. Dirección de Fotografía: Philippe Rousselot. Montaje: Joel Negron. Música: David Buckley y John Ottman. Productor: Joel Silver. Distribución en Argentina: Diamond Films. Duración:116 minutos. Fecha Estreno en Argentina: 30/06/2016
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Julieta: el regreso al melodrama de madre Julieta (2016) es el último film del talentoso Pedro Almodóvar, el cual narra uno de los vínculos más primarios de la humanidad: la relación madre-hijo (hija en este caso), marcando así el regreso del director al "melodrama de madre". Basado en tres relatos de Alice Munro: “Destino”, “Pronto” y “Silencio”; Julieta (2016) es el último film del talentoso Pedro Almodóvar, el cual narra uno de los vínculos más primarios de la humanidad: la relación madre-hijo (hija en este caso). Con un inicio a puro latir mediante una tela color rojo que se contrae y relaja, conoceremos a Julieta el personaje principal de esta historia llena de secretos, que solo podremos entender mediante un viaje al pasado. A través de la escritura como expresión y alivio de la protagonista se revelará que la misma se encuentra escindida entre pasado y presente. Julieta narra la historia de una madre y una hija a las cuales lo único que las une es el dolor por la pérdida del hombre más importante en la vida de ambas, en el caso de Julieta su pareja y en el caso de su hija Antía, su padre. Como es habitual Almodóvar maneja con soltura los relatos anacrónicos, lo cual se evidencia especialmente en dicho film, en donde la emoción no es intensa y aun así nos mantendrá intrigados de comienzo a fin. Pues si hay algo que Almodóvar sabe es contar historias, lo que no es para nada poca cosa, no sólo desde el cómo sino que sabe qué contar. Con Julieta el director vuelve al género del “melodrama de madre” -presente con variantes y reescrituras en otras películas de su creador como en ¿Qué hecho yo para merecer esto! (1984), Tacones lejanos (1991), Todo sobre mi madre (1999), y Volver (2006) -dejando de lado por completo otra de sus temáticas recurrentes referidas a la sexualidad y a las transgresiones de las normativas sociales. Lo cual puede observarse visualmente en uno de sus encuadres, cuando Julieta se encuentra con Beatriz (amiga de la niñez de Antía), los amigos queer de la misma quedan al costado del encuadre. Pues en este relato Almodóvar ha decidido dejar a un lado su usual conjunción de opuestos sexuales para centrar la historia en el vínculo madre-hija, incluso no se profundizará sobre la aparente homosexualidad de Antía y Beatriz. En adición, varias películas del director oscilan entre la “mala madre” y la “buena madre”, sin embargo aquí luego de una larga trayectoria cinematográfica, Julieta se encuentra en un linde no es ni la una ni la otra, quizás simplemente podemos definirla como imperfecta. En consecuencia, otro estilema del director es derrumbar la estructura canónica de la familia. Debido al dolor de la pérdida ella ha quedado tan consternada que su hija pasará a ser madre, y se invertirán los roles. Hecho que marcará el vínculo madre-hija para siempre dejando un vacío entre ambas y Julieta se volverá entonces una mater dolorosa, una madre en la eterna espera. Según Jean-Max Méjean, Almodóvar no puede dejar de arremeter contra el símbolo maternal, pero finalmente no se atreve a atacarlo tan directamente como a los demás íconos que se ha dedicado a ridiculizar en sus otros filmes. Los misterios entorno al pasado de Julieta y la relación con su hija se irán develando a lo largo del relato en donde todo resultará una incertidumbre, puesto que como es típico del melodrama “de eso no se habla”. Otro estilema del director es la recurrente referencia a la mitología griega, se hará referencia al mito de Ulises y Calipso, simbolizado en el mar azul el cual estará presente en todo el largometraje como metáfora del vínculo entre Julieta y el padre de Antía. Lo griego también estará presente en el nombre que ella ha elegido para su hija Antía, el cual simboliza florida y quienes encarnan dicho nombre son fuertes y tenaces. Las relaciones de intertextualidad continúan en el film, no es casual en una de las primeras escenas el libro de Marguerite Duras, lo que nos lleva a resaltar otro rasgo Almodóvar: la obsesividad por el detalle. Puesto que como buen conocedor del género del melodrama, el autor sabe que los elementos de la utilería poseen un significado en sí mismo que sostiene todo el relato, ya que el espectador de cine trabaja por acumulación. Asimismo, son notables la elección del vestuario según las épocas y la psicología del personaje, en donde los estampados, aretes y colores estridentes serán una vez más protagonistas. Incluso Julieta poseerá una bata cuyo estampado nos remite al artista Klimt, quien al igual que él retrataba mujeres constantemente. Del mismo modo que en Volver, el contraste entre el rojo y el celeste estará presente no sólo en el vestuario, sino también en el maquillaje. Pues este magnífico director no libra nada al azar, no es casual que la Julieta de los 25 años tenga el pelo corto igual que la Julieta de la madurez que decide revivir el pasado. En consecuencia, en este relato prima la circularidad y el destino de predestinación típico del melodrama. Como en casi todas sus creaciones, y en todo melodrama en general, el tema musical tendrá un estrecho vínculo con la psicología de los personajes. Aquí “Si no te vas” interpretado por Chavela Vargas (ícono popular de la cultura mexicana) hablará por Julieta, tal como sucedía en otro típico melodrama como Frida (2002), de Julie Taymor, en el cual sonaba constantemente “Llorona”. En efecto, es típico de Almodóvar convertir canciones populares en verdaderos lamentos. Finalmente, Julieta no es tan provocador o perverso como otros de sus filmes, ya que no está presente su típico (y esperado por algunos) paroxismo. Sin embargo, quizá la provocación este aquí en volver al melodrama de madre, cuando este parecía ya un género olvidado. La narración se desdibuja un poco llegando a su desenlace, ya que como he dicho en otras ocasiones, uno de los problemas más grandes del cine actual es la confección de buenos finales. Aunque Julieta no es la más sublime de sus obras, sigue resultando interesante y denota que la gran originalidad del director sigue vigente. Ficha Artístico/Técnica: Origen: España. Año Realización: 2016. Director: Pedro Almodóvar Guión: Pedro Almodóvar y Alice Munro. Elenco: Adriana Ugarte, Emma Suárez, Inma Cuesta, Daniel Grao, Rossy de Palma Michelle Jenner y Darío Grandinetti. Dirección de Arte: Antxón Gómez. Dirección de Fotografía: Jean-Claude Larrier. Montaje: José Salcedo. Música: Alberto Iglesias. Productor: Agustín Almodóvar y Esther García. Distribución en Argentina: UIP. Duración:99 minutos. Fecha Estreno en Argentina: 23/06/2016
Tres grandes Amigos y sus Mujeres La película Nuestras Mujeres pone a prueba la amistad de tres viejos amigos que se verán sobrepasados por la revelación de uno de ellos, ante dicha confesión se llevará a cabo un debate ético que reflexionará sobre la amistad y toda clase de vínculos humanos. Por Denise Pieniazek El film Nuestras Mujeres (Nos femmes, 2015) dirigido por Richard Berry y escrito en conjunto con Eric Assous, autor de la obra de teatro, lo cual implica una relación de correspondencia con el texto dramático. La historia comienza presentando a cada uno de los personajes: son tres viejos amigos que rondan entre los 40 y 50 años de edad. El guión y su representación son muy audaces, lo cual es notable en tiempos de proyectos superficiales, profundizando así en la psicología de cada uno de los personajes revelando sus conflictos más existencialesEl guión y su representación son muy audaces, lo cual es notable en tiempos de proyectos superficiales, profundizando así en la psicología de cada uno de los personajes revelando sus conflictos más existenciales. El primer personaje interpretado por el mismísimo director del film, Max es un radiólogo, quien se encuentra en una crisis de pareja. Toda la película transcurrirá principalmente en su casa que es muy lujosa y moderna. El decorado -excelentemente diseñado porPhilippe Chiffre-simboliza a la perfección la psicología del personaje, evidenciando un gran trabajo de puesta en escena. El segundo de estos personajes es Paul, interpretado por el reconocido Daniel Auteuil, -protagonista del célebre largometraje Caché de Michael Haneke- quien encarna aquí a un Reumatólogo. Paul es el único de estos tres amigos que posee una familia constituida con hijos y una vida aparentemente más estable. Sin embargo, su esposa se la pasa durmiendo y su hija no sabe cómo comunicarle ciertas cuestiones debido a su rigidez. Por último, Simón (Thierry Lhermitte) es un exitoso peluquero con un gran pasar económico que le ha permitido conseguir una esposa muy hermosa y mucho más joven que él. Como es de costumbre estos tres amigos bien diferentes entre sí se juntan a cenar como hacen habitualmente, pero Simon llegará tarde y les hará una confesión que los dejará shockeados. Dicha revelación traerá una serie de debates éticos, cuestionamientos y catarsis de los personajes, quienes en consecuencia deberán tomar una decisión para llegar a una resolución. Pues al parecer la amistad no habilita a todo. En dichas disputas se esbozan reflexiones sobre las relaciones humanas, tanto de la amistad como de las relaciones sentimentales, de la familia y de los vínculos entre padres e hijos. Una de las deliberaciones más atractivas de Nuestras Mujeres es planteada por uno de los personajes, éste se pregunta cómo funciona realmente una pareja, si cuando ésta discute no funciona, pero si no discute tampoco. Este largometraje tan bien dirigido, tanto a nivel formal como narrativo, nos mantendrá constantemente intrigados por su contenido dramático y a su vez destellará varios momentos de lucidez cómica. Es constante en la actualidad la trasposición de lenguajes sobre todo del teatro al cine. Asimismo es una tendencia llevar obras con gran éxito en el teatro francés a la escena nacional, pensemos por ejemplo en Un dios Salvaje, La Piel de Venus o Le Prenom. Nuestras Mujeres tiene su versión local actualmente en teatro en donde Jorge Marrale, Arturo Puig y Guillermo Francella interpretan a estos tres amigos.
Un intento de guión bipolar. Alma (2015), el largometraje dirigido por Diego Rougier (conocido principalmente por dirigir en televisión proyectos como Costumbres Argentinas), narra la historia de amor entre Fernando (Fernando Larraín) y Alma (Javiera Contador), una joven diagnosticada maníaca depresiva y bipolar. A pesar de estar juntos desde hace varios años, Fernando en ocasiones se avergüenza de Alma y sus excéntricas actitudes y desenfrenos. El conflicto de pareja comenzará cuando ella escuche lo que no debía, un detalle que pone de manifiesto esa típica escasez de originalidad de las películas románticas. Durante la crisis de la pareja Alma conocerá a Gaspar (Nicolás Cabré), quien festejará sus actitudes extraordinarias. Si bien a Nicolás Cabré se le presentan pocas oportunidades que lo saquen del estereotipo cómico que desarrolla con facilidad, en este anodino film se lo nota incómodo. Un guión esquemático y con poca profundidad hace que nunca conectemos con el relato propuesto y de a poco todo resulta inverosímil, ridículamente infortunado. Aun así, la actuación de Cabré es mejor que las de los dos protagonistas, cuyas interpretaciones son demasiado estereotipadas. Esta coproducción chileno-argentina está llena de lugares comunes, incluso cuando recurre al metalenguaje cinematográfico, con clichés en torno al narrador y artificios a la hora de presentar a los personajes secundarios mediante breves videoclips. Alma es un largometraje cuyo guión no se enmarca ni en la verdadera comedia ni tampoco en el drama, pretendiendo ser una tragicomedia y quedándose a mitad de camino en ambos sentidos. Lamentablemente el film ni siquiera resulta entretenido, todo lo contrario: es tedioso. Los intentos de producir risa a través de lo absurdo son solo fracasos, más que parodias resultan clichés paupérrimos. Para quienes deseen ver un inteligente tratamiento de patologías psicológicas como las que aquí se plantean, se recomienda Mozart y la Ballena (2005), que sí logra fusionar el drama y la comedia con gran originalidad, resultando entretenida y existencial a la vez.
Buscando la identidad se encuentra la liberación. Trece años después de Buscando a Nemo (2003), llega al cine su secuela, Buscando a Dory (2016), escrita y dirigida nuevamente por Andrew Stanton, pero en esta ocasión cambia de dupla para la codirección (antes lo acompañaba Lee Unkrich y hoy Angus MacLane). Con un prólogo muy original, el relato inicia con breves vaivenes temporales que nos muestran a Dory de niña junto a sus padres. Luego retoma en donde inicia el largometraje anterior, para pasar exactamente a un año posterior. En esta oportunidad el viaje de aventuras será con el objetivo de encontrar a los padres de Dory, y de esa odisea no sólo participarán sus amigos entrañables Nemo y su padre Marlin, sino que también se reencontrará con amigos del pasado y hará otros nuevos, como el pulpo camaleónico Hank. A través de pequeños disparadores Dory se contactará con su pasado e irá recuperando recuerdos de su niñez temprana, alcanzando -como en las novelas de bildungsroman- el autoconocimiento. En este viaje Dory buscará su propia identidad y se dará cuenta de que lo que la define no es la pérdida de la memoria sino el “¿qué haría Dory?” en tal o cual situación. Es decir, la tierna moraleja del relato consiste en aceptarse a uno mismo y ver que aquellos que parecen defectos en realidad lo dotarán a uno de originalidad y virtudes únicas que le permitirán lograr sus objetivos. Buscando a Dory es un film lleno de momentos divertidos -sobre todo los que interviene la actriz Sigourney Weaver, quien ya había prestado su voz para WALL-E (2008)- pero también muy emotivos, tanto para chicos como para grandes. En un análisis exhaustivo, al igual que Liberen a Willy (1993), el film está a favor de la liberación de los animales en cautiverio bajo el lema “rescate, rehabilitación y liberación”. Incluso es necesario decir que en este sentido -y a nivel narrativo- es más profunda y compleja que Buscando a Nemo. Si Buscando a Nemo finalizaba con el tema musical Beyond the Sea como síntesis del relato, Buscando a Dory finaliza con What a Wonderful World, dejando un mensaje utópico sobre el mundo y enfatizando la liberación y el respeto por el reino animal. Pixar, después de haber perdido la magia de Toy Story (1995) y Monsters, Inc. (2001) con sus respectivas secuelas (o precuela, en el caso de Monsters, Inc.), el año pasado volvió a lucirse con Intensamente (2015). En adición, Buscando a Dory definitivamente demuestra que Pixar ha vuelto a lo esencial y emotivo de sus inicios, esperemos que esta creatividad -tanto desde lo audiovisual como en lo narrativo- sea permanente. Bonus Track: Como es habitual, todos los largometrajes de Pixar comienzan con un cortometraje, en el caso de Buscando a Dory lo precede Piper (2016). En dicho corto se narra la historia de una pequeña ave llamada Piper (al igual que una compañía que fabrica aviones), la cual comienza a salir al mundo. Su hábitat está cerca del mar y allí se topará con nuevas aventuras que asimismo traerán miedos. Piper, con una animación muy mimética y realista, trata sobre crecer y enfrentar los medios. Este pequeño pajarillo aprenderá que lo que no nos mata nos fortalece, y podrá disfrutar de aquello que en un principio le daba miedo. Sin dudas vale la pena verlo, ya que al igual que Buscando a Dory, está lleno de emociones y explora los vínculos paternales: ambos constituyen un regreso al origen del estudio, en una línea temporal que va desde For the Birds (2000) a Piper y nos entrelaza al vuelo de las aves.
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