James Wan vuelve al horror El director de Aquaman dirige una nueva película de terror luego de 5 años. Madison (Annabelle Wallis) es una mujer que vive en Seattle junto a su pareja Derek (Jake Abel). Una noche, él golpea su cabeza contra la pared, y comienzan a suceder cosas extrañas en la casa. A partir de entonces, Madison tiene visiones sobre unos cruentos asesinatos que parecen estar relacionados a ella de alguna manera. James Wan vuelve a ponerse tras la cámara de un filme de género después de media década. En el medio produjo varias de terror para la única que lo tuvo efectivamente como director fue Aquaman (2018) del universo de DC Comics. La película tiene su sello desde el minuto cero, cuando nos muestra lo que parece ser un hospital donde se realizan horribles y sobrenaturales experimentos para saltar al presente donde esas acciones tendrán consecuencias. Las fortalezas de la película son las usuales en la filmografía de Wan: una historia lo suficientemente interesante, no abusa del jump scare, crea una atmósfera muy incómoda por momentos y oscila entre posibles soluciones a un misterio planteado, el cual de forma orgánica termina revelándose pero en su debido tiempo. Destaco esto último en particular porque el filme va quebrando la cintura hacía diferentes tropos del género hasta que finalmente llegamos a la revelación de lo que ocurre. Ahora bien, Maligno tiene dos debilidades muy marcadas. La primera es que salvo el policía interpretado por George Young y algunos momentos de la protagonista, Annabelle Wallis, está actuada de forma bastante pobre. La segunda y, a mí parecer, la que termina disparándole en el pie a una película bastante sólida es la sobre explicación del final. Una vez acontecidos los eventos del final, los cuales los vemos suceder, un personaje te explica punto por punto lo visto y es bastante molesto. Recomiendo verla en cine. Es muy envolvente y en pantalla grande se disfruta de mejor manera el buen gore que tiene la cinta.
Soft reboot de un clásico de los 90 Luego de retrasos por la pandemia, se estrenó una película que vivió en Development Hell desde los 2000. Desde que sus residentes pueden recordar, los habitantes de Cabrini Green, Chicago fueron aterrorizados por la historia de un asesino fantasma, el cual era invocado por cualquiera que se atreviese a nombrarlo 5 veces frente al espejo .En la actualidad un artista llamado Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen II) y su novia, una directora de galería de arte llamada Brianna Cartwright (Teyonah Parris), se mudaron a un departamento lujoso en Cabrini, ahora habitado por una clase media emergente. Con Anthony sufriendo un bloque artístico, un encuentro con un veterano de Cabrini Green expone a Anthony a la naturaleza trágica y horrorosa de la verdadera detrás de Candyman. La película dirigida por Nia DaCosta, y producida por el genial Jordan Peele, toma el concepto Slasher sobrenatural de la Candyman de 1992 y lo llevan directo al siglo XXI. La película no solo lleva una premisa ya clásica por nuevos rumbos sino que lo hace con una naturalidad que jamás queda forzada, jamás surge el pensamiento de “esto es demasiado”. Dentro de la lógica del filme todo lo que acontece es plausible, además las actuaciones son orgánicas a lo que se observa. Nada es demasiado exagerado como para no creerlo, incluso los estereotipos no rompen la suspensión del descreimiento. Durante toda la duración de la cinta, hora y media aproximadamente, se aprecian no solo hermosos planos de la ciudad de Chicago sino también buen uso de tomas que utilizan espejos para sumar horror a lo observado. Candyman hace algo muy similar a lo hecho por Halloween (2018), ignorando las secuelas de la original y partiendo solo desde la película original de 1992 conectándolas a través su protagonista: Helen Lyle (Virginia Madsen). El resultado logrado de secuela/reboot es más que satisfactorio. Uno puede ver una atrás de la otra, cosa que recomiendo, y la continuidad se siente armónica. Además de lo inherente al filme, todo lo que atañe a la cuestión racial en Estados Unidos está encarado en la película lo cual es fortaleza y debilidad al mismo tiempo. Con Jordan Peele (Get Out y Us) como productor no es de extrañar que a través del terror se traten temas raciales pero a diferencia de las películas que él dirigió no se lo hace en forma de comedia negra. La palabra clave es: sutileza. Candyman carece de ella, por momentos el mensaje de la inequidad étnica en USA se sobre explica a niveles que parece el chiste de Homero Simpson anotándose en el brazo “Dios=Bien, Diablo=Mal”. Las películas de terror siempre han sido vehículos para tratar temas sensibles a lo largo de la historia pero las que más perduraron en el tiempo son las que lograron hacerlo con sutileza, sino parecen regaños moralistas disfrazados de cine. Candyman es una sólida película de terror que logró exitosamente ser una secuela/reboot orgánica, lo cual no es poco. Entretiene, tiene momentos de tensión absoluta, está bien actuada y dirigida. Verla en cines mejorará la experiencia y el uso de los silencios y estruendos en momentos claves aumentarán el factor miedo considerablemente. El filme tiene dos peros: la ya mencionada sobre clarificación de su mensaje racial y no hacer mejor uso del gore que podría generar una entidad como Candyman.
El regreso del más picante de las adaptaciones de videojuegos Basado en el popular videojuego del mismo nombre, este proyecto de bajo perfil empezó a encender el hype en los últimos meses con sus primeras imágenes y trailers impulsados por ser uno de los estrenos que tendrá HBO Max en Estados Unidos al mismo tiempo que en salas de cines. Sin entrar en detalles, pues spoilers, les digo que cumplió con creces. La trama es sencilla: Se viene el décimo torneo de Mortal Kombat que de perderlo, se complicarían las cosas para los humanos y hay que juntar a los peleadores elegidos para defender al Reino de la Tierra. Mientras que el Outworld, no muy fan de las reglas, quiere ganarlo de forma poco honrosa. Con esa premisa súper simple, y que si jugaste alguna vez MK conoces, salió una buena película que entretiene. Mortal Kombat cumple lo que prometió: poco diálogo, que sirve para dar contexto, y mucha piña, patada y algo que no estuvo presente en su versión de los 90: Gore. El film hace un muy buen uso de su calificación R, lo cual es una caricia para el fanático de esta saga y un grandísimo atractivo para el espectador casual. La carnicería no es gratuita y sin sentido, además de dar a la gente lo que buscaba en una película de MK, le da más fuerza a cada pelea y se puede sentir el peso de cada herida. Acoplado a lo mencionado recién, se destacan mucho las buenas coreografías de las peleas. Están muy bien logradas y aún con el elemento fantástico que supone lo relacionado a Mortal Kombat casi nunca se vuelven caricaturescas. Me atrevo a decir que las más rudimentarias, léase sin tanta Fatality de por medio, son las que más destacan. Eso sí, por favor ¡basta de peleas en la oscuridad! No se ven bien y le quitan toda la gracia a lo que hay en pantalla. No sabes si están peleando Kabal y Raiden o tus vecinos, no sucede mucho pero cuando pasa es molesto. El apartado de los efectos especiales es curioso, por momentos es muy bueno y por otros recuerda a la versión de 1995. Curiosamente las cosas que requieren más pericia se ven hermosas y quedan perfectas en el verosímil de la película. Mientras que las más sencillas… bueno como dije arriba recuerdan a una vieja encarnación de la saga. La historia de Mortal Kombat (2021) se centra en Cole Young, personaje inventado para esta película, lo cual no sería malo de no ser porque realmente es muy difícil empatizar con el mismo. Lewis Tan, el actor que da vida a Cole, se luce en las coreografías de pelea mostrando su conocimiento previo en artes marciales pero las motivaciones del protagonista son cliché y no del bueno. Encima le juega en contra estar rodeado de un cast elegido a la perfección: Jax (Mehcad Brooks), Sonya Blade (Jessica McNamee), Liu Kang (Ludi Lin), Kung Lao (Max Huang), Kano (Josh Lawson), Scorpion (Hiroyuki Sanada), Sub-Zero (Joe Taslim), etc. Realmente parecen extraídos del videojuego a la pantalla grande y personalmente quede fascinado con el popular ninja de hielo. Realmente la película te da lo que promete: Mortal Kombat a full. Ni más, ni menos, que teniendo en cuenta lo flojas que suelen ser las producciones basadas en videojuegos, es un montón. Resumiéndolo simple: al espectador casual le va a gustar, al cinéfilo snob le va a indignar y el fan la va a amar. Dejando de lado alguna impericia técnica o de guion, es un filme súper disfrutable y que en otro contexto, oh maldito COVID, recomendaría irla a ver en grupo. Podría ser una grata experiencia, sobre todo si lo jugaron en algún momento de sus vidas. Mientras se pueda, intenten verla en una pantalla grande, tiene cositas que con la magia del cine se maximizan y siempre es un plus. Realmente se nota que se hizo con mucho amor a la saga y ojala tengamos más, me gustaría ver cómo puede trasladarse más del mundo de Mortal Kombat en futuras secuelas.
Auténtica riña callejera de Kaijus El momento de la pelea principal: Godzilla vs Kong. Y finalmente llegó la fecha, el momento de la pelea principal: Godzilla vs Kong. Gran película que se esperaba mucho para poder ver una versión moderna y de universo compartido del gorila gigante y el rey de los monstruos. Independientemente de cuanto te gusten los Kaiju, el valor Pop de ésta pelea era grandísimo para fans y espectadores casuales por igual. Lo primero que hay que decir de Godzilla vs Kong es que tomaron nota de los errores en las batallas entre monstruos de Godzilla: King of the Monsters (2019), ya que esta vez todos los combates fueron bien iluminados y no se pierden ningún detalle. Pensando en las peleas en sí mismas, son muy buenas, exactamente lo que vas a ver: bichos gigantes dándose con de todo sin respiro. Los protagonistas de la cinta, Godzilla y Kong, y los otros Kaijus que aparecen a lo largo del film, están muy bien respecto a diseño. Alguno puede no convencer del todo pero los diseños son intimidantes y realistas, dentro de la suspensión del descreimiento del Monsterverse. Los efectos son error/acierto, como en el 95% de los tanques del cine actual, pero por suerte para el espectador las falencias son en momentos menos relevantes. En las ocasiones donde dichos FX se lucen es donde vale que, es en las peleas. Puntualmente en la confrontación final del tercer acto, hay un despliegue efectos hermosos, que hace de ese enfrentamiento climático algo que se va a quedar en la memoria de todos los que lo vean. Claramente el objetivo de Godzilla vs Kong es ver a los susodichos enfrentarse, hay que hablar de los protagonistas humanos. Probablemente el gran problema del Monsterverse es no tener mucha alma en sus personajes principales no monstruosos, quizás con la excepción del Doctor Ishiro Serisawa fenecido en la segunda película del rey de los monstruos. En esta película los actores y actrices se dividen en Team Godzilla y Team Kong, realmente se empatiza mucho más con el segundo. El carisma de Alexander Skarsgård y Rebecca Hall se roban la pantalla cuando están en escena y la joven Kaylee Hottle quien interpreta a la pequeña Jia, a quien vemos en los trailers con Kong, logra hacerte empatizar de forma increíble con el rey de la Isla Calavera. Sus arcos son cliché pero cuando está en pantalla cumplen con creces. Esto no ocurre con los humanos del lado de Godzilla. Millie Bobby Brown y Julian Dennison, interpretando a Madison Russell y Josh Valentine, realmente aburren con su presencia y son las partes más densas de la película. A favor de la crew del gigante japonés está la actuación de Brian Tyree Henry con una interpretación repleta de personalidad, aunque algo caricaturesca, representando a Bernie Hayes un técnico de Apex Cybernetics, la misteriosa corporación que hace su presentación en esta cuarta película del Monsterverse. Ahora bien, ¿Qué ocurre con la película? Sin entrar en spoilers la cuestión es sencilla: Godzilla empieza a atacar sin aparente razón instalaciones de una empresa y Kong, siendo estudiado y contenido en la Isla Calavera, puede ser la clave para detener al lagarto radiactivo. A partir de acá se empieza a complicar la cosa y sin entrar en detalles, la cosa se pone buena. Godzilla vs Kong es exactamente eso, los dos monstruos gigantes más famosos del mundo peleándose cual encuentro de boxeo en el Madison Square Garden. Si vas a buscar drama humano en una película de Kaijus posiblemente estés pifiándole en donde lo estás buscando y recomiendo que lo busques en cine de Akira Kurosawa que, curiosamente, muchas de sus películas fueron financiadas por las de Godzilla ya que Toho producía tanto las de Akira como las del rey de los monstruos. Es una película muy entretenida, que si sos fan del género de monstruos gigantes, sobre todo del Godzilla clásico, vas a disfrutar muchísimo. Incluso un consumidor casual puede gustarle mucho porque es pura acción y poco dialogo que es lo ideal en este género, como dije más arriba solo algún momento de los humanos del Team Godzilla puede llegar a aburrir. Mi única crítica a titulo personal es que hay mucho Kong y no tanto Gojira, aunque en los films de versus es difícil equilibrar la balanza. Véanla, dura menos de dos horas y lo van a pasar genial. Godzilla vs Kong es como el pastel de papas: jamás defrauda.