Película de 2020 que llega a los cines este año con actores y equipo de renombre en una trama cuya premisa intenta reemplazar el juego de la ouija por un laberinto de sombras y espejos. Si se pensaba que en el terror se ha contado todo, estamos equivocados. La llamada final (The Call, en su idioma original) se sitúa en el comienzo de clases de 1987 donde Chris Mitchell (Chester Rushing) es el nuevo del pueblo y en tan poco tiempo debe acostumbrarse a esta nueva vida. Pero no está solo, lo acompaña Tonya Michaels (Erin Sanders) junto a los hermanos Zack y Brett Lambert (Mike Manning y Sloane Morgan Siegel, respectivamente). Este grupo le advierte de la existencia de una mujer acusada de ser bruja hasta que un hecho en especial provocará un efecto desencadenante del cual se verán atrapados en busca de una salida. Hasta acá parece una premisa común y corriente, lo que lo hace especial es el elemento extra que se encuentra en el guión: usar elementos tecnológicos para el plano de lo paranormal en una casa antigua, regida bajo una regla estricta a cumplir si los protagonistas no quieren salir lastimados. Producido y escrito por Patrick Stibbs, lo que falla en esta historia son muchas cosas: hay escenas que visualmente nos recordará a proyectos de ciencia ficción (y la música de la época no se queda atrás, compuesto por Samuel Joseph Smythe), la acción principal arranca recién en el segundo tercio del film ante un inicio lento e introductorio, lo que debería darnos miedo ya se vio… aunque quiero rescatar la fotografía (a cargo de Pablo Diez) que mantiene sin alteraciones un tono lúgubre, sombrío, acorde al ambiente. Con respecto a las actuaciones los aplausos se lo llevan los ancianos Lin Shayne (recordada por su papel en la saga de Insidious) y Tobin Bell (por lo mismo, en la saga Saw). El trasfondo de los jóvenes, si bien se lo conoce en el último trayecto del argumento, pierde fuerza al momento de llegar al clímax, arruinando la experiencia final porque se ha contado todo antes de tiempo. En fin, esta cinta de Timothy Woodward Jr. de tan solo 94 min es ideal para disfrutarla en el cine, pero nada más. Verlo bajo tu propia responsabilidad.
Con posible influencia del neorrealismo italiano, una historia que revaloriza los espacios naturales y resalta la avaricia del hombre por el poder. Conocida en su idioma original como Re Granchio (The Tale of King Crab), nuestro protagonista Luciano (Gabriele Silli) se encuentra rodeado de personas que no lo comprenden, un amor que parece no corresponderle (interpretada por Maria Alexandra Lungu) y un tesoro oculto en un lugar inexplorable, cuasi inaccesible. Sin embargo, no piensa darse por vencido tan fácilmente aunque parezca estar en una encrucijada todo el tiempo. Escrito y dirigido por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, el ritmo es lento, pero efectivo. Necesario para comprender el trasfondo más allá del contexto visual. Dividido en dos capítulos, dos escenarios dispares que forman parte de un mismo viaje. Por un lado, La Italia de fines del siglo XIX, un castillo y su zona rural donde el contraste social no tardará en hacerse notar. Y por el otro, La Argentina en El Fin del Mundo, un sacerdote que esconde el mapa entre sus anotaciones hacia el oro mientras exploradores de edades y contexturas físicas distintas se dirigen al mismo rumbo. Un film coproducido entre Italia, Francia y Argentina, cuyo score de Vittorio Giampietro nos marca el tempo de la acción entre instrumentos de viento y percusión. Mientras la fotografía de Simone D’Arcangelo juega con el contraste entre las locaciones internas y externas ante tonos fríos y cálidos, planos que simulan ser salidos de una pintura, el recurso del zoom-in y zoom-out (acercamiento y alejamiento) en los momentos de tensión y la imagen inicial filmada en doble exposición son los ingredientes que marcan un estilo, convirtiéndolo en algo personal. También, hay que destacar la actuación de Dario Levy que podemos apreciar en el segundo acto, un hombre que suele quedar encasillado en diversos papeles que, en esta ocasión, es creíble sin caer en la exageración. En fin, una película de 100 minutos que pareciera ser contada (quiero creer) entre trovadores y juglares de la tercera edad, pasando de generación en generación de manera oral. De ahí, en cierta forma, cobraría sentido el título.
Se dice que con este film cerraría “la trilogía” impuesta por el director sobre historias de familias disfuncionales ¿Será cierto? Argumentalmente, en una nueva comedia, seguimos la vida de David Samarás (Leonardo Sbaraglia), «el Griego», productor general del popular talk show «Hoy se arregla el mundo», donde presenta gente común y dirime conflictos de relación, de pareja, de amistad, de trabajo, de padres e hijos. El lazo más perdurable de su vida es Benito (Benjamin Otero), su hijo de 9 años, fruto de una relación ocasional (interpretada por Natalia Oreiro). La historia cambia por completo cuando se entera de que Benito no es su hijo. Entonces, la búsqueda por el verdadero papá los llevará a una encrucijada mucho más grande que la que salieron a enfrentar. Si bien esto transcurre en los primeros minutos de la cinta, quiero aclarar lo que escribí al principio. Me refiero al patrón que optó el director de repetir para sumergirnos, como sus dos anteriores trabajos “Mamá se fue de viaje” y “Sin Hijos”, en una vorágine donde el protagonista, por una causa externa, ve que su vida se transforma hasta el punto crucial de enloquecer y buscar la salida, sea como sea. En esta ocasión, Ariel Winograd opta por plasmar, a cargo de la fotografía por Félix Monti, un clima de tonalidades fríos, algo de colores saturados para escenarios específicos, y naturales para descomprimir la carga dramática. La música de Darío Eskenasi juega un rol clave para balancear la media justa de ambos géneros. Sorpresa de encontrar a varios actores en otras facetas aunque tuve sentimientos encontrados con la trama, de la mano de Mariano Vera. El problema no fue la premisa, que de por sí llega un momento a ser predecible, sino con el contenido de chistes y situaciones sexuales cuando hay un menor presente, sumado a temas fuertes como son la muerte, traumas infantiles y, algo novedoso en el mundo audiovisual que sería la excepción, el tratamiento del daltonismo como asunto hereditario. Por ende, HOY SE ARREGLA EL MUNDO, de 113 minutos, funciona tanto como una película familiar como una comedia para adultos. Un difícil equilibrio de mantener, siendo un desafío hasta para el espectador intentar comprender el tinte de la misma y si cumple con sus expectativas. Producido por Patagonik, distribuido por Buena Vista International y calificado como ATP con reservas (del cual concuerdo), recomiendo verlo bajo tu propia responsabilidad.
¿Quién dijo que las segundas partes son malas? Bueno, digamos que puede haber excepciones, más aún en el cine infantil animado. Los Wishbone están de vuelta y una nueva familia se presenta: Los Starr. Conocidos como los científicos más ricos del planeta por realizar causas benéficas, su encuentro no será de las mejores. Ante el inesperado secuestro de Baba Yagá (Catherine Tate) y Renfield (Ewan Bailey), Max (Ethan Rouse) decide utilizar el amuleto de la bruja, ahora en etapa de aprendiz, para nuevamente convertir a los cuatro integrantes protagonistas en los personajes que les permitieron autodescubrir sus virtudes y defectos, rescatarlos y descubrir el verdadero plan de los millonarios. Sinceramente, siento que esta trama es más interesante que su predecesora. Si bien era necesario entender el trasfondo de la familia principal y el viaje que tuvieron que hacer para comprender el verdadero propósito de su vida, al no depender de una fuente madre esta historia se desprende hacia un buen puerto al incorporar nuevos personajes dentro de la cultura popular del subgénero del terror: los monstruos. Incluso, en esta cinta vemos una evolución tanto en los hijos como en los padres, y en cuanto al conflicto se añade la lucha entre la magia y la ciencia, dos áreas que nunca se llevaron bien, dos polos completamente opuestos debido a su filosofía. Bajo un mismo equipo técnico, volví a tener el mismo inconveniente de las canciones utilizadas que, en esta ocasión, no superan del 2017 ¿es una broma, no? Más allá de este pequeño detalle, el film apuntado a un target ATP (Sigla de Apto Todo Público) es una digna secuela.
hay matrimonios que terminan bien… otros duran toda la vida. Esta es la premisa de Ex Casados, un film de Sabrina Farji, el primero en reiniciar su rodaje luego de las suspensiones por el COVID-19, obteniendo exitoso resultado de ningún contagio al aplicar los más estrictos protocolos de seguridad sanitaria. En cuanto al argumento es el siguiente: Todo comienza con el cumpleaños de Sonia (Jorgelina Aruzzi), una fotógrafa profesional que vive junto a su pareja Roberto (Roberto Moldavsky en su debut cinematográfico), un productor audiovisual. Deciden festejarlo en un bar privado organizado por su socio Diego (Campi), su mujer Ana (Celina Font) y su amante Armando (Matias Desiderio). Sin embargo, las cosas no salen como lo planeado. Un año después, la situación matrimonial parece no tener retorno hasta que un accidente pone todo patas para arriba. Una segunda oportunidad parece surgir, pero no todo está dicho. Yendo a lo técnico, fue filmado entre Buenos Aires y La Rioja, provincia donde se completó la etapa final, aportándole paisajes naturales que enamoran y haciendo foco especial en la Ruta del Vino, dato relevante en la trama de la película. La música original de Gustavo Pomeranec, brinda una atmósfera clave para el género apuntado. Lo visual, entre el DF (Hugo Colace) y la postproducción a cargo de Maxi Pérez, ofrece una gama de colores fríos acorde al temperamento de los protagonistas, contraponiendo con la calidez de los exteriores. El montaje de Jimena García Molt otorga un ritmo fresco para disfrutar de cada momento a su justa medida. En cuanto a actuaciones hay que destacar las participaciones especiales de Liz Solari como Laura y Gabriel Corrado como el doctor Allerand, pero hay que reconocer que la dupla principal es quien se lleva todas las carcajadas, incluso hasta en las situaciones más insólitas en donde podremos sentirnos identificados. Producida por Zoelle, RGB Entertainment, Picasso Films y Telefe Contenidos, siendo distribuida por CDI Films, esta cinta de 95 minutos cuenta con el respaldo de la plataforma de Viacom CBS: Paramount Plus. Una comedia actual que, a pesar de ciertos latiguillos verbales, contiene un guión inteligente entre la directora y Daniel Guebel, cargado de humor desopilante y enmarcada en escenarios espectaculares.