Cuchillada va, cuchillada viene, podría ser una síntesis perfecta para definir a Fuerza bruta (The roundup, 2022), película de Corea del Sur dirigida por Lee Sang-yong. El film es el más taquillero en los últimos tiempos en la historia del país asiático. Su elenco lo encabezan Ma Dong-seok, Son Suk-ku, Choi Gwi-hwa, Park Ji-hwan, Heo Dong-won, Ha-Jun. Corea del Sur continúa produciendo audiovisuales de alto impacto. Aquí, por ejemplo, la historia es un policial con mucha acción, que responde muy bien a las características de este género. La trama se remonta a 2008. El paso del tiempo se puede observar por la tipología de los celulares de ese entonces. En las primeras imágenes aparece un policía. Intercede en un secuestro dentro de un local. Él es un personaje que puede parecer un tanto gracioso, de muy buenas condiciones para la defensa corporal e interpretado por Don Lee (Ma Dong-seok). Minutos después se entenderá que es el encargado, junto a otro colega, de viajar al extranjero (Vietnam) para extraditar a un prófugo. Y esa búsqueda devendrá en otra gran búsqueda. Es, en síntesis, el héroe de la historia. Es ahí cuando aparece el otro protagonista, el opuesto, el malo, quien mata a turistas surcoreanos en otro país. También, otro que hace culto a la lucha corporal. Junto al personaje anterior, el bueno, se puede pensar en una metáfora del bien o el mal. Protagonista y Antagonista. Estructura cinematográfica clásica. Dentro de las víctimas que se carga el malo, hay un muchacho con poder económico, por supuesto, y quien no maneja la lucha corporal, pero tiene un padre que parece interesado únicamente por el dinero. Estos asuntos, que pueden funcionar como otra lectura del poder, aparecerán con la trama. Fuerza bruta es acción. Muchas manos y pocas palabras. Intenta poner en evidencia la honestidad del servicio público, es decir, la policía. Un concepto bastante construido, casi un lugar común en ciertas ficciones. Hay intervalos de gracia, más que nada en la figura de este héroe de aspecto bonachón, pero práctico en la pelea. Esta producción no escatima en escenas de acción, movimientos de cámara, persecución de autos y variedad de planos. También hay sangre, sobre todo de personajes parecidos más a extras que personajes en sí, y que, se percibe todo el tiempo, nunca podrán con la fuerza bruta del bueno y del malo. Por momentos, es un ring en diferentes espacios, al aire libre, hoteles, etc. Pero esa acción se nivela con momentos cómicos. Afortunadamente. Es verdad que la película tiene su punto fuerte en la lucha. Da la sensación que, en ese plano, la producción tiró toda la carne al asador para obtener escenas que únicamente son creíbles en una película, y no en la realidad. Sin embargo, son escenas verosímiles dentro del contexto del entretenimiento. Porque Fuerza bruta únicamente es eso: entretenimiento. Un obra en el contexto de un mercado en continua expansión, tras los éxitos ya conocidos de Parasite (ganadora del Oscar) y El juego del calamar, serie de ficción, polémica; muy discutida durante el 2021, entre otras. En esta estructura previsible, aquel fanático de las peleas, de la acción pura, vaya tranquilo, tendrá alta dosis al respecto. Pero solo es eso: un destino para el amante del género policial.
La ficción basada en hechos reales dirigida por Santiago Mitre, se estrenó en algunas de las salas del país, envuelta en un debate sobre cómo debe ser la distribución de las películas nacionales. La narración de este thriller se centra en el histórico Juicio a las Juntas, llevado a cabo 37 años atrás durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Su elenco lo encabezan Ricardo Darín y Peter Lanzani, secundados por Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi y Norman Brinski. Por su producción, tema del film e instalación en los medios de comunicación, promete ser un éxito. Días antes de su estreno, Argentina, 1985 (2022) ya generaba interés en la opinión pública. Y bastante agua pasó por debajo del puente: su paso por el Festival de Venecia, el Premio del Público en el Festival de San Sebastián, la avant premiere con famosos o su selección para representar a la Argentina en los premios Oscar 2023. Sin embargo había más, por ejemplo, la polémica por su distribución en pocas salas, dado que las principales cadenas de cine (Hoyts, Cinemark, Showcase y Cinépolis) no aceptaron las tres semanas que proponía la productora principal Amazon Prime (otras productoras intervienen también en el proyecto). Productores y elenco tuvieron que salir a aclarar que la película se exhibirá en cines tres semanas (luego continuará) y después se estrena en la plataforma. Todo lo dicho anteriormente, más el boca en boca, permitió algo que cada tanto sucede. La sala de un cine en una calle porteña estaba llena (probablemente haya sucedido lo mismo en otros espacios). En los días siguientes las redes sociales se encargaron de mostrar las largas filas en otros cines. ¿Qué sucedió en ese espacio oscuro, íntimo, donde el público se sienta a disfrutar de un momento único e irremplazable? ¿Por qué la expectativa por esta obra que sin lugar a dudas será el acontecimiento cinematográfico argentino del año? ¿Por qué se habla de esta obra y no de otras? La película tiene bastante humor; el término bastante es subjetivo, diferente en su volumen para cada individuo. Sobre los chistes, gracia o ironía de algunos personajes también se habló previo al estreno. Su protagonista, Ricardo Darín, interpretando de forma impecable a Julio Strassera, el fiscal del caso, mencionó en conferencia de prensa que el humor se utilizó para descomprimir entre tanto dramatismo, dar respiro, entre todo ese contexto duro, angustiante, complejo. El humor marca niveles emocionales en la película, sube y baja, marca un ritmo. Es a la vez una decisión estética con la cual se puede estar de acuerdo o no. Lograda, necesaria y acertada en esta oportunidad. También hay silencio. Un silencio parecido más al respeto por la historia que al suspenso cinematográfico, producto del hecho real y la verosimilitud de la narración. Además, están las imágenes con sus tonos oscuros. Diálogos y recuerdos lejanos de una época, 37 años atrás, permitiendo recordar los inicios democráticos. O rememorar un poco de cómo se vivía, para aquél que lo vivió. Es una puesta en escena correcta, prolija, en sintonía con el resto de los elementos que intervienen en la construcción de la historia. En una escena donde se encuentra el otro protagonista, Peter Lanzani, de sólida actuación, interpretando al fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo, su personaje se encuentra en un estudio de televisión. Es entrevistado por un periodista de aquel entonces. Están frente a frente. Uno pregunta, el otro responde. Hay un cambio en el eje de acción. Se ve ahora a los mismos personajes, pero no el decorado del programa, sino el público, al fondo, en la oscuridad, algo así como la penumbra. En esta escena, pública, íntima para la película, Lanzani en el rol de Moreno Ocampo dice “todo lo que el país necesita es respeto y justicia”. Estará quien pueda trasladar esa frase a la actualidad. Tal vez la decisión del realizador sea solo eso, lo concreto, mostrar la zona oscura, donde está ubicado el público. Sombras y tonos oscuros percibidos en otros momentos de la trama y que pueden funcionar como una metáfora visual: los que no están, lo no visto, lo desaparecido. Es probable que, gracias a este acontecimiento, muchas personas, sobre todo los jóvenes, conozcan algo, mucho o poquito de lo que se trató ese juicio. Tal vez aquí radique uno de los puntos fuertes de la cinta: su valor histórico, su apertura al debate. Tras ello se puede pensar cuánto de todo lo que allí sucede es tal cual cómo fue. No se debe olvidar que se ve esta historia a través de un hecho cinematográfico. Si se habla de puntos fuertes, es menester mencionar alguno débil. La película tiene cierto tono épico. La banda sonora apuesta a esa cuestión, precisamente la música. Habrá que ver si el espectador coincide o no. Esto también permite plantear si la película tiene un héroe o varios. Si esto es una crítica y hay que dar una valoración, el mejor puntaje para Argentina, 1985 es el aplauso final que recibe tras su proyección. Se habló, se habla y se hablará de esta película por muchas cosas, pero fundamentalmente porque toca un tema, toca la historia que, de acuerdo o no, une en común a todo un país.
En la película dirigida por Tom George priman el género policial, la comedia y algunos tintes del film noir. Sin embargo, es el espectador quien decidirá si el misterio le gana a lo cómico o es al revés. Sencilla en la estructura que se plantea, la historia de Mira como corren (See How They Run, 2022) transcurre en Londres, en los años cincuenta. En un teatro se representa la taquillera obra “La Ratonera”, de Agatha Christie, la dama del policial. Un director de cine tiene las intenciones de llevar esa obra a la pantalla grande. Y entre vestuarios, sombras y falsas puertas, lo matan. El hecho implica la llegada de los personajes principales a la escena del crimen, lógico: dos policías de Scotland Yard a cargo de encontrar la verdad; resolver el misterio entre bambalinas, desprolijidades y algo de intriga. Muy distintos uno del otro, el inspector Stoppard (Sam Rockwell) tiene experiencia. Ella, Constable Stalker (Saoirse Ronan) comienza en el mundillo de la función policial. Ambos serán el hilo conductor de la trama, o, en todo caso, ambos son a la vez la totalidad de la película. Casi, por decirlo de alguna manera, todo pasa por ellos. Y si hay un duelo de actuaciones, ella es la que se lleva los aplausos. El humor puede ser sutil para algunos, irónico para otros, o muy inglés para unos pocos. Sobre humor, es como con los gustos, no hay nada escrito. El espectador podrá reírse de situaciones diferentes: las características de los personajes, el contexto de una institución o las internas del medio del espectáculo. Pero parte del humor dependerá del conocimiento cinematográfico y teatral que el espectador disponga en su acervo cultural. En cierto sentido, hay guiños que funcionan como chistes internos en la película. Además de una impecable puesta en escena, el film tiene un elenco secundario de importantes actores y actrices. Los que corren, como reza el título, son Ruth Wilson, Reece Shearsmith, Harris Dickinson, Charlie Cooper, Shirley Henderson, Lucian Msamati, Pippa Bennett-Warner, Pearl Chanda, Paul Chahidi, Sian Clifford, Jacob Fortune-Lloyd, Tim Key, Ania Marson y David Oyelowo. Mira como corren es a la vez muchos homenajes: al cine, al teatro, y a Agatha Christie, desde luego. Es el ir y venir de una trama. Es pensar en los entretejidos de los personajes. Es un momento para entretenerse. Es pensar si uno queda conforme con el final o hubiera preferido otro. Es como una lectura visual de otro libro de la dama del policial.