“Amamos a nuestra madre sin saberlo, solo tras el último adiós somos conscientes de la profundidad de ese amor”. Guy de Maupassant (citado en el inicio de “J’ai Tue Ma Mére” pelicula de Dolan) Mommy2 Diane (Die) Després (Anne Dorval ) debe retirar a su hijo adolescente Steve (Antoine-Olivier Pilon) del reformatorio por que han cambiado las leyes de una Canadá Futura donde todo padre puede manifestar su impotencia para criar y controlar a su hijo y lisa y llanamente entregarlo al (des) cuidado del Estado. Pero Diane decide intentar lo que no pudo hacer hasta ahora: ser una madre responsable. Viuda, elegante y seductora cree poder reencauzar la vida de un hijo que padece AD/HD (Déficit Atencional e Hiperactividad) un mal sin cura farmacológica y donde la posibilidad de un tratamiento psicológico ni siquiera se menciona. Aislado y sin posibilidad de socializarse la última posibilidad para Steve de no pasar a la tutela del Estado es su madre que no sabe todavía si es capaz de serlo. Al principio Diane emprende con entusiasmo su relación con Steve y ambos se tratan al principio como dos desconocidos, en esos diálogos iniciales la ausencia paterna aparece como marca indeleble, como un hueco en la relación y en el espíritu joven y turbado del chico. Diane (firma “Die” en los formularios) pronto se dará cuenta del lo difícil que resulta criarlo, sin nadie que lo cuide cuando trabaja el chico se dedica a patinar por unos suburbios solitarios de Quebec y a crear problemas dentro y fuera de la casa, generando primero preocupación y luego miedo en Diane después de una discusión que termina con una escena donde Steve intenta golpear a su madre y termina accidentado. Cuando Diane pierde el trabajo, cierta desesperación se apodera de ella y como si fuera una particular hada madrina una nueva vecina (Suzanne Clément) llamada Kyla cura las heridas de Steve y en ese gesto irá mostrando interés por conformar un especial trío. Kyla es Maestra y se encuentra con tiempo libre ya que está gozando de su año sabático, habla con cierta tartamudez producto de un conflicto nunca develado y se vuelca al cuidado y la enseñanza de Steve con una dedicación y un compromiso mayor a los que manifiesta para su propia hija atendida y cuidada por su esposo que comienza a preocuparse por la distancia que establece Kyla con ellos. La nueva vecina no tarda en ganarse el afecto y la confianza de Steve en un vínculo con matices sexuales y maternales que son la causa de un nuevo equilibrio energético en el imprevisible adolescente mientras que generan en Diane una fugaz felicidad mientras acumula trabajos de toda índole. Las madres que aparecen en las películas de Dolan son de todo menos madres y esa ausencia es física, no hay abrazos ni besos y el contacto es tan esporádico como las sonrisas por eso reluce la violencia como símbolo de esa falta, en el mejor de los casos se transforman en compañeras o amigas a las que se les dedica amores u odios tal como lo vive Steve en Mommy, como si toda la suerte de nuestra vida emocional dependiera de la construcción mítica de ese vinculo, como si fuera una particular y extraña representación del legado de Don Sigmund. Mommy también es una radiografía de una sociedad donde el Estado recoge lo que ha sembrado. Décadas donde el sistema ha producido ciudadanos orientados al consumo y obsesionados en construir una vida “individual” aislada del resto aún cuando esos “otros” sean hijos y parejas. El resultado no es otro que una sociedad desoladora, sin sensibilidad ni compromiso por su propia construcción social. Foucault había explicado como los manicomios y las cárceles se ocupan de distinta manera con aquellas personas a las que el capitalismo no podía usar como fuerza de trabajo, el sobrexcitado Steve no tiene lugar en esta sociedad de calma resignación que nos muestra el director. Tal vez como Birdman de Iñarritu su destino está n el aire. Dolan en su quinto film, a los 25 años nos muestra cuanto de promisorio puede ser su carrera, su películas son vistas y premiadas en distintos Festivales (“Cannes lo ama” dijo en la presentación del ciclo el Señor Frèmaux). Mommy está un peldaño por debajo de la poéticamente oscura “Tom at the Farm” y de la brillante y provocadora “Laurence Anyways” siendo también notable su capacidad para contar historias no convencionales y dirigir actores con tan poca edad, por eso es realmente incomprensible cierta “ferocidad” de algunos críticos que lo único que parecen destilar es envidia. En fin… de carne somos y a veces madre hay una sola y tampoco sabemos si eso es bueno.
El cine popular y militante, el cine como instrumento de conciencia y de acción política en la argentina tiene una rica tradición que podría comenzar con el grupo liberación que produciría la famosa película “la Hora de los Hornos” con referentes fílmicos e ideológicos de peso como Octavio Getino, Gerardo Vallejo y Fernando “Pino” Solanas, que buscaban a través del documental avivar el debate político. También podríamos rescatar el cine de Leonardo Favio que trataba de escenificar desde la ficción los conflictos sociales. Ambos asumían su militancia peronista. El documusical de Marcelo Goyeneche Las enfermeras de Evita que se estrenó esta semana se inscribe en esa tradición de cine militante, en tiempos en que las barreras del documental y la ficción se han caído para potenciar sus atributos en su mixtura. Se trata del relato de cuatro enfermeras egresadas de la Escuela de enfermería creada por la Fundación Eva Perón, y a través de sus testimonios conocemos momentos históricos de la Argentina como la muerte de Eva, el golpe militar al General Perón y las atrocidades de la Revolución Libertadora. Estas mujeres cambiaron sus vidas para siempre en su dedicación a los demás, vivieron la gloria y la humillación de un país que se desangraba gracias a una oligarquía que deseaba continuar con sus privilegios. Ese país que parece muy lejano, aún conserva las heridas de la dictadura militar, heredera de aquella que privará a las protagonistas de la continuidad de su vocación al servicio del enfermo y del necesitado. María Eugenia Álvarez, María Luisa Fernández, Lucy Rebelo y Dolores Rodríguez son las enfermeras del título y transmiten todos los sentimientos posibles, admiración, pesar, vergüenza pero por sobre todo orgullo de ser enfermeras, orgullo de haber trabajado para un proyecto nacional, y orgullo porque no fueron derrotadas ni quebradas no solo por el poder de los tiranos de turno sino por la indiferencia y la injusticia. Nostálgicas de un país que no pudo ser aún conservan su fuego interior, para orientar a las nuevas generaciones. Interpretadas en la ficción por las actrices y cantantes Magali Sánchez Alleno, Melania Lenoir, Andrea Lovera y Deborah Turza, la película conjuga de una manera armónica el testimonio, el documental y un cierto aire de musical que si bien no aporta al mensaje indica una búsqueda del director por lograr nuevas estructuras estéticas para plasmar la vieja tradición del cine militante. Además la pelicula gana en claridad conceptual, histórica e ideológica con los aportes de la licenciada en enfermería Beatriz Morrone. Sigue importando que los hechos producidos y a su vez silenciados por las dictaduras sean visibles a través de sus protagonistas, que con valentía quieren contarles a las nuevas generaciones como se construyó y se destruyó un proyecto popular. El cine militante pese a quién le pese sique vivito y coleando.
Riggan Thomson (Michael Keaton) levita en su camarín como si aquel don del supehéroe del titulo se le hubiera quedado pegado en el alma. Su camarín es el centro de su universo en donde juega a un caprichoso Dios tratando de gobernar su planeta que es un teatro perdido en Broadway. levitación El ex Batman intenta ser director de teatro de una obra de Carver (“De qué hablamos cuando hablamos de amor”) con actores de pasado “aéreo” como Naomi Watts (a través de las manos peludas del amigo Kong), Edward Norton (dando saltos verdes cuando se transformaba en Hulk) y con una asistente / hija como Emma Stone (que viene de colgarse de las telarañas de Spiderman) y en un segundo plano Andrea Risenborou (la pareja “atmosférica” de Tom Cruise en Oblivion) como su atribulada pareja. En este teatro / mundo Micheal Keaton es gobernado por la histeria del inminente estreno y por eso vuela a través de los pasajes laberínticos del teatro tratando de aumentar sus problemas personales y artísticos que un serio Zach Galifianakis (me gusta más con resaca) como amigo y productor intenta desesperadamente solucionar o por lo menos aplacar, todo atravesado por la luminosa presencia técnica de un excelente Emmanuel Lubezki otro especialista en ingravidez como lo demostrara en la película del otro mexicano Alfonso “Gravity” Cuarón. En este clima de vuelo ácido, la película de Iñarritu parece un cambio de sus anteriores producciones mucho más dramáticas y “pesadas” (si hasta “21 gramos” nos recuerda el sistema de pesas y medidas) aquí reina la ironía y la crítica al mundillo artístico, la “Babel” propia transformada en el infierno tan querido. Si hay una constante con sus anteriores producciones es la dialéctica de la conservación/búsqueda/perdida del amor, en Birdman no hay accidentes que cambien la vida de los personajes (muerte, enfermedad y discapacidad como en las anteriores), no hay historias paralelas ni realismo crudo que convergen en un punto, hay una historia de desamor rica en matices que esperan ser interpretados. Como en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Borges la ficción se apodera de la realidad y el texto de Carver se hace cargo de darle una definición a la vida de un esperpéntico actor/director/ ex – superhéroe que además de querer volar necesita un destino. Algo del clima de Birdman me recuerda a la inigualable All That Jazz de Bob Fosse, en su feroz autocrítica del mundo ególatra del espectáculo y en el derrotero de los artistas Michel Keaton y Roy Scheider (¿No lo rescata Fosse a Scheider del pesado traje del heroico “jefe Brody” del Tiburón 1 y 2?). Sin embargo All That Jazz le saca distancia en casi todos los rubros empezando con la diferencias de guión que en ATJ está magistralmente construido como un musical dentro del musical y en Birdman nos encontramos con un guión irregular, poceado, como los baches que tanto conocen Giacobone y Bo (guionistas argentos de la película) de la linda Buenos Aires, con momentos interesantes como los monólogos interiores/exteriores del joven Birdman y Riggan y los diálogos suicidas de la dupla Stone/Norton en la terraza del teatro y con otros trayectos algo desparejos y esterotipados como los diálogos entre la crítica todopoderosa del The New York Times y Keaton y los lamentos culposos de nuestros actor y héroe principal. Armando Bo Jr. y Nicolás Giacobone, recuerdo, tuvieron su estreno local en el Bafici 2012 con El último Elvis, la opera prima de Bo Jr., que también retrataba a un artista deprimido y marginal cuyo mérito era ser imitador del gran Elvis con similares problemas familiares que Birdman, siendo todo su sueño conocer un lugar mítico y desconocido llamado Graceland. Señala Diego Battle en su crítica a la película que el cambio de firma que hace el director del Gonzalez Iñarritu por el de G. Iñarritu anticipa el cambio que después vemos en el film, yo agregaría que con la inclusión de Gicobone y Bo, el armado de un nuevo colectivo se parece más a un cierto despojo autoral y a una economía formal que recién empieza. Si no contamos a Patoruzú, nuestra cultura carece de superhéroes con tanto pecho inflado, pero sí tuvimos en el 29 festival de Mar del plata una importante representación de selectos y ultramimados directores locales y extranjeros que se pavonearon en algunas conferencias a veces hasta tomando el pelo a los espectadores/periodistas que preguntaban. ¿Qué tipo de película hubieran hecho Iñarritu/ Giacobone/Bo si se hubieran inspirado en nuestra autóctona fauna narcisa? UP IN THE AIR.
Con el cambio de milenio, la vieja magia de Disney comenzó a declinar en cuanto a la aceptación de sus films por parte de la platea infantil ya que el cuento mágico siempre orientado a la moraleja olía a muy viejo en el mundo donde ya reinaban en la TV los Simpsons. Pixar y luego Dreamworks fueron la alternativa fílmica a Disney. La primera fundada por el ex Apple Steve Jobs en 1986, la segunda fundada en 1994 por un ex Disney (Katzenberg), David Geffen y Steven Spielberg. Con historias como la serie Shrek, El Espanta Tiburones, Madagascar, Bee Movie, Kung Fu Panda, Monsters vs Aliens, Cómo entrenar a tu dragón y Megamind, Dreamworks forjó un tipo de animación que, a la par que reformulaba el viejo cuento infantil, hacía ingresar al mundo de la animación la narrativa “adulta” construyendo un producto plurigeneracional. En La citada Madagascar del año 2005 cuatro animales bien distintos naufragaban en una isla que de solitaria no tenía nada. Con cierta influencia de la serie de culto “Lost”, que ya contaba con dos temporadas, estos náufragos encontraban una serie de personajes entre ellos unos pingüinos que formaban un especial y entrañable grupo comando cuyo protagonismo fue creciendo en las películas que siguieron hasta tener su propia serie televisiva con gran éxito en la audiencia infantil. Como película, Los pingüinos de Madagascar, estrenada la semana pasada, es una ampliación de la serie televisiva y esa es su mayor debilidad. Es un entretenimiento instantáneo por lo empáticos que resultan Rico, Skipper, Cabo y Kowalski (homenaje al marinero polifuncional Kowalski de la serie de los 60’ “Viaje al fondo del mar”). Su director Simon J. Smith también dirigió otro producto Dreamworks, Megamind, al que el villano de pingüinos se le parece demasiado…. Igual este tipo de entretenimiento, si bien abunda en guiños para los adultos, se construye bajo la vieja dicotomía de héroes y villanos, y revisten con cierta empatía a personajes cuyas referencias en la vida real no nos resultan tan simpáticos. Ya pasaron más de 40 desde que Ariel Dorfman y Armand Mattelart escribieran “Para leer al Pato Donald”, un ensayo —o «manual de descolonización», tal como lo describen sus autores— que analizaba los valores que se traficaban en las historias del ratón más famoso y más allá de la empatía que me despiertan los pingüinos del film, siguen siendo comandos Navy Seal, cuerpos de élite de la marina que matan a civiles en Oriente Medio y que la reciente American Sniper recrea polémicamente. A la luz de los nuevos paradigmas del entretenimiento infantil y juvenil, se impone una nueva lectura de estos productos y nuevos cánones de producción de contenidos más vinculados a las temáticas sociales e históricas de nuestra Latinoamérica. Los esfuerzos locales como los de la señal Paka Paka muestran que podemos construir personajes que sirvan para recrear nuestra historia y nuestros vínculos con el mundo sin necesidad de promover mundos ilusorios como el que inventara Disney en Orlando que hoy genera miles de millones anuales para la factoría norteamericana. Reírse con nuestros hijos de estas películas también supone una cuota crítica a los mismos para que sepan de qué se habla cuando cuatro pingüinos se autodenominan “Navy Seals”. Por suerte hay productos como el de Zamba y sus amigos que les permiten a los chicos entretenerse conociendo y desacartonando a nuestros héroes haciendo que la propia historia sea material atractivos de lectura y esparcimiento.
Cuando la guerra es el hogar Desde U571 (año 2000) y Día de Entrenamiento (Training day 2001), como guionista, pasando por Vidas al límite (Harsh Time 2005) y Sin tregua (End of Watch 2012), ya como director, la filmografía de Ayer es irregular, física, áspera y visceral. La tensión entre el deber y la corrupción, el heroísmo “sucio” en los barrios marginales, la droga y las ilusiones rotas fueron ejes fuertes desde donde este director construyó su literatura visual. El ex Marine (revistó como técnico de sonar en un submarino nuclear, el USS Haddo) ha demostrado cómo hacer películas en donde el drama y la acción se conjugan vigorosamente. Como en los ejercicios fílmicos de Abel Ferrara, en los bajos fondos del Imperio hay culpa y castigo, crimen y redención, con una obvia influencia de ese cristianismo irreverente de Martin Scorsese. Ayer conoce las barriadas latinas de Los Angeles porque allí nació y se crió, conoce las sensaciones encontradas y angustiantes de portar un arma para usarla, matar está siempre presente en sus obsesiones. Ayer filma sus ficciones con el latido de sus vivencias, como si hacer cine fuera la única forma de convivir con el horror, como lo hizo Oliver Stone con “Pelotón”. A punto de estrenarse Fury es una historia diferente a las anteriores, en ella Ayer se muestra más contenido, menos frenético, más ordenado como si el aumento del presupuesto (influye la presencia de Brad Pitt como productor) le obligara a usar traje por sobre las habituales zapatillas y jean. Ayer sabe trasmitir lo que quiere pero tal vez remarca en demasía cierto perfiles de cada personaje que los vuelve estereotipos, sin embargo todo su arsenal está en la sensorialidad de la guerra de tanques que a la postre es la virtud superlativa del film. In Utero fury in utero Tanto en U571 como en Fury la acción bélica se desarrolla en la segunda guerra mundial, la primera en el encierro de un submarino, la segunda en el encierro de un tanque. En este clima de relativa asfixia los seres humanos se vuelven vulnerables e inestables. Esa vulnerabilidad se remarca en Fury porque se trata de la suerte de un grupo de soldados dentro de un gastado tanque Sherman, saturado de combates, que se enfrenta a los temibles tanques alemanes. Es históricamente cierto que los Panzer alemanes eran superiores en cuanto a blindaje y poder de fuego a los Sherman por eso la película encuentra su heroicidad en esta nueva versión mecanizada de David (Ayer) y Goliat. El cine tiene una limitada pero rica tradición en este tipo de películas, hechas desde Hollywood como Cross of Iron (1977) de Sam Peckinpah, The Desert Fox: The Story of Rommel (1951) de Henry Hathaway y Battle of the Bulge (1965) de Ken Annakin o desde otras filmografías como la italiana El Alamein – La linea del fuoco (2002) de Enzo Monteleone y la más reciente desde Israel Lebanon de Samuel Maoz (2009). Se puede establecer una comparación entre Lebanon y Fury, en ambos el tanque es el único lugar seguro, un “hogar” (así lo define el personaje de Brad Pitt) pero mientras en Lebanon la cámara emula la visión de los soldados a través de la mira del artillero en Fury es a la inversa lo que vemos es la experiencia de los soldados, miedo y furia. Al interior de Fury los vínculos son de amor/odio con una figura sádica / paternal de Wardaddy (Pitt). Como si fuera un útero blindado: dentro de Fury se vive y se muere, se come y se orina y hasta se insinúa como un lugar para el encuentro sexual. Película de aprendizaje Como en día de entrenamiento la unidad de tiempo y espacio sirve para mostrar como un novato debe aprender a matar en pocas horas. El horror entonces se vive a través de los ojos de un aprendiz, inmaduro e inocente que en una era el personaje de Ethan Hawke y aquí es el de Logan Lerman. En Fury no hay espacio para hombres ambivalentes como en anteriores películas de Ayer, el deber se impone hasta el sacrificio, se trata de héroes tan lineales, planos y sencillos que tienen actitudes brutales e infantiles, ese es el efecto de la guerra en los hombres. De nada vale que Norman quiera mantener su conciencia limpia, para la guerra no sirve la conciencia. Así pensado Fury es una película de aprendizaje y lo que enseña es a matar rápido. fury 3000 El enemigo es el Hogar El mismo Ayer explica en una entrevista su experiencia como submarinista y también el vacío que provocó en los soldados y en el Ejercito la caída del muro de Berlín, el enemigo desparecía sin ser vencido. Hubo que reconfigurar eso que podríamos llamar “La subjetividad de la guerra”. Si ya los objetivos no eran la defensa del mundo libre contra el totalitarismo (eufemismo para decir Comunismo) ¿Cuáles eran los nuevos enemigos?. Ya vimos cómo Fury pertenece a una larga tradición de cine bélico pero en cierto modo rompe con el tipo de soldado que experimentaba la guerra como un momento terrible pero transitorio, por eso la ilusión de los soldados era volver a su hogar definido por esposas. Hijos, novias, familia. Se era soldado porque lo que estaba en peligro era la vida civil. En Fury nadie tiene, como antaño, una foto de un ser querido, Wardaddy dice “el tanque es mi hogar”, porque la guerra ya no es experimentada como un hecho transitorio, es permanente y de eso versan distintas películas como la caída del Halcón negro (Ridley Scott) Vidas al límite y la noche más oscura (Kathryn Bigelow), la guerra es adrenalina y sadismo, la guerra es una gimnasia que nos prepara para más guerra, donde no hacen falta ideales. La guerra es un fin en sí mismo. Todo soldado se vuelve mercenario porque aunque tenga bandera a la cual representar es un engranaje del negocio de la guerra, tanto por el control y explotación de las riquezas del país que se conquista sino por la venta de servicios y armas que empresas privadas le venden a los Ejércitos / Estados. El soldado es el obrero sin plusvalía, producen muerte y terror a la población civil para que otros puedan desarrollar la expoliación. Si hay algún valor es la camaradería, ya no se puede regresar a la vida civil (recordar el deambular sin sentido en un supermercado del desactivador de bombas de “vidas al límite” y el llanto de la agente de la CIA llevando el ataúd de Osama Bin Laden en “la Noche más oscura”, ahora la guerra es el hogar, el enemigo es el hogar. «Las ideas son pacíficas, pero la historia es violenta». dice Wardady , en el utero de fury solo se pueden parir asesinos, esos que necesita cualquier guerra, esos que necesitan la Industria Militar.
“El cine surge de la observación inmediata de la vida, pues la imagen fílmica es en esencia la observación de un fenómeno inserto en el tiempo.” Andreí Tarkovsky en “Esculpir en el Tiempo” “Filmar un día como si fuera el día del Ulyses de Joyce” – Jean Luc Godard (entrevista) “La muerte no es más que la victoria del tiempo. Y fijar artificialmente las apariencias carnales de un ser supone sacarlo de la corriente del tiempo y arrimarlo a la orilla de la vida. André Bazin “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. .J.L. Borges, “Nueva refutación del tiempo”, Otras inquisiciones, 1960 (Citado en Alphaville) Adieu… es una obra de 70 minutos que pueden parecer demasiado si no tenemos cierta actitud “Godard”, por eso mismo se debe evitar la reacción inmediata al finalizar el film porque se corre el riego de contradecirse cada cinco minutos y llegar a un tipo de parálisis donde toda idea resulta escasa, inoportuna, evitable. Por lo tanto todo intento de crítica debe considerarse provisorio sujeto a enmiendas, tachaduras y omisiones. Hay muchos conceptos que la proyección no permite: 1) Como el conocido cuadro de René Magritte diría Esto no es una película, más bien se parece a un catálogo de imágenes e ideas, experiencias y parodias al formato 3D, un punteo visual más cercano a una videoinstalación que a una film. 2) Si no es una película tampoco hay actuaciones: Salvo al perro (Roxy según los créditos) a los actores no se los ve casi nunca de cuerpo entero y son pocas las veces que se puede vislumbrar sus caras y sus voces suponen parlamentos que nunca son diálogos. AL5 3) Planos y 3D: La fotografía es nítida, brillante y colorida cuando se trata de escenas que carecen de humanos (la naturaleza y el perro) cuando retrata personas todo es confuso, angular con planos superpuesto como si quiera emular la perspectiva cubista. Sobre el 3D recomiendo leer la puntuación técnica / critica de Alejandra Portela en este sitio. 4) ¿Guión? ¿Qué es eso? Hay una tenue línea argumental (dos parejas y sus conflictos) como si la historia se redujera a ser solo una cinta transportadora que sirve para mostrar reflexiones discursivas y fílmicas, similar a la estructura de Favula la película de nuestro Raúl Perrone vista en el último festival de cine de Mar del Plata. 5) Me gusta / No me gusta: ¿Qué tipo de juicio estético productivo se puede lograr desde esta relación empática e instantánea sobre el objeto artístico? Como primera reacción esa que uno tiene al salir del cine, la película no es “agradable” ni “cómoda” como si fueran los pasos que propone Godard para salir de la cueva platónica de la encadenada percepción actual. Confrontación y Acumulación Godard produce en la confrontación y acumulación de estilos y de géneros, así se construye la mítica Alphaville donde novela negra y ciencia ficción se conjugaban de una manera paródica, Adieu…se edifica con esa matriz dual: reflexión y escatología, Iphone y libros, cine digital y cine analógico, naturaleza y vida humana, documental y ficción, como si buscara una nueva forma de conquistar cierta totalidad y de alguna manera oponerse al ya canonizado discurso de la fragmentación. En la primera incursión 3D que fue “Trois Désastres”, Godard ya anticipaba el gesto de Adieu…el cine como un palimpsesto, conformados por capas de distintos orígenes, documentales, películas propias y sonidos donde voces y ruidos se superponen. Roxi , también partícipe en tres desastres, parece ser el símbolo de lo que está fuera del lenguaje y por lo tanto de la tragedia de lo humano , como si el amor incondicional quedará condenado a un gesto solitario e incomunicable, como si hacer arte suponga siempre una pérdida, un cierto tipo de sacrificio sin redención, donde lo importante es hacer y no parecer “cine” , con casi 100 films Godard es lo más parecido a un camino… El cine como experiencia social Un tipo de experiencia social del lenguaje ha muerto, debates que no son debates, conferencias que no lo son, cines que no tienen el bullicio de quiénes quieren reflejar sus ideas, personas enfrascadas en sus iphone (diría Luca), un tipo de experiencia social del arte y del lenguaje ha pasado a ser historia, por eso ese espíritu vanguardista que circula por todo el film reivindica al manifiesto, al debate, a la ideología. Desde el VHS al DVD la tecnología de la imagen y del cine ha mejorado nuestra experiencia personal del Arte pero ha reducido su expresión social, esa que teníamos en la época en que nunca hubiéramos dejado solo a un perro como Roxy, que en la película vagabundea por parajes donde pareciera no existir la vida humana. En el Gaumont…. Una paradoja se daba en la tumultuosa y aplicada audiencia del día viernes 5 de Diciembre en el histórico y afrancesado Gaumont, algunos espectadores quedaron tan perplejos que chistaban cuando un celular (en el film) sonaba y creían que sonaba en el film cuando sucedía en la realidad como si el arte tomara por asalto nuestra percepción, en el final muchos espectadores volvieron rápidamente a la sala creyendo que la función continuaba cuando luego de los créditos apareció por unos instantes Roxi como mostrando que ni los más elementales limites convencionales serían respetados por un señor llamado Jean Luc Godard. El arte es tal vez la historia de una derrota, de esa que nace cuando entendemos que un libro, una pintura, una partitura no pude superar la finitud de la vida. El Arte nos propone otra cosa que la vida, es como un planeta donde no hay gravedad, donde las leyes se van creando, donde la trascendencia es la menos importante de las obsesiones, aquí nos alucina el color, la forma, el ritmo, la melodía. Quizás Godard sea visto en el futuro como un cine capaz de influir en la forma en que percibimos e interpretamos los signos de la vida/arte y en ese sentido toda esta incomodidad sea el mismo lenguaje del futuro. Tal vez no….