Madre no se nace, se hace. Pupille se esfuerza por brindar diversidad de enunciaciones ante el proceso de adopción entendido de manera compleja y emocional. Théo es un bebe cuya madre biológica decide, definitivamente, entregar en proceso de adopción luego de dar a luz. La joven Clara (Leïla Muse) es interpretada con gran consistencia, en un sistema de salud integral donde incluso el derecho a preservar su identidad se encuentra resguardado. Asistimos a la empresa de una asistente social encargada de llevar el caso con total profesionalismo, cada uno de los personajes se muestra dotado de contradicciones y bondades propias de los retratos más tímidamente humanistas. Sin perder de vista que la enunciación de cámara vacila por momentos en una subjetiva propia del protagonista desfilan gran variedad de personajes que construyen una red de contención y fortalecimiento del acontecimiento final: la adopción como la culminación de un proceso que involucra diversidad de personalidades y estados presentes en diferentes estadios. Tanto la mirada como la palabra se consolidan como pilares constructores de las relaciones puestas en pantalla, para ello el juego de planos y ciertas decisiones de guion resaltan la reflexión sobre el trato interpersonal y el vínculo respetuoso con el infante. Toda la contención que Théo necesitará es la posta que su madre adoptiva Alice (Élodie Bouchez) construye a través de la superación de múltiples adversidades presentadas vía flashback, el pasado del personaje es un camino arduo que construye un estadio feliz en el encuentro con el hijo anhelado. Aquí no se presenta una cuestión de “tenencia”, sino más bien de caminos separados que se cruzan para compartir el futuro y seguir superando la adversidad en el crecimiento colectivo. Sin recaer en dramatismos propios de ciertas temáticas abordadas, Pupille se desarrolla integral y reflexiva tanto de las problemáticas que aborda como de los medios formales con los que las representa. EN BUENAS MANOS PUPILLE. Francia/Bélgica, 2018. Guion y dirección: Jeanne Herry. Intérpretes: Sandrine Kiberlain, Gilles Lellouche, Élodie Bouchez. Duración: 110 minutos.
“Los adoptantes”, de Daniel Gimelberg Por Mariana Zabaleta La sociedad del espectáculo necesita carne nueva, las llamadas “minorías identitarias” aparecen en las novelas y las películas actuales cada vez mas. Siempre representadas, nunca presentadas, estos estereotipos variopintos conquistan por su gracia y la entrañable cercanía de una injusticia latente. Los adoptantes es una comedia burlona de uno de los “sueños americanos” más presentes de la actualidad. Los continuos guiños a una plástica comunidad gay argentina consolida en lo kitsch su valor más tercermundista. Las pretensiones del guion se ven tensionados en el planteamiento de un tema problemático, y actual, en vinculo con el genero elegido. Una comedia de adopción, o de “búsqueda familiar”, si se puede decir así, tiene una forma clara donde los personajes abordaran peripecias materiales y emocionales para llegar a la meta. La construcción de un “hogar” implica ahondar en las identidades y sus historias, puestas a prueba ante la posibilidad de la paternidad. Una forma simple, Martin y Leonardo quieren adoptar y casarse, vivir felices como toda pareja gay de clase alta que dispone de amplios espacios, en altos pisos, para contemplar y expandir sus horizontes solo enmarcados por “jazzeos” sufribles. Las peripecias del payaso tristón (Spregelburd en la burda mueca del hombre niño en búsqueda de su identidad) y su compañero el payaso de la televisión (Diego Gentile en un personaje que recuerda a un conocido conductor de televisión). “Desear tener” destaca prontamente la dificultad burocrática que implica el proceso para nuestras instituciones, lastimosamente la comicidad burlona, que marca el pulso light, enchastra el problema para resumir en la mufa de “todes contra el Estado”. Es comprensible, el “Desear tener” dista mucho del “Desear adoptar” pero ante nosotros los personajes citadinos palpitan el ritmo de la mercancía. Ante la urgencia la dinámica del reality mete la cola, Martin es un hombre de la televisión. Hoy en día nuestras modestas estrellas han distinguido sus procesos de tenencia, elección, compra y subrogación sin problemas, por tanto absolutamente nada de lo planteado incomoda en este guion. Niños probeta, niños de casting, desfilan los niños en la televisión, antigua y profanada carne televisiva. LOS ADOPTANTES Los adoptantes, Argentina, 2019. Direccion: Daniel Gimelberg. Interpretes: Rafael Spregelburd, Diego Gentile, Soledad Silveyra, Marina Bellatti. Duración: 105 minutos.
“Sólo una mujer”, de Sherry Hormann Por Mariana Zabaleta Este folletín posmoderno oscila entre premisas de la deconstrucción critica más ranciamente idealista y la atomización multiculturalista. Enunciación por demás progresista que habla el idioma abstracto del occidente más colonial. La historia versa sobre Hatun “Aynur” Sürücü, una joven musulmana que, criada en Alemania, narra los múltiples casos de acoso que sufrió a lo largo de su vida por su familia ultra religiosa. Basada en un caso real se trata de un dialogo “anulado” entre identidades culturales diferentes. Un intento pueril de “desoccidentalizar” una problemática que nace de un disentimiento plenamente político. Para la Aynur reconstruida por la voz en off el “reconocimiento del otro-familia” equivale a incrustar su imagen en un catálogo de diferencias. Su voz omnipresente conmina a sus familiares a responder a la brutalidad del culto como la privación de libertades. En contraparte su accionar durante toda la trama es juzgada como crítica y resistente a estos dictámenes de poder e imposiciones convencionales. Lo que lleva a pensar qué clase de resistencia resulta más dramática, si la de la preservación de tradiciones e identidades colectivas debilitadas por la globalización y el exilio o la de las propias realizaciones individuales de una mujer en Alemania contemporánea. Claramente la propuesta toma partida por la última, el polo de la anunciada víctima, para denostar la noble necesidad que el material documental presenta en la película. Información y ejercicio de compresión se ven claramente degradados ante la potencia del morbo que alimenta el drama completo. Lo único que nos permiten las fotos y el video de la escena del crimen, como también los retratos de Aynur viva, son conectar los signos del crimen con la referente real. Menuda manipulación por demás perversa. La escena posmoderna vuelve a representar incesantemente el hiato entre el colono y lo colonizado, el amo y el esclavo: negación doble, sorderas repetidas. El pensamiento posmoderno se presenta como una metodología de la descolonización, cuyo centro la deconstrucción sirve supuestamente para debilitar y quitarle legitimidad a la lengua del amo, aquí no veremos las aristas y rispideces del desacuerdo más bien toda metodología abreva al drama que toma partido en la vida de Aynur conduciéndola a la tragedia anunciada. La propuesta no inaugura un espacio de discusión honesto sobre la problemática de los migrantes en Alemania, más bien opera sintetizando y caricaturizando un culto bajo esquemas capitalistas ideales para el consumo de un público distante y la “bien fundada” critica occidental. La diferencia, la multiplicidad de culturas, el mestizaje y la diversidad serán banderas de la libertad cristalizados en la polaridad de los esquemas binarios y jerárquicos que se auto-señalan como perversos. SÓLO UNA MUJER Nur eine Frau, Alemania, 2019. Dirección: Sherry Hormann. Guión: Florian Öller. Elenco: Almila Bagriacik, Meral Perin, Mürtüz Yolcu, Jacob Matschenz, Rauand Taleb, Armin Wahedi Yeganeh, Mehmet Atesci, Merve Aksoy, Özgür Karadeniz, Lara Aylin Winkler. Producción: Sandra Maischberger. Distribuidora: Mirada Distribution. Duración: 90 minutos.
“Muralla”, de Gory Patiño Por Mariana Zabaleta Bolivia 2020 muestra los dientes. Urbana, pagana y oscura, cóctel explosivo que relata desde el doble filo de la maldad. Su protagonista “Muralla” Rivera (Fernando Arze Echalar) es un ídolo futbolístico, más que popular, devenido conductor de un minibús que recorre las turbias calles de La Paz. Su presente palpita al pulso de la urgencia, su hijo espera una operación que definirá su continuidad en este mundo. Muralla transita la ciudad y en la oscuridad conoce a los múltiples agentes del mal, malandras de última hora que se dedican a lucrar con el secuestro y la sustancia que consume las almas de los citadinos. En su descenso al infierno, el fin-la vida de su hijo- justifica los medios, pacta crueles tratos con los diablos. Un catálogo de pagas retribuye el secuestro y la entrega de personas a una red de tráfico de drogas y de trata de blancas. En primera persona vemos la labor de Echalar por construir un Muralla decadente, sumido en la desesperación y la contradicción de esperar el bien por el camino del mal. Este factor impregna la ciudad, intrincada, sin opción a una mínima configuración u ordenamiento espacial para el espectador. Perdidos, Patiño nos entrega el descenso, la decadencia moral y la crueldad como lugares reales de los que no se puede escapar. El salvajismo de la selva se cristaliza en la dinámica impúdica de las urbes latinoamericanas, construyendo verdaderas ciudades góticas donde la injusticia y la crueldad son monedas corrientes. Una vez concretado el pacto la ambigüedad del mal hace sentir su efecto, el medio condena el fin anhelado por Muralla, convirtiendo su periplo en una pena. Planos contrapicados y primera persona otorgan gran dinamismo a un drama que por momentos obtiene ribetes de thriller negro. Consolidado antihéroe Muralla camina por el borde de la maldad tratando de retomar la estabilidad, la venganza y la búsqueda de la ofrenda otorgada a los demonios parecen el único plan de redención. El final será cosa tan antigua y popular como los periplos relatados en los libros antiguos. MURALLA Muralla. Bolivia, 2018. Dirección: Gory Patiño. Guion: Rodrigo Patino, Fernanda Rossi, Camila Urioste. Intérpretes: Pablo Echarri, Juan Carlos Aduviri, Luis Aduviri, Fernando Arze Echalar, Freddy Chipana. Duración: 110 minutos.
“Mujer en guerra”, de Benedikt Erlingsson Por Mariana Zabaleta Una profesora de coro conoce el poder del colectivo, las voces se mezclan en fuerza y vibración dando impacto a la canción. Halla es una doble agente que tiene una hermana gemela, la película explota la figura del doble con gran interés remarcando la soledad y la colectividad como dos extremos en plena tensión. Un escenario utópico donde una simple profesora de coro, otra igual de yoga, tienen resuelto por presupuesto su pasar económico y dan rienda suelta a sus egos es pos de la humanidad. La “buena fe” batalla incansable entre quien pone su voluntad en la meditación, por un mundo mejor, y quien pone manos a la obra en la ejecución de pequeñas, pero resonantes, operas de vandalismo organizado. Este retrato explota la soledad de Halla, en su activismo ecológico, como una forma de promesa hacia un futuro colectivo; la noticia de la posible adopción de una niña ucraniana funcionara como un vuelco dramático en la narración propuesta. La fina línea entre el activismo y el vandalismo dimensiona el uso y manejo mediático que se dan a estos actos. La mujer de las montañas tiene una misión muy clara, sabotear las líneas de energía de una empresa multinacional que se encuentra en expansión. Los asesores políticos y los agentes de los medios se reúnen en un lugar sagrado para diseñar el relato que hará uso de las performances de Halla, queda señalado por Erlingsson la tensión entre dichos actos y la posterior repercusión y uso de los mismos. Una propuesta critica, montada sobre un relato dramático que le da un marco de corrección política muy acertado. La “tierra” acompaña a Halla en los cantos y la música folclórica, presencia constante que no entorpece al mostrar el cuerpo y la presencia de los ejecutantes. La guerra ha dinamitado su forma dando lugar a nuevos protagonistas y nuevas formas, Halla es una superviviente que conoce el terreno mucho más que su enemigo, la familia y los dioses están de su lado. MUJER EN GUERRA Mujer en guerra, Islandia y Ucrania, 2018. Dirección: Benedikt Erlingsson. Intérpretes: Halldóra Geirharðsdóttir, Davíð Þór Jónsson, Magnús Trygvason Eliassen, Omar Gudjonsson. Duración: 101 minutos.
“Iniciales S.G”, de Rania Attieh y Daniel Garcia Por Mariana Zabaleta La historia podría tranquilamente ser un cuento de Fontanarrosa, al compás del café y los tragos el negro mil y una veces fabuló personajes como Sergio Garces (Diego Peretti). Un tipo de esos tantos, capitalinos de pura sepa, la crisis de los 50´s los engalana de la peligrosa aceitosidad que emana la grasa de las capitales. Garces, como Boggie, recorre la ciudad mezclándose con la mullida fauna nocturna. Actor de segundo plano, amante empedernido, son muchos los apodos, y las cicatrices, que surcan la pantalla. La cara-mascara de Peretti se manifiesta cada vez más preparada, los diálogos parecen sobrar como estrategia para reconstruir a un personaje tan taciturno y oscuro como entrañable. La ira de Garces construye un raid de situaciones donde el humor negro es el preponderante. Gran parte de la puesta se encuentra enfocada en la construcción de un personaje marcadamente principal, y que paradójicamente se entiende a sí mismo como “extra protagónico”. El amor al cine de aquellas almas en segundo plano, carne vital de la pantalla que nunca llegan a mayor reconocimiento que la impresión de sus iniciales en los créditos. El pulso costumbrista lo inyecta la relación íntima de Garces con el futbol, correspondencia ontológica que inyecta la magia mundialista a gran parte de la historia. Ligado al futbol y al cine siempre decanta alguna mujer fatal, en este caso el personaje de Julianne Nicholson se “acomoda” simpáticamente a la historia del gigolo devenido en criminal. Una historia divertida con sólidos personajes y situaciones que rayan lo inverosímil, acompañada de un soundtrack que marca un pulso liviano y atractivo. INICIALES S.G Iniciales S.G, Argentina, EEUU y Líbano, 2019. Dirección: Rania Attieh y Daniel Garcia. Intérpretes: Diego Peretti, Francisco Lumerman, Malena Sánchez, Daniel Fanego y Julianne Nicholson. Distribuidora: Digicine. Duración: 98 minutos.
“El silencio de otros”, de Robert Bahar y Almudena Carracedo Por Mariana Zabaleta Lo documental y lo testimonial se sacan chispas, relucen en esta propuesta que como un torbellino no para destruyendo el anquilosado silencio y el falso olvido. La cultura de la memoria es un valor que todos los argentinos sentimos propio, este documental permite conocer la relevancia de tamaña empresa que aún hoy tiene universales e innumerables batallas por conquistar. La voz en off es concisa, nos conduce a través del proceso judicial denominado “Querella Argentina”, iniciada en 2010 por la jueza María Servini. Iniciando con solo dos querellantes los testimonios comienzan a sumarse lentamente, la enunciación se encarga de revisar y corroborar el porqué del reinante silencio. La Ley de Amnistía Española fue firmada en 1977 por el rey Juan Carlos II, aún vigente reproduce vívidamente el flagelo a una población que aboga por el silencio ante el horror. El aparato estatal Español, en su conjunto, se ampara bajo ella para seguir reivindicando el silencio por sobre la justicia. La cámara encauza, nuevamente, al testimonio como punta de lanza. El terror como herencia se reformula en fuerza vital, asistimos al traspaso generacional de un legado en búsqueda de justicia. Ya sean restos de un familiar fusilado, la búsqueda de un hijo perdido, o el reclamo por la impunidad de los represores vivos, todo lo expuesto muestra la extensa y emotiva complejidad de los hechos pasados y presentes. Desde el suelo argento la impasividad e irresponsabilidad maligna del aparato estatal Español resulta desdeñable. Podemos ver como el titánico trabajo de los querellantes y los abogados que siguen la causa se ve continuamente frustrado por el poder español. El fantasma de Franco es el ánima del mencionado aparato estatal, el olvido pisa con impotencia un pacto social sumamente endeble pero que hace estragos en las nuevas generaciones que desconocen, sin tapujo, su más pesada herencia. La tiranía del olvido nunca reina, las múltiples líneas del sistema represivo pasado y actual son denunciadas a viva voz. Mucho más que una película, un gesto de hermandad en pos de romper con tan pesadas cadenas. A donde vayan, por más recóndito y perverso sea el sistema que los ampare, los iremos a buscar. EL SILENCIO DE OTROS El silencio de otros. España/Francia/Canadá/Estados Unidos, 2018. Dirección: Robert Bahar y Almudena Carracedo. Guión: Robert Bahar, Almudena Carracedo, Kim Roberts y Ricardo Acosta. Elenco: María Martín, José María Galante, Carlos Slepoy, Ana Messuti, María Servini, Felisa Echegoyen, María Ángeles Martín, Ascensión Mendieta, María de las Mercedes Bueno, Jesús Muñecas Aguilar. Duración: 96 minutos.
“Ted Bundy: Durmiendo con el asesino”, de Joe Berlinger Por Mariana Zabaleta Películas de asesinos seriales hay un montón, sobre “perejiles” muchas menos. Esta es una película de Netflix (durmiendo con el enemigo), así que olvídense de la súper acción Hard R que siempre promete el nombre de Ted Bundy. No es casualidad que este retrato ahonde mucho más en el largo y complejo historial judicial que llevo a Bundy a desfilar por diversas Cortes y prisiones norteamericanas. Joe Berlinger, como director, profundizó las complejidades e irregularidades del sistema procesar norteamericano con su trilogía “Paradise Lost”. Nuevamente en el tema se permite construir un retrato que da protagonismo a las “víctimas vivientes”; una madre soltera encuentra un entrañable compañero de vida en lo que sabemos es una bestia. No siempre la bella transforma a la bestia, y en esta retorcida versión el laboratorio Disney nos entrega otro Zac Efron 100% artificial. El sincretismo perfecto para caracterizar la “magia” del psicópata norteamericano. Hacedores de historias, estos maquiavélicos sátiros son los preferidos para alimentar el morbo de la prensa amarillista. Berlinger opta, con astucia, mechar pequeñas perlitas documental para fogonear el interés en su historia. John Malkovich gana el premio al “remo” de la película al interpretar a un juez deslumbrado por un Bundy en pleno uso de sus facultades intelectuales. Lejos del glamour caníbal Bundy es retratado como un hombre dominado por una pulsión suprema. Una fuerza que lo lleva tanto hacia la masacre como a la conquista de un showman nato. Privado de su libertad, pero en plena conciencia del ojo ávido de la cámara, este Bundy se esmera en demostrar su inocencia. Sin lugar para los grises, la verdad solo es revelada para quien conquista el corazón de la bestia. TED BUNDY: DURMIENDO CON EL ASESINO Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile. Estados Unidos, 2019. Dirección: Joe Berlinger. Guión: Michael Werwie. Intérpretes: Zac Efron, Lily Collins, Kaya Scodelario, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Angela Sarafyan, Dylan Baker, Brian Geraghty, Jim Parsons, Haley Joel Osment. Producción: Joe Berlinger, Nicolas Chartier, Michael Costigan, Ara Keshishian y Michael Simkin. Distribuidora: BF + París Films. Duración: 110 minutos.
“La escuela contra el margen”, de Lisandro González Ursi y Diego Carabelli Por Mariana Zabaleta El margen, como la membrana, son espacios de tránsito y contención. Algunos llegan, otros se van, muchos están allí desde hace una vida. La secundaria Manuel Mujica Lainez hace honores a su patrono, este documental da espacio para que sus habitantes cuenten su historia enternecedora y crítica. Como en Acá y Aculla (de Hernán Khourian, también estrenada este año) un docente se anima a la destrucción. En este caso Florencia se pone al hombro un curso de activos (por no decir revoltosos) adolescentes. La propuesta queda clara de una, Florencia no anda con rodeos y sabe que los pibes y pibas la miden a cada instante. Nada de giladas, en el aula se plantea un trabajo honesto y horizontal que los tiene de protagonistas. Primeras voces que tímidamente comienzan a expresar las problemáticas del día a día. El ejercicio de la memoria tiene por protagonistas los hechos ocurridos en diciembre de 2010 con la toma del Parque Indoamericano. Un evento que se cobro la vida de tres personas y puso en tensión a toda la comunidad de Lugano, lejano Sur invisibilizado por el resto de los Porteños. La astuta cámara nos muestra el proceso y progreso del proyecto de los chicos en el aula, gran trabajo audiovisual que entrega “perlitas” de gran belleza sobre la vida cotidiana en la escuela. La portera que hacendosa los recibe, las preceptoras haciendo la vista gorda a las faltas, un director preocupado en pensar colectivamente los conflictos territoriales que tienen a la escuela como espacio de contención y resolución para una comunidad que afronta todo tipo de estigmas. En esta escuela ninguna definición es cerrada, los pibes y pibas no paran de debatir enérgicamente exponiendo sus posturas. Su energía es aplanadora, chocan y se sacan chispas, su ejercicio es plenamente político. Una propuesta que se desarrolla y concreta en plena colectividad, derribando todos los estigmas. Sin duda una experiencia transformadora tanto para sus protagonistas como para los espectadores. LA ESCUELA CONTRA EL MARGEN La escuela contra el margen. Argentina, 2019. Dirección: Lisandro González Ursi y Diego Carabelli. Duración: 90 minutos.
“Dogman”, de Matteo Garrone Por Mariana Zabaleta A orillas del río Tibet se cuentan historias ancestrales, el paisaje contagia la nostalgia de los parques de diversiones abandonados. Dogman resulta una buena puerta de acceso a la pujante obra de Matteo Garrone, otra historia cargada de opaca sensibilidad. La trama sencilla gira en torno del peluquero canino Marcelo, su vida transcurre en un clima pueblerino cargado de momentos gratos. La búsqueda de verosímil construye personajes que rozan los arquetipos más populistas: los tonos elevados, tanto en el amor como en la enemistad, parecen los propios del pulso italiano. Rozando lo caricaturesco Marcelo recuerda el lánguido y afectuoso rictus de Buster Keaton. Las mejores escenas lo muestran vinculándose con su hija, una relación espontánea y afectiva que busca continuamente crecer a través de la experiencia. Este y tantos otros vínculos construyen a Marcelo como un tipo cuya transparencia se ve hostigada por el pandillero del pueblo. El personaje de Simone se presenta como la contracara de Marcelo, un Remo para nuestro Rómulo pone en conflicto el hábito y estatus del protagonista. El relato se torna conflictivo luego de que la ilegalidad irrumpe y convive lentamente con Marcelo. Una cosa lleva a la otra y lo que parece que culmina en un estallido nunca termina por explotar. Marcelo pierde su vida (excepto el vínculo con su hija), para terminar encontrándose en un final totalmente díscolo. Resulta difícil imaginar una satisfacción ante el final propuesto, pero la suma de tensión remarca el componente psicológico que es destacable. Tan salvajes y sometidos, hasta el final fieles con los nuestros, al igual que los perros. DOGMAN Dogman. Italia/Francia, 2018. Dirección: Matteo Garrone. Guión: Matteo Garrone, Massimo Gaudioso y Ugo Chiti. Intérpretes: Marcello Fonte, Edoardo Pesce, Nunzia Schiano, Adamo Dionisi, Francesco Acquaroli, Gianluca Gobbi, Alida Baldari Calabria, Laura Pizzirani, Giancarlo Porcacchia, Aniello Arena. Duración: 103 minutos.