Luna Nueva:
Yo fui un Drácula adolescente
Para ver la saga Crepúsculo uno debe armarse de mucha mucha paciencia. Paciencia de que el argumento nunca arranque, paciencia de que en algún momento quizás los actores dejen de sobreactuar y mostrar gratuitamente sus abdominales y anabólicos tórax, y paciencia de que a pesar del leve incremento de presupuesto, los horribles efectos especiales siguen siendo dignos de una película clase B. Pero aun la persona más paciente del mundo está destinada a llevarse la peor decepción.
Mientras que a mitad de año algunos aseguraban que Transformers 2 iba a ser la película más “pochocleramente” desagradable del 2009, seguramente ya estén retractándose si es que tuvieron la oportunidad de ver Crepúsculo.
No hace falta haber leído la novela para darse cuenta que evidentemente ha habido una mala interpretación de la principal línea argumental. La película se trata única y exclusivamente de la empalagosa relación entre los vampiritos Bella y Edward, siendo el tema del vampirismo algo completamente circunstancial y por momentos tomado con indiferencia. Cada vez que aparece un hecho sobrenatural tanto los personajes como los espectadores lo toman como algo totalmente normal e inocuo.
Nueva Luna NO es una película de vampiros u hombres lobo, es un endulzadísimo drama adolescente (dos términos sumamente sobrevalorados y contradictorios hoy en día) que solo puede emocionar a un jovencito en pleno proceso hormonal.
En lo que a la banda sonora respecta, una vez más hicieron un uso que no tiene absolutamente nada que ver con ningún momento del film. La música está supuesta a acompañar y contribuir a cada momento de tensión o emoción, pero en vez de eso, lo único que hace es darle cierto aire “cool” a los personajes con el presunto fin de que el adolescente público sienta identificación para con la pareja protagonista. Por más que haya bandas contemporáneas de cierto renombre, de la talla de Muse y Tom Yorke, las canciones se encuentran absolutamente fuera de lugar.
Si hay algo que el mercenario director Chris Weitz (quien de entrada dijo que solo hacía esta película por dinero) interpretó perfectamente es que tenía en sus manos una suerte de best seller multiplataforma en el cual indiferente del producto final y sus infinidades de falencias, habría de ser un gran éxito comercial. Basta con mencionar que en Estados Unidos, tan solo en la pre-venta ha superado con creces los números de Harry Potter, Star Wars III, y hasta la última Batman de Christopher Nolan.
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