La vuelta de un héroe xXxtremo Las sagas de películas de acción suelen ser muy bien recibidas por los espectadores de todo el mundo y es por eso que este tipo de films no tienen techo, siempre surge una nueva idea para continuar la historia. Casi todos los años tenemos en la cartelera un nuevo largometraje de Rápidos y Furiosos, 007 o sobre algún superhéroe como Batman, Superman, Spiderman o Iron Man, en cintas que los reúnen o que tratan sus aventuras individualmente. Sin embargo, hay otras sagas que tienen mayor tiempo de pausa entre película y película como es el caso de xXx. El atleta extremo Xander Cage, interpretado por Vin Diesel, vuelve en 2017 a la pantalla grande con xXx: Reactivado (xXx: Return of Xander Cage), luego del éxito cosechado con xXx en 2002 y en el interín una secuela titulada xXx: Estado de Emergencia (xXx: State of the Union, 2005), aunque esa no contó con la participación de Diesel. En xXx: Reactivado, el atleta extremo y super espía Xander Cage, alias “xXx” (Vin Diesel), sale de su autoexilio, luego de que todos creyeran que estaba muerto, para salvar al mundo de una posible catástrofe. Un grupo de villanos comandados por Xiang (Donnie Yen) robó una poderosa arma denominada “La Caja de Pandora”, la cual tiene la función de controlar satélites militares, que en manos equivocadas, es capaz de generar daños letales. Para resolver la misión encomendada por el gobierno, Xander recibe la ayuda de un grupo de reclutas predispuestos a las aventuras más extremas y explosivas. Ambos grupos se enfrentarán en una carrera por tener a cargo “La Caja de Pandora”, ya sea para proteger o destruir el planeta, en medio de una conspiración mortal de la corrupción de los gobiernos del mundo. xXx: Reactivado, bajo la dirección de D.J. Caruso, cuenta con todos los elementos esenciales que debe tener una película perteneciente al género de acción: persecuciones, tiroteos, peleas, armas, explosiones, robos, traiciones, héroes y villanos. Si bien ha pasado más de una década de los largometrajes anteriores, la película se adapta perfectamente a los cánones de los films de acción de la actualidad y brinda una buena propuesta que no decae en ningún momento, manteniendo la atención del espectador escena tras escena. La ya conocida idea de “salvar y proteger al mundo” encuentra una nueva arista en esta historia que, si bien tiene varias situaciones predecibles, no deja de captar a los seguidores del género. El problema aparece al plantear varios conflictos consecutivos y distintos tipos de antagonistas, con “volantazos” imprevistos, que no dan tiempo a procesar las parciales resoluciones. En cuanto a las actuaciones, Vin Diesel demuestra nuevamente a través de su fusión de rudeza y humor por qué es uno de los representantes del cine de acción actual y uno no podría imaginarse a otro actor como Xander Cage. Donnie Yen personifica correctamente al villano, al igual que el resto del reparto brinda actuaciones adecuadas a los personajes que llevan a cabo. También hay apariciones especiales, como el cantante Nicky Jam y el futbolista Neymar, con el fin de convocar a sus fanáticos, que es algo a lo que ya estamos acostumbrados luego de las participaciones de cantantes como Don Omar o Romeo Santos en la saga Rápidos y Furiosos. Respecto a los aspectos técnicos del film, cuenta con destacable trabajo de montaje en las escenas de acción que transmiten directamente la tensión y la adrenalina a los espectadores. Los paisajes urbanos y las paradisíacas playas son indicados para ubicar espacialmente la historia. La banda sonora está integrada por diferentes estilos musicales, permitiéndose la inclusión de canciones latinas, que así como pasó en la franquicia de los autos veloces, le dan un aire fresco a la música de los films de acción. “Xander Cage ha vuelto más xxxtremo que nunca”, dice la publicidad de xXx: Reactivado, y la película cumple con las expectativas de lo que promociona: hay alrededor de 100 minutos a pura acción de la mano del arriesgado Xander Cage. Con escenas de riesgo, peleas, tiros, persecuciones, traiciones, héroes y villanos, la película, a pesar de sus conflictos en el guión, se convierte en una gran propuesta para los fanáticos del género de acción y Vin Diesel, y en una buena experiencia cinematográfica para los espectadores en general.
Una venganza sin sabor El género road movie (películas de carretera) y las rivalidades futboleras entre dos potencias en este deporte como son Argentina y Brasil se fusionan en el film Decime que se siente. La venganza. La película dirigida por Fernando Frahia lleva el título del popular himno mundialista que fue cantado sin parar por los hinchas argentinos en cada partido que jugó la selección nacional durante el mundial Brasil 2014 en contra de los hinchas brasileros. Por otra parte, el film también lleva el subtítulo de “la venganza” ya que dos brasileros se encargan de tomar cartas en el asunto no solo por los argentinos que entonaron reiteradamente el cántico en Copacabana sino también por la infidelidad cometida por la novia de uno de ellos, pero no con cualquier hombre… sino con un argentino. “Brasil, decime qué se siente, tener en casa a tu papá. Te juro, que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar: que el Diego te gambeteó, que Cani te vacunó, que estás llorando desde Italia hasta hoy”, dice el comienzo del popular himno mundialista. La película Decime que se siente. La venganza se centra en la historia de dos amigos brasileros, Caco (Felipe Rocha) y Vadao (Daniel Furlan), que a través de una larga travesía a bordo del auto de uno de ellos intentarán llevar a cabo su venganza. Todo comienza cuando Caco encuentra a su novia brasilera Julia (Leandra Leal) teniendo sexo con Facundo (Adrián Navarro), un millonario elegante, dueño de restaurantes, prestigioso chef y como bonus… argentino, que es una de las peores desgracias según la consideración del protagonista. Su mejor amigo, Vadao, lo invita a vivir un viaje lleno de disparatadas situaciones con destino a Buenos Aires, cuyo objetivo es cambiar el ánimo de Caco y, además, como parte de la venganza, tener relaciones sexuales con una mujer argentina. Sin embargo, distintas situaciones cambian sus pronósticos y nada sale como lo habían planeado. En el camino se cruzan con personajes como: una novia que escapa con su vestido en plena celebración de su casamiento (Ana Pauls); un mecánico del que necesitarán su oficio (Sebastián Presta) y un grupo musical (Aylin Prandi, Gastón Ricaud) en plena gira. “A Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer, Maradona es más grande que Pelé”, concluye el cántico mundialista. Si bien, uno supone una “gran rivalidad entre las nacionalidades”, desde el punto de la comedia que es el género de la película, ésta no termina de reflejarse del todo. El “Decime que se siente” y la idea de la “venganza” aparecen pero no logran ser plasmadas completamente. Hay varios comentarios en el guión referidos a “si es Maradona o Pelé el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos”, “que Argentina perdió una final de un mundial de fútbol” pero “Brasil fue derrotado por 7 a 1 por el seleccionado alemán de fútbol” o si “los argentinos no somos humildes”, entre tantos comentarios y chicanas que son recurrentes en las charlas entre brasileros sobre los argentinos, o viceversa. Pero el espectador se queda con ganas de un poco más. La historia plantea una premisa interesante, innovadora al fusionar el género road movie con una venganza entre personajes pertenecientes a ambos bandos de una histórica rivalidad futbolística y también se hace presente el amor, o mejor dicho desamor, que siempre está vigente y, en este caso, origina algunos conflictos. Sin embargo, lentamente con el correr de los minutos la película entra en una meseta de y, luego, concluye de manera apresurada con resoluciones predecibles, y en ciertos puntos inconclusas, que atentan contra la originalidad inicial. En cuanto a las actuaciones, hay un desequilibrio entre los protagonistas, ya que si bien entre ambos se nota la buena química y los actores se complementan correctamente, la espontaneidad y acidez de Vadao, interpretado por un Daniel Furlan que se luce en cada escena, opacan al personaje de Caco, compuesto por Felipe Rocha, quien en reiteradas situaciones pierde protagonismo y es él en cierto punto quien encontró a su esposa en pleno acto de infidelidad y en quien no aparece muy clara la idea de venganza. Respecto a las actuaciones secundarias, todos tienen sus momentos de lucimiento, pero sobre todo se destacan la desopilante y auténtica novia compuesta por Ana Pauls y el cómico y picante músico interpretado por Gastón Ricaud. En cuanto a la fotografía y la banda sonora, Decime que se siente. La venganza cumple correctamente y ciertas canciones musicalizan adecuadamente el largometraje. “Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo”, afirmaba el célebre escritor William Shakespeare. La película plantea, en cierto punto, una situación como la que mencionaba Shakespeare en la que los protagonistas inician el camino de una venganza que, no saben que les puede traer más complicaciones que beneficios. Decime que se siente. La venganza es una propuesta interesante y original pero que se estanca durante su desarrollo y culmina de manera abrupta, con algunos personajes muy bien compuestos y otros a los que les falta mayor precisión. Una venganza sin sabor.
Amigos: Ayer, hoy...¿siempre? La temática del fútbol vuelve al cine nacional en este 2017 de la mano de Línea de cuatro (2016), pero de manera diferente a otros films argentinos que trataron contenidos futbolísticos el año pasado como Hijos nuestros (2015) de Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez o El hijo de Dios, un western bíblico futbolero (2016) de Mariano Fernández y Gastón Girod. En este caso también hay una dupla a cargo de la dirección del film, integrada por Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich, que plantean una historia centrada en una reunión entre los cuatro protagonistas, quienes se juntan para mirar la final del mundial de fútbol entre Argentina y Alemania, pero este acontecimiento funciona como marco del relato ya que la película se centra en las conversaciones entre este grupo de amigos, muchas de las cuales los espectadores sentirán de cerca por haberlas tenido en algún momento con sus grupos de pares. “La final del mundial. Una tele. Cuatro amigos. Nada puede salir mal. O sí…” es la premisa inicial que plantea Línea de cuatro. Mientras las principales calles de la ciudad de Buenos Aires están totalmente vacías por la final del mundial de fútbol 2014 disputada entre Argentina y Alemania, cuatro amigos treintañeros se reúnen en el departamento de uno de ellos, Germán (Carlos Eisler), quien está en una relación amorosa oculta. Con el correr de los minutos van apareciendo en el encuentro el resto de los integrantes del grupo, Martín (Diego Echegoyen), que regresa al país ya que desde hace un par de años vive en Alemania; Javier (Alejandro Lifschitz), que se está por casar; y Pedro (Alejandro Hener), que es padre separado con un hijo a cargo suyo. El living funciona como el escenario principal para que se conforme “la línea de cuatro” y los protagonistas interactúen mientras en simultáneo miran el importante evento futbolístico. Como en todo partido, ya sea desde el lugar de participante u espectador, las apuestas no tardan en aparecer y es cuando estos amigos juegan que si Argentina pierde, dos de ellos contarán una verdad que los otros no sepan, y si el seleccionado gana los otros dos relatarán sus sinceridades. Sin embargo, las veracidades no resisten hasta la conclusión del partido y comienzan a exponerse durante la juntada, dejando en evidencia los verdaderos conflictos que hay entre ellos, donde los secretos priman sobre las complicidades y donde la muerte del quinto amigo del grupo, acontecida años atrás, vuelve al eje del debate y aumenta la tensión de los hechos. “El resultado del partido ya se sabe, el de la apuesta que hacen no. Todo pasa en esos 90 minutos”, postula la publicidad del film y esto realmente sucede ya que todos conocemos acerca de la derrota de Argentina frente a Alemania en la final del mundial de fútbol Brasil 2014. Sin embargo, los directores, Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich, hicieron un muy buen trabajo de articulación entre la reunión de los protagonistas y el acontecimiento deportivo que los agrupa, ya que la película dura prácticamente noventa minutos como un partido. Los directores logran su objetivo debido a que hacen que el espectador quiera ver el film segundo a segundo tal como querer seguir jugada a jugada de un partido de fútbol. El hecho de contar con una sola locación podría haber sido una desventaja a priori pero la variedad de planos y la detallada escritura de los diálogos, hacen que la historia fluya sin inconvenientes y no caiga en estados monótonos. En las conversaciones entre los amigos están presentes todos los temas de debate que surgen en un grupo de pares adulto convencional: fútbol, política, economía, estilo de vida, amor, sexualidad, formación académica, éxitos, fracasos, anécdotas pasadas, entre tantos otros asuntos que aparecen correctamente hilados a lo largo de la historia y muy bien estructurados con los conflictos que surgen en cada uno de ellos. Las actuaciones son notables y aportan gran parte del fluido ritmo de la película, donde los actores componen personajes con los que es imposible no sentir identificación con al menos una característica de alguno de ellos. Si bien todos están en un nivel actoral semejante y por dicho motivo la amistad entre los personajes resulta verosímil, se destacan los trabajos de Alejandro Lifschitz, en el rol de Javier, y Alejandro Hener, en el papel de Pedro. La única falla de la película se manifiesta con ciertos detalles de las historias individuales de cada uno de los personajes que quedan inconclusos. No obstante, Línea de cuatro cuenta con un final muy destacable por su originalidad e ingenio, algo así como definir una excelente jugada con un gol que marca la diferencia. “La verdadera amistad no se trata de ser inseparables, sino de poder estar separados y que nada cambie”, afirma una frase acerca de la amistad y esto se analiza en la película, donde un grupo de amigos treintañeros reunidos por la final de un mundial de fútbol demostrarán si, a pesar de no verse seguido como en su juventud y guardar consigo mismos distintos tipos de secretos, son capaces de mantener la amistad que los unió décadas atrás. Línea de cuatro es una película en la que el partido entre Argentina y Alemania funciona como contexto para que los conflictos y las verdades salgan a la luz, y descubrir si a pesar de esto la amistad de la juventud puede seguir vigente como desde un principio. Una historia innovadora en nuestro cine, con actuaciones destacables y diálogos para reflexionar sobre el valor de la amistad adulta.