La historia de un improbable esquiador de la década del ochenta podría haberse convertido en un telefilm o documental de canal de deportes, pero Volando Alto (Eddie the Eagle) logra ser una comedia dramática que entretiene y nunca pierde su ritmo. Su protagonista es Taron Egerton, que está muy lejos de su Eggsy de Kingsman: El servicio secreto (2014). En este caso interpreta a Michael Edwards, conocido como Eddie, un muchacho con pocas aptitudes para el deporte pero decido a convertirse en atleta olímpico. Eggsy se hubiera burlado hasta el cansancio de Eddie, dueño de unos anteojos casi tan grandes como su torpeza. Y aunque muchos en verdad se burlaron y le dijeron que jamás alcanzaría su meta, él puso todo su esfuerzo en conseguirla. Con el afán de competir en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1988, Eddie viaja a Alemania para practicar su deporte definitivo: salto de esquí. Los que logran convertirse en profesionales empiezan las prácticas a los 5 años, pero el veinteañero Edwards nunca pisó una pista de nieve en su vida. Eso no lo detiene, y las risas que provoca en los demás solo lo llevan a practicar más. Su suerte mejora cuando conoce a Bronson Peary (Hugh Jackman), un ex atleta que, aunque al principio lo ayuda a regañadientes, se convertirá en su entrenador. Que Eddie es un desastre nadie lo cuestiona, pero su voluntad se antepone a cualquier dificultad. Es una historia de superación al igual que muchas otras, entre las que se podría destacar la reciente Joy (también distribuida por Fox), pero a diferencia de la película de David O. Russell, Volando Alto no necesita de golpes bajos para mostrarle al espectador que los sueños no son imposibles de alcanzar. Con humor y calidez, el director Dexter Fletcher muestra la evolución del británico que se ganó el apodo de “El águila”, a la vez que entrega escenas de acción sobre la pista de esquí. La dupla Egerton/Jackman es el gran hallazgo de la película, la química entre ellos se nota y se disfruta. Ambos actores irradian simpatía y se mueven con total comodidad en el género. Egerton se camufla en el aspecto ñoño de Edwards y Jackman, eterno Wolverine que no envejece, vuelca todo su encanto. Cristopher Walken, Jim Broadbent y Tim McInnerny tienen roles menores pero aportan su granito de arena, al igual que Keith Allen y Jo Hartley, que interpretan a los padres de Eddie. La música ochentosa y los efectos especiales utilizados en las escenas de esquí se funden para conseguir la vibra de la época en la que está ambientada la película, sin perder su aire moderno. La larga carrera actoral de Fletcher le sirvió para observar y aprender del trabajo detrás de cámaras, lo que se nota en su tercera película como director. Puede que Volanto alto no llegue a la estratosfera, pero logra despegar en tiempos de remakes y extensas franquicias.
Po, el panda experto en artes marciales, vuelve a los cines cinco años después de Kung Fu Panda 2, que terminó con un pantallazo a la aldea donde habitan los de su misma especie, incluido su padre biológico, el puntapié para esta nueva historia. En la tercera parte de esta franquicia, las responsabilidades pesan sobre los hombros de Po. El maestro Oogway, la sabia tortuga que seleccionó al panda como el Guerrero Dragón, habita el mundo de los espíritus, y es allí donde su antiguo enemigo Kai le da batalla. Kai vence a Oogway y le quita su chi, la energía que fluye a través de todo ser vivo. Po desconoce estos sucesos ocurridos en el otro plano y que es él quien deberá derrotar al malvado Kai, que se dirige a su encuentro.
Michael Caine y Harvey Keitel protagonizan “Juventud” (Youth), el último film del italiano Paolo Sorrentino, que en 2014 se llevó el Oscar cuando La Grande Bellezza fue seleccionada como mejor película extranjera. Alejado de Roma, pero fiel a temas como la vejez y la decadencia, el napolés pone el foco en dos amigos que pasan sus vacaciones en un lujoso hotel en los Alpes suizos. El pasado y el olvido son algunas de las cuestiones que envuelven a estos amigos que intercambian inquietudes en sus caminatas.
La chica danesa pone a Eddie Redmayne, ganador del Oscar por su interpretación de Stephen Hawking en “La teoría del todo”, de nuevo en un rol que requiere un radical cambio de imagen y el compromiso de llevar al cine una historia basada en hechos reales. Se trata de la vida de Lili Elbe, la primera mujer trans que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo. Este filme es una adaptación de la novela homónima de David Ebershoff, que se basó en los diarios que escribió Elbe. Redmayne interpreta al pintor Einar Wegener, casado con Gerda (Alicia Vikander), también artista. La narración comienza en la década del veinte en Dinamarca, mostrando la vida de estos pintores y su relación como pareja. Todo indica que se trata de un matrimonio feliz, que disfruta de su compañía y el arte. Einar y Gerda se aman y tienen planes de formar una familia. El panorama comienza a cambiar cuando Gerda, preocupada por su trabajo, le pide a su marido que pose para un cuadro que necesita terminar, para lo que él debe usar prendas femeninas. Lo que pareció un simple juego de roles demostró ser algo más para Einar, que comenzó probándose vestidos y maquillaje para luego reconocer su identidad como mujer.
Robert De Niro y Zac Efron protagonizan esta comedia (no apta para todo público) en la que un abuelo, que tiene más ganas de divertirse que su propio nieto, hará todo lo posible para sentirse joven de nuevo. Mi abuelo es un peligro (Dirty Grandpa) es encabezada por uno de los actores más reconocidos de la industria, que participó en películas como Toro Salvaje y El Padrino II, y por ambas fue premiado con un Oscar. De Niro no es un nombre menor cuando de cine se trata, pero sus últimas participaciones no parecen indicar lo mismo. Por otro lado está Zac Efron, que saltó a la fama cantando y bailando en High School Musical, y conquistó innumerables adolescentes. Quizás no parezca la mezcla más homogénea a simple vista, pero De Niro y Efron logran convencer a la audiencia de que son parientes, y de hecho sus rasgos físicos ayudan en la comparación. El problema no está en la relación entre estos personajes, sino en el guion que da vida a sus aventuras Pocos días antes de su boda, Jason Kelly (Efron) asiste al funeral de su abuela, que falleció después de luchar contra el cáncer por varios años. Dick Kelly (De Niro), el reciente viudo, le pide a su nieto que lo lleve hasta Florida, ya que en esa época del año él y su esposa solían ir a vacacionar. Además de los planes para el casamiento, Jason debe encargarse de su trabajo en la firma de abogados de su padre (Dermot Mulroney), pero ante la insistencia de su abuelo, y que la travesía aparenta ser inofensiva, lo acompaña en la carretera. Apenas comienza su aventura Jason se da cuenta de que su abuelo no es quién él creía. Dick es jovial, fuerte, temerario y tiene muchas ganas de divertirse. El supuesto viaje para recordar los viejos tiempos con su mujer no es más que una excusa para llevar a su nieto a Daytona Beach, donde los espera la clásica fiesta estadounidense de Spring Break. Allí estarán Shadia (Zoey Deutch), ex compañera de Jason cuando estudiaban fotografía, y a quien se encuentran de casualidad en el camino, y Lenore (Aubrey Plaza), que no tiene problemas en seducir a Dick de las maneras más descaradas. Esta nueva realidad es muy diferente a la vida de Jason, un estudiante de abogacía muy serio, que olvidó sus aspiraciones artísticas y se comprometió con Meredith (Julianne Hough), una joven demandante y refinada. El contraste entre su personalidad y la de su abuelo conducen la mayor parte de las situaciones que se desencadenan en la película. El humor siempre está presente pero pocas veces logra risas genuinas. Los chistes, casi en su mayoría vinculados al sexo, son reiterativos y se sienten forzosos. Lo que no fue gracioso las primeras dos veces es difícil que lo sea las siguientes quince. No es casual que esta película esté dirigida por Dan Mazer, que se ocupó de los guiones de algunas películas de Sacha Baron Cohen como Ali G anda suelto (2002), Borat (2006) y Brüno (2009). Mi abuelo es un peligro sigue esa línea de humor políticamente incorrecto, pero falla en su intento de ser eficiente. John Pillips es el guionista de este filme, y por lo tanto responsable de la historia que no logra su efecto deseado: hacer reír.
En nombre del amor (The Choice) es la nueva película basada en un libro de Nicholas Sparks, el autor estadounidense que alcanzó la fama internacional por las adaptaciones de sus novelas románticas. La película que mejor ejemplifica el fenómeno Sparks es Diario de una pasión (The Notebook), que 12 años después de su estreno su popularidad parece no decrecer. Rachel McAdams y Ryan Gosling demostraron tener química en la pantalla y fuera de ella. También el romance de Liam Hemsworth y Miley Cyrus comenzó por otra historia de Sparks, en el set de La última canción (The Last Song). La fórmula es casi siempre la misma: chico y chica se enamoran pero no pueden estar juntos. Entonces ¿qué tiene para ofrecer En nombre del amor que no hayamos visto antes? No mucho. La chica bella e inteligente se enamora de un muchacho trabajador que está dispuesto a dar todo por estar con ella. Teresa Palmer (Mi novio es un zombie) interpreta a Gabby, una bella estudiante de medicina que está en pareja con un médico (Tom Welling, el Clark Kent de Smalville) con quien tiene mucho en común, incluso su trabajo.
Jennifer Lawrence vuelve a trabajar con el director David O. Russell por tercera vez luego de El lado luminoso de la vida (Silver Linings Playbook, 2012), que le valió un Oscar como mejor actriz, y Escándalo americano (American Hustle, 2013). Sin el encanto de la primera, pero sin hundirse como la segunda, Joy: El nombre del éxito (Joy) queda a medio camino de encontrar su identidad. Como suele suceder en el cine, esta película está basada en una historia real: en la vida de Joy Mangano, una inventora estadounidense que pasó de no poder pagar las cuentas a fundar un imperio millonario. Lawrence interpreta a la mujer en cuestión, madre de dos hijos, responsable de la economía de su familia e incluso de su ex marido, que vive en el sótano. Joy tiene que hacerse cargo de una familia disfuncional e inestable por donde se la mire. Terry (Virginia Madsen), su madre, es adicta a las telenovelas y desde su divorcio que no hace más que encerrarse en su habitación y perderse en el televisor. Su padre, Rudy (Robert De Niro), tenía su independencia hasta que se separó de su pareja y se sumó al sótano donde ya estaba viviendo Tony (Édgar Ramírez). Los hijos son el principal motor de Joy, que por trabajar y sostener su hogar dejó de lado sus sueños y sus creaciones. De los adultos, Joy recibe apoyo de Mimi (Diane Ladd), su abuela, quien siempre le insistió en su poder para triunfar. La vuelta de Rudy sacude la situación en el hogar, hasta que comienza una relación con Trudy (Isabella Rossellini), viuda de un exitoso hombre de negocios. Un pequeño accidente y el agotamiento de las responsabilidades hogareñas llevan a Joy a crear un trapeador que se escurre sin tocarlo y puede ser lavado y reutilizado. Con el dinero invertido por Trudy, Joy utiliza su ingenio para poner su invento en el mercado, y así es como conoce a Neil Walker (Bradley Cooper), ejecutivo de QVC, uno de los famosos canales que se dedican a la venta de objetos al estilo Sprayette. Los problemas abundan en la vida de la protagonista, y en su mayoría tienen que ver con la intromisión de su familia. Su media hermana, Peggy (Elisabeth Röhm), celosa de que Joy logre destacarse, entorpece el negocio, y los malos consejos del grupo dificultarán las decisiones empresariales. Son su ex marido y Jackie (Dascha Polanco), su mejor amiga, los mejores asesores y compañeros de Joy en su camino al éxito. Russell usa las características de estos personajes para adornar la narración. La voz de Mimi acompaña varias escenas desde el off, al contar la historia de su nieta, mientras explica los cómo y por qué. El formato soap opera que capturó a Terry por momentos se roba la pantalla, como un recurso cómico pero que resulta excesivo. Flashbacks y flashforwards también son utilizados, a veces con mayor efectividad, por sobre todo al principio de la película, cuando se presenta a Joy como una niña que jugaba y creaba a la vez. La mezcla que crea el director, que además es el guionista del film, no resulta homogénea y se pierde en la estructura que no termina de definirse. El mayor acierto fue poner a Lawrence como protagonista, que se luce en el papel y le suma puntos a la película con su encanto y talento. Las actuaciones de Ramírez y Madsen son otro punto a favor, y Cooper, que tiene un rol menor de lo que indica su lugar en el poster, aporta su cuota de carisma. La fórmula del gran elenco que Russell ya probó, y no le resultó en Escándalo Americano, vuelve a demostrar que hay figuras que se desperdician, como es el caso de De Niro. A pesar de sus fallas Joy: El nombre del éxito logra algunas risas en el espectador. La inclusión de Melissa Rivers, que interpreta a su madre, la comediante Joan Rivers, es uno de los guiños que funcionan a su favor. Pero el afán del director de mostrar el entramado de los negocios, los conflictos familiares y el costo del éxito puede resultar tedioso. Uno de los problemas es el cariño que Russell le tiene a la figura de Joy Mangano, a quien agranda con cada escena del filme, mostrando lo difícil que es su vida pero que ella puede lograr lo que se proponga, sin importar el costo.
Los juegos del hambre: Sinsajo – El final es la última parte de la franquicia cinematográfica liderada por Jennifer Lawrence. Las adaptaciones de la trilogía creada por Suzanne Collins se convirtieron en cuatro películas cuando Sinsajo, el último libro, fue dividido en dos partes. Sinsajo – El final comienza donde termina Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1, luego de que los rebeldes del Distrito 13 lograran rescatar a Peeta (Josh Hutcherson). Con Panem en una nueva guerra y Katniss (Lawrence) como la cara de la revolución, el distrito subterráneo debe juntar todas sus fuerzas para derrotar al Capitolio y terminar el régimen impuesto por el Presidente Snow (Donald Sutherland). La mayor amenaza está fuera, pero Peeta, dominado por las torturas que sufrió en su confinamiento, está dispuesto a matar a Katniss.
El título Música, amigos y fiesta parece hacer referencia a una película del estilo Proyecto X (2012), donde los protagonistas son adolescentes que no tienen otras preocupaciones más que pasar una buena noche. Y sí, esos elementos están presentes, pero enmascaran otras cuestiones más profundas en un drama donde la música, los amigos y la fiesta pueden traer más problemas que soluciones. La película está atravesada por la música electrónica desde su título original, We Are Your Friends, el cual hace referencia a la canción homónima del dúo francés Justice. El grupo de amigos en cuestión está liderado por Cole Carter (Zac Efron), un DJ del Valle de San Fernando que lucha por destacar en una escena llena de músicos con laptops. Sus cómplices son Mason (Jonny Weston), Ollie (Shiloh Fernandez) y Squirrel (Alex Shaffer), un grupo a simple vista inseparable, que se verá afectado por las decisiones personales y el estilo de vida que lleva cada uno. Las cosas empiezan a cambiar la noche que Cole conoce a la deslumbrante Sophie (Emily Ratajkowski), en una escena con clichés típicos de las comedias románticas. En esa ocasión se encuentra con la pareja de Sophie, el exitoso y experimentado DJ James Reed (Wes Bentley), con quien conecta casi al instante. Con el paso de los días, James se convierte en su amigo y mentor, mientras lo ayuda a encontrar su estilo. Es por esto que Cole se encuentra dividido entre la relación que tiene con James y la que le gustaría tener con Sophie, situación que pone en juego su futuro profesional. El debut cinematográfico del director Max Joseph, uno de los presentadores del show Catfish, cae en lugares comunes, con situaciones que se desencadenan de forma predecible. Con una hora y media de duración, Música, amigos y fiesta podría dividirse en varios videoclips, con escenas en las que abunda la música electrónica y escasean los diálogos. Uno de los ejemplos más claros es una escena animada mediante rotoscopiado: uno de los momentos mejor logrados del film, en el que las imágenes juegan con las alucinaciones del protagonista. Las actuaciones son correctas, si bien no tienen lugar a un gran desarrollo, por tratarse de personajes que responden a fórmulas usadas con frecuencia. Efron no sorprende pero cumple como el chico carismático de buen corazón, sin salir del esquema de otros personajes que interpretó en películas como Las novias de mis amigos (That Awkward Moment, 2014). Ratajkowski, conocida por haber participado en el videoclip de “Blurred Lines”, es la típica chica sexy y encantadora que representa el interés amoroso del protagonista. A pesar de no destacarse dentro de una cartelera abultada y no ser apta para aquellos con poca tolerancia a la electrónica, Música, amigos y fiesta entretiene al espectador mientras retrata la búsqueda creativa de Cole, las dificultades económicas y las crisis clásicas de los jóvenes.
La secuela de Notas Perfectas (Pitch Perfect) trae de regreso a las Bellas de Barden, que en su último año universitario tienen que jugarse todo si quieren ser el grupo más aca-asombroso del campeonato mundial de a capela. Luego de haberse consolidado y encontrar su estilo, en Más notas perfectas el grupo liderado por Beca (Anna Kendrick) y Chloe (Brittany Snow) ya ganó varios campeonatos. Aunque parece que su posición es indiscutible, un accidente protagonizado por Fat Amy (Rebel Wilson) en la gala de festejo del cumpleaños del presidente estadounidense Barack Obama las humilla públicamente. Por eso las chicas tendrán prohibido competir y participar en el resto de su tour. Como las Bellas tienen el título de campeonas de Estados Unidos deben representar al país en el campeonato mundial que es su única chance para restablecer su imagen. Junto a Emily (Hailee Steinfeld), la nueva integrante, se entrenarán para romper la mala racha. Aparte de su propia torpeza, la mayor amenaza para las cantantes de Barden es el grupo alemán Das Sound Machine capitaneado por Kommissar (Birgitte Hjort Sørensen, que hace poco le puso el cuerpo a la salvaje Karsi en Game of Thrones), conocido por sus rigurosas puestas en escena. Además del talento para el canto, los europeos hacen valer su tiempo en pantalla y son dignos oponentes de las muchachas. La silla de directora no le queda grande a Elizabeth Banks, que debuta detrás de cámaras de un largometraje. Conocida por su carrera como actriz además vuelve a interpretar a Gail, la co-conductora del podcast sobre a capela. Junto a la guionista Key Cannon, Banks logra un filme que mantiene el ritmo a lo largo de sus casi dos horas y entretiene al espectador con su humor paródico que no le perdona nada a nadie, aunque por momentos cae en lugares comunes. Ante todo, Más notas perfectas es una comedia que utiliza la música para desarrollar la trama y reírse de los estereotipos. pitttch La clave de humor burlón que maneja la película tiene algunos traspiés pero logra salir airosa. Las actuaciones ayudan mucho a que el filme sea agradable aunque el espectador no este acostumbrado a los musicales, si bien el canto y baile ocupan gran parte del tiempo en pantalla. En esta oportunidad vemos varias caras conocidas de la comedia, como Keegan-Michael Key y David Cross, e incluso del deporte. Los Green Bay Packers, el equipo de la NFL (Liga Nacional de Fútbol Americano) aparecen en la película como un grupo de a capela. Los grandotes son fans de Notas perfectas y al enterarse de la secuela le pidieron a Banks no quedar afuera. El rapero Snoop Dogg aparece haciendo de sí mismo y entre los créditos hay una pequeña escena con los jueces de The Voice.