Clint Eastwood tiene la particularidad de ser uno de esos directores que a lo largo de los años – y vaya que lleva años en la industria – ha sabido meterse con proyectos de distinta envergadura y de distinta índole. Invictus es un claro ejemplo de ello, un perfecto balance entre la épica deportiva y el cine político, lo cual no es decir poca cosa, tal vez tratándose de Eastwood uno ya tenga cierta pretensiones a la hora de sentarse a ver uno de sus filmes, y es completamente entendible. También es, a su vez, entendible pensar en otras obras recientes que se han animado a hablar del pasado, presente y, porque no, futuro de la discriminación en África, principalmente, en Sudáfrica. Puedo recordar uno de los mejores estrenos del pasado año, Sector 9. Inevitable es, pensar en ellos, no así, no hay comparación valedera. Invictus es una idea hecha película, con sus fallas, porque las tiene, pero una idea al final de cuentas. Hace años que se viene trabajando en el proyecto sobre Mandela, con participación directa de Morgan Freeman, el propio Madiba y la productora Lori McCreary, pero el proyecto no tomó forma sino hasta que encontraron algo que aglomere todo lo que significa Nelson Mandela y su obra en Sudáfrica, su mensaje, su creación. Y eso es, la copa del mundo de rugby de 1995, y de ahora en más, esta película de Clint Eastwood. Una vez aclarado esto, no menos importante es hablar de la calidad cinematográfica de esa idea. Eastwood tiene un Standard, y lo mantiene, no es su mejor obra, eso seguro, pero si es un aporte digno a su filmografía. Ha sabido capturar el deporte, la pasión, la lucha que atravesaba el país en ese momento sin descuidar al espectador ni al producto final. Quizás el único defecto sea la extensión del filme, o tal vez, solo tal vez, no haberse animado a hacer algo un poco más épico. Porque el deporte tiene ingredientes épicos y todo aquel que lo ame sabe, que una final del mundo, inequívocamente, es una batalla de proporciones épicas. No es cuestión de reducir de ninguna manera el resultado final, porque logra emocionar, sino que al compararla con otros filmes relacionados con el deporte, e inclusive con mayor o menor contenido político (Rocky puede servir de ejemplo) tal vez gane a nivel estético, inclusive puede que sea mejor la habilidad con la que se filman las secuencias deportivas, logran alejarse del modelo televiso y convirtiéndolas en una experiencia cinematográficas, pero la lucha final, deja gusto a poco, no alcanza esa emoción característica, no hay sufrimiento, no hay un verdadero duelo final. No obstante es un filme de visión casi obligatoria, y que debe ser tenido en cuenta para futuros proyectos. Demostrando que para enaltecer a una persona, y sobre todo su mensaje, no siempre hace falta una biopic, o que para honrar el esfuerzo deportivo, no siempre es necesario meterse con la táctica, estrategia o secuencias de entrenamiento. Clint, lo hizo otra vez.
Papás a la Fuerza de Walt Becker y traída de la mano de Disney cuenta la historia de dos ejecutivos amigos de toda la vida, Charlie (John Travolta), un solterón empedernido, y Dan (Robin Williams) un hombre mucho más tranquilo, pero que carga con los recuerdos de una noche de fiesta, la cual Charlie siempre recuerda para romper el hielo en las charlas de negocios. Un día, Dan descubre que como consecuencia de esa noche de fiesta tiene dos hijos, y debe hacerse cargo de ellos por dos semanas, mientras trata de cerrar el negocio más importante de su carrera. Si bien la historia no es para nada original, de hecho, ya vimos a Williams en cintas que hablan acerca de la paternidad (Papa Por Siempre, Hook, entre otras) la pareja con Travolta y la promesa de Disney de acercarse al viejo cine que nos tenía acostumbrado (recordemos la muy reciente vuelta a la animación 2-D de la mano de La Princesa y el Sapo) eran tentadores. El resultado, una gran decepción. Si bien uno tiende a ser menos riguroso a la hora de analizar un film infantil porque esta pensando para una lectura sencilla, es inevitable no ver severos errores en el film y escenas que tal vez no sean el mejor ejemplo para los más chicos. Ciertos detalles como la descripción de los asiaticos y latinos en la película pueden, incluso, resultar agresivos e indignantes. Pero la mayor falla no es sino, la más elemental para un film de este estilo, aburre. Los gags son pocos, muy pobres y todos ya vistos en numerosas oportunidades, y pese a los nombres del reparto, ni siquiera están bien ejecutados. Si bien el tema de la paternidad es lo central, los chicos aparecen poco y nada, no logran captar la atención del espectador y uno no se encariña con ellos. El tiempo que pasan Travolta y Williams en pantalla no atrapa ni hace reír lo suficiente, están claramente desperdiciados ambos. El personaje del difunto Bernie Mac pasa sin pena ni gloria, Matt Dillon y Justin Long son increíblemente desaprovechados, al punto de que sus escenas podrían no estar y el resultado del film hubiera sido el mismo y Seth Green esta claramente de más, aunque logre robar una sonrisa cerca de final del film. A la hora de resaltar los puntos positivos, Travolta se muestra fresco. Eso es todo. Un traspié que esperemos olvidar pronto en la carrera de John, de Robin, dos “viejos” talentosos que nos han sabido emocionar y hacer reír numerosas veces a lo largo de su carrera.
Los Fantasmas de Scrooge, es un film de Disney dirigido por Robert Zemeckis, que aborda la ya conocida historia de “Un Cuento de Navidad” de Charles Dickens. Siguiendo los pasos de sus últimas dos películas (Beowulf y El Expreso Polar), Zemeckis hace otra con animación con captura de movimiento, y también vuelve a abordar la temática navideña. Otro dato no menor, es que implica una vuelta a los viajes en el tiempo –Robert fue el director de la recordada, y muy querida, Volver al Futuro. Scrooge, que en su versión original recibe la voz de Jim Carrey (quién ya había dado su voz para Horton y el Mundo de los Quién), es un viejo rico, pero avaro, que en vísperas de Navidad recibe la visita de tres fantasmas que le muestran su pasado, su presente y su futuro, obligándolo a reflexionar sobre su persona, su rechazo por las festividades, sus amigos y familia, y sobre todo, su forma de vivir y sentir la vida. El mismo Jim le dio vida a través de la captura de movimiento, y hacen su participación en el film Gary Oldman, Colin Firth y Robin Wright entre otros. Nadie duda de las capacidades de Jim para darle vida a un personaje, sus recursos de interpretación física ni su voz, y se nota su participación en el film. Es prácticamente él como un personaje que trasciende a las distintas personalidades que aborda, lo que hace que la historia progrese y el espectador se meta en la película; sin embargo, la historia allí se queda. La animación, que se encuentra a años luz de lo que fue El Expreso Polar, y tiene sus momentos de gloria, sobre todo si se la ve en 3D (si bien el efecto aún cumple la función de sorprender al espectador más que tener una función narrativa) hay momentos muy interesantes donde todo converge para que el espectador “esté dentro del film”. Pero también la historia tiene ciertos baches, recordemos que tiene la intención de ser un producto para niños –aunque Disney mismo reconoce que no es recomendable para los más pequeños– y eso se hace notar. El público adulto encontrará la historia que ya conoce, con la belleza que un director de la talla de Zemeckis le puede aportar, un Jim Carrey lejos de otras pelis navideñas como El Grinch, que logra comprar al espectador con sus múltiples personajes, pero tampoco alcanza a estar a la altura de clásicos del cine navideño como Qué Bello es Vivir. La asociación Disney-Zemeckis brinda una película que funciona como producto navideño, alimenta al espíritu de la navidad, y entretiene. Puede ser disfrutado por padres y chicos, pero no es ideal para los más chiquitos. Gana con el virtuosismo de Jim Carrey, pero no aún así pierde magia a lo largo que los minutos pasan.
Terror en la Antártida de Dominic Sena relata la historia de un supuesto primer asesinato en el único lugar del globo en el cual no habido uno, la antártida. La encargada de resolverlo es una US Marshall interpretada por la siempre bella, Kate Beckinsale. El film respeta los códigos del thriller más tradicional, misterio, suspenso, y vueltas de tuercas planificadas en momentos estratégicos. Eso, en esencia es lo que no se nos presenta, un film poco pretensioso, cuidado, con ciertas dosis de acción, que intenta aprovechar una historia clásica, y un lugar inhóspito para contarla, pero no lo logra, o mejor dicho, lo logra a medias. Por un lado tenemos a los actores, si bien nadie desentona, ninguno tiene una performance que valga la pena resaltar, se limitan a cumplir con lo que se les plantea, y deja cierto sabor amargo, puesto que hay algunas escenas interesantes que podrían haber sido mejor aprovechadas. A medida que la narración progresa, los personajes, de a poco, van soltando parte de su pasado, lo cual enriquece mucho al personaje en si, pero esto no se traslada a la actuación, ni tampoco pareciera tener mayor impacto en la historia principal. Tampoco se debe dejar de lado que, si hay algo que el espectador identifica fácilmente es una buena interpretación en un giro inesperado, y eso no esta, y se siente esa carencia. Desde otro lugar, al guión le falta fuerza, si bien no se puede decir que haya algo tirado de los pelos; lo cual teniendo en cuenta el nivel de lo que viene aportado hollywood al género, no es decir poco; sin embargo, lejos esta de sorprender al espectador, o de aprovecharse al máximo ciertos elementos que se van planteando a lo largo film, hay personajes desaprovechados, historias que se van abriendo y luego se dejan de lado. Todo esto sin mencionar el trazo grueso que acompañan algunos momentos del film, en especial la utilización del flashback, si bien no se puede negar que en él hay información importante, pierde fuerza debido a la reiteración, generando que se repitan cosas que el espectador ya sabe. Claramente se puede sintetizar al film como una película que lo intenta, no pretende ser mucho y cumple con su propósito, pero tenía potencial para ser un film mucho más interesante. Dudo mucho que algún espectador salga decepcionado, pero se olvidará de la película 5 minutos después de haber abandonado la sala.