John (Channing Tatum) es un soldado de licencia que conoce a Savannah (Amanda Seyfried) una estudiante universitaria de vacaciones. Se enamoran apasionadamente, pero el debe volver al servicio y ella a su vida escolar, pero mantienen la relación por correspondencia. El detalle más importante a la hora de saber que tipo de drama romántico se va a ver, es saber quien es Nicholas Sparks, el autor de la novela en la que se basa el film. Sparks es el autor de las novelas que luego serian llevadas a la pantalla grande bajos los títulos Diarios de una Pasión, Un Amor Para Recordar, Noches de Tormenta y Mensaje de Amor. Ese es el tipo de código que maneja la película, sobre todo el de los primeros dos filmes mencionados. Historias llenas de un romanticismo exacerbado, que lucha contra todos los impedimentos posibles. El segundo detalle a tener en cuenta es que, por el otro lado tenemos a un reconocido autor de dramas, Lasse Hallström, que lleva en su haber Las Reglas de la Vida, Chocolate, A Quien Ama Gilbert Grape y Atando Cabos. Sin alejarnos del historial de los dos máximos responsables del film, hay que reconocer que la película es bastante redonda. Seyfried y Tatum se complementan bien, pero es ella la que se roba la película, es sencillamente encantadora. Los dos actores secundarios, Henry Thomas, el recordado Elliot de E.T.: El Extra-Terrestre y el nominado al Oscar Richard Jenkins le terminan de dar algo de jerarquía al reparto. Otro punto fundamental a la hora de entender que es lo que hace funcionar a Querido John es la fotografía, normalmente en este tipo de películas es un detalle tal vez no descuidado, pero definitivamente no resaltado. Aquí claramente uno puede distinguir los momentos más importantes por alguna toma particular, con una iluminación y encuadre con identidad propia. Es cierto que el público más asiduo de este tipo de dramas románticos no es muy exigente desde ese aspecto, pero tampoco puede ser casualidad que las películas que más tienden a gustarle tenga una paleta de colores que sea repetida casi hasta el hartazgo por películas menores. ¿No tienen la sensación de haber visto imágenes calcadas de la ya mencionada Diarios de una Pasión en otras películas? Yendo directamente al corazón del filme, la historia ya fue vista, ya es conocida, la guerra y el amor fueron representados a lo largo y ancho de toda la historia del cine, entre las cuales se destacan algunos de los clásicos más grandes de la historia del cine como Casablanca o Lo que el Viento se Llevó. Si bien no tiene lo que hace falta para estar a la altura de estas, logra una mezcla interesante entre actualidad, clasicismo y ciertos detalles atemporales que hacen que la historia se sienta, al menos, un poco fresca. Película de género hecha y derecha, destinada a un público principalmente joven, pero que, sin ser una maravilla, dejara conforme a todos los amantes del cine romántico.
Uno de los trabajos más difíciles a la hora de elaborar una crítica se da cuando uno recuerda el refrán "Si no puedes decir nada bueno, mejor no digas nada". Y a su vez un espacio en blanco gigante no hace bien el papel de una crítica. Inevitablemente, y pese a que mi compañero Rodolfo Weisskirch ya dijo casi todo lo que se puede decir sobre este intento de película, hay, aún, unas pocas cosas de las cuales se puede extraer algo, no bueno, pero algo. Aquello que ronda toda la película, aquello que se subraya y se resalta de una forma tan alevosa que resulta indignante sobre encontrar el lugar de uno en el mundo, esta, curiosamente, ligado a la depresión y el suicidio. Por lo tanto, no es ilógico pensar que la película sufra del mismo problema. Sin mucho talento y con un guión que deja mucho que desear, se hace imposible construir un filme optimista a partir de una nota de suicidio. Así que tarde o temprano, y gracias a los incontables esfuerzos del equipo creativo detrás de Recuérdame, finalmente la película tiene su momento kamikaze y se inmola contra todo lo poco bueno que había construido. Ese "poco bueno" debe leerse como Emilie de Ravin, y por mucho que me pese, las intenciones de homenajear a Brando y Dean de Robert Pattinson, quién pese a que sus dotes actorales no son sobresalientes, entendió que nadie puede hacer mejor de joven incomprendido que ellos, aunque no logró extraer algo propio del tan peculiar lenguaje corporal de esos dos monstruos de la actuación. Todo lo demás, hace agua. Pierce Brosnan si bien tiene unos segundos donde logra construir un personaje más o menos decente, el guionista se esfuerza en llevarlo al cliché más extremo. Lo mismo puede aplicarse a Chris Cooper, y a todo lo que uno pueda imaginarse dentro del filme, el mejor amigo es el cliché del mejor amigo, la relación padre e hijo, casí que la película debería haberse llamado así. Por favor, y me tomo una licencia muy grande, que se entienda que no tengo nada en particular contra el cliché, no es el recurso en si, sino como se lo usa. Cuando se recurre a este tipo de elementos debido a carencias del autor para poder transmitir el nivel dramático que desea o por falta de recursos artísticos para poder narrar una historia, es cuando el espectador se molesta. Y el final, ese momento cuando la película se inmola en una escena tan asquerosamente patética, subrayada, abyecta e innecesaria que uno realmente no puede creer que hayan tenido el coraje de dejarla en el corte final. No solo por como iban a ser cuestionados, no porque fuesen a ser tratado como viles (después de Preciosa dudo mucho de los valores morales del estadounidense promedio), no porque lo hayan hecho con una ligereza indignante, no porque hayan tratado el aspecto moral y/o ético del asunto (el personaje de Emilie de Ravin y su profesor no se decidieron), ni siquiera por la falta de respeto que representa tomar por estúpido al espectador de una manera tan asquerosamente evidente, sino por la falta de consideración que representa para una inmensa parte del pueblo norteamericano (y por mucho que nos pese, mundial) incluir una escena tan canalla. Por otro lado, chicas, vayan tranquilas, lloren a su héroe, lagrimeen por esta versión triste y opaca de rebelde. James Deen hay uno solo, Robert Pattison ni siquiera califica como un Matt Dillon tercermundista. De todos modos, quiero rescatar que el pibe se animó a hacer una película independiente, a cree en un proyecto y llevarlo adelante, lástima que haya elegido tan mal. Dejando de lado toda seriedad y solemnidad, debo decir que no se me ocurre mejor título para el film, es tal el esfuerzo de que uno recuerde a la película y a sus realizadores que uno no solo se acuerda de ellos sino tambien, de sus madres y hermanas.
Curioso, normalmente cuando una película se trata acerca de la pasión que un personaje tiene por hacer algo, el film contagia al espectador por ese algo, la vive en cada fotograma, sus triunfos y sus derrotas son, inevitablemente, tambien las del espectador. No obstante, hay algunas excepciones, la más reciente, Fama. Lejos del nivel de la versión original de Parker, lejos incluso de la serie televisiva, esta especie de refrito sobre algo que ya vimos un millón de veces (recordemos que los ochenta estuvieron inundados de películas de este estilo y luego existió una nueva ola de la mano de Disney gracias a High School Musical) se queda a mitad de camino en todo sentido. No logra conectar al espectador con los personajes, por un lado porque son demasiados, segundo porque el guión no es el fuerte de la película, tercero las actuaciones son bastante flojas, y cuarto, el desgaste de conocerse de memoria lo que va a suceder. De todos modos, valga la pena aclararlo, el problema no es el género, pero es un poco molesto ver la dedicación que tienen las secuencias de baile, tanto por la coreografía como el montaje y la fotografía, y luego ver como descuidaron todo lo demás. Dentro de lo positivo hay que destacar que si, las secuencias de baile estan bien, he de aclarar que lo mio es el cine y de danza no se demasiado, pero estéticamente resultan interesantes, hay variedad de estilos y estan, en su mayoría, bien filmadas. Por el otro Kay Panabaker está adorable y Naturi Naughton cumple con el que tal vez sea el personaje más complejo de la película. Los profesores cumplen todos, y logran aportarle un poco de la faltante intensidad dramática de los actores más jovenes, sin embargo dada su poca relevancia dramática y apenas contadas apariciones, cuesta resaltarlo como algo positivo. He de decir, para ir cerrando, que con un poco más de cuidado y trabajo, pudo haber sido una pelicula interesante, tal vez una digna versión actualizada de la original, pero no lo lográ, ambiciona como los personajes, y como uno de ellos, se da cuenta que no tiene lo que se necesita para triunfar. Se queda en el intento, en la nada, y proximamente en el olvido.
Bart Freundlich (Parejas, Atrapénlos) nos trae en esta oportunidad una comedia romántica sobre una mujer que se acaba de divorciar (Zeta-Jones) y reacomodando a su vida conoce a un joven (Bartha) que primero será el niñero de sus hijos para luego convertirse en su pareja. Si bien la sinopsis no destila originalidad, el relato es llevadero y ameno. La verdad no hay mucho que analizar en el film, en general es bastante redondito, principalmente debido a que no tiene pretensiones, sino que encuentra bien el lugar al que este tipo de películas pertenece, y dentro de ese lugar logra sacar algunas sonrisas al espectador. Lo mejor es el juego que hay entre la ingenuidad y madurez, entre los personajes y desde el guión, no por los diálogos, sino porque hay momentos en donde el juego traspasa a los personajes y se vuelve parte de la estructura del film, lo cual es más de lo que el espectador promedio espera de una comedia romántica simplista. Por otro lado la falta de frescura en la historia repercute en el final, no hay sorpresas, es previsible, y eso le resta emoción, la misma que en otros momentos logra construir con éxito, en gran parte debido a Catherine Zeta-Jones, que, como de costumbre, está hermosa, y a su vez, logra atrapar al espectador con una actuación que si bien no es de lo mejor que ha hecho, cumple. En ese rubro lo mejor se lo llevan los secundarios, por un lado Art Garfunkel (si, el mismo de Simon and Garfunkel) y Joanna Gleason, donde si bien los personajes en si no tienen una gran profundidad, acompañan y resaltan, por momentos, hasta más que los protagónicos; por el otro lado, los niños, sobre todo Kelly Gould que le otorga una perspiscacia atípica al personaje y eso suma bastante. En síntesis, más de lo mismo, el espectador se olvidará de la película al día siguiente de haberla visto. No obstante, eso no quita que se pueda pasar un grato momento en la sala. La película cumple con lo que pretende, lástima que no se haya animado a más.
Es complicado hablar de Número 9, no porque sea un film complicado sino porque esta constituido por una extraña mezcla de elementos muy buenos y otros bastante flojos. Básicamente uno no puede evitar decir que es una película que se quedó a mitad de camino. Veamos, por un lado el guión, los personajes están muy bien logrados, muy bien construida cada una de sus personalidades, lo cuál, dada la historia que narra el film no es poca cosa, por otro lado esta el conflicto principal, el disparador, aquello que le da sentido a la película, el famoso “de que se trata” y ahí es donde esta el desacierto más grande. Si bien la película entretiene lo suficiente como para no estar pensando constantemente en el hueco que hay a nivel narrativo, cuando uno ve el final, se queda pensando si no se perdió algo, y al salir de la sala se da cuenta, inequívocamente, que no solo no se ha perdido de nada si que a la historia, de hecho, le falta algo. Lo cual es una verdadera lástima. El vacío antes mencionado deriva en otro tema “el malo” no solo es difícil de definir quién es, o porque lo es, sino que también le falta fuerza. Si bien esta serie de detalles pueden condonarse al tratarse de un film destinado a un público infantil, el resultado final no es tan así, uno puede ir con los chicos, pero los más pequeños se van a asustar, y la película pretende tener un subtexto destinado principalmente a los adultos, y es solo por eso que tomo el atrevimiento de cuestionar estos detalles, aunque no puedo evitar recordar que el cine para chicos debería ser el más cuidado. Por otro lado, la calidad de la animación es muy buena, no solo por el diseño, sino porque se han tomado ciertas licencias y han dotado a la película de un realismo bastante particular y, debo confesar, bastante efectivo. La música y los efectos sonoros están por encima de la media. Prácticamente en todo rubro técnico el resultado es vistoso y sobresaliente. Como decirlo, Número 9 esta bien en muchos sentidos, pero falla en otros, no pudo sacarse de encima el karma de haber sido un corto hecho largo. Pero aún así, sirve de ejemplo para guiar a muchas películas de animación hacía la búsqueda de la excelencia. No será Pixar, pero es bastante digna.
Un Sueño Posible es la otra cara del drama deportivo. Normalmente este peculiar género habla acerca de cómo el esfuerzo, expresado a través del sudor de los personajes, les permite tocar el cielo con las manos. Uno tal vez primero piense en Rocky como el primer ejemplo, o bien, al saber que se trata de Fútbol Americano uno recuerde a Rudy, sobre todo porque se trata de fútbol americano escolar. Bueno, esto no es tan así. Estamos frente a una extraña mezcla entre filmes como Vidas Cruzadas, Radio y Somos Marshall, con algunos toques de Duelo de Titanes. Extraña mezcla si las hay. Esta es la otra parte de las historias deportivas ¿Qué pasa cuando uno quiere que estás cosas pasen? ¿Qué pasa cuando uno se vuelve un personaje dentro de la historia para dar una mano? Acá el personaje de Sandra Bullock representa, en cierto modo, el deseo de los americanos de que el sueño americano sea algo posible, e interfiere directamente en hacer esto posible para el protagonista. Es algo 100% altruista, no, no lo es. Son solo negocios, tampoco. Es una extraña mezcla entre ambos, y eso resulta un poco incómodo para el espectador. La película se mueve constantemente en un territorio ambiguo y delicado, donde las vetas de lo deportivo y lo político/social no se distinguen como deberían, o no se hacen las analogías de forma apropiada. Más allá de esto, la película cumple con la cuota necesaria de ambos temas, y por supuesto, con la cuota de moralina correspondiente. En lo que lo deportivo representa hay un respeto bastante interesante sobre lo que es el juego en si. No es la historia del quarterback talentoso que tira pases imposibles, o el equipo de chicos sin talento que logra hacer historia. Es la historia de un tacleador ofensivo con voluntad y un poco de suerte. Y eso es interesante. Se muestra desde otro lugar el proceso de draft escolar, y eso también resulta interesante. Si bien uno no puede decir que se respeta todo el espíritu del libro The Blind Side: Evolution of a Game, hay ciertas cosas que aquel que mira Fútbol Americano disfrutará un poco. Todas estas contradicciones, o mejor dicho, tensiones que se hacen presente en la película hacen que el resultado final tenga un gusto agridulce, tal vez sea que el director jugó un poco a ser “Sandra Bullock” y puso un poco de sus propios deseos para que la balanza se incline para un lado, en lugar de aprovechar esos grises para dotar a la película de personalidad. De todos modos, no puedo evitar pensar que es una historia que vale la pena contar y que, al leerse entrelíneas, se puede encontrar algunos detalles interesantes, y un poco críticos.
El director y, sobre todo, guionista de comedias románticas Marc Lawrence (Miss Simpatía, Amor a Segunda Vista) nos trae otra comedia con Hugh Grant, aquí hace pareja con Sarah Jessica Parker donde ambos interpretan a una pareja de trabajadores exitosos de Nueva Cork que al presenciar un crimen deben irse a un pueblito para mantenerse en el programa de protección de testigos. La última colaboración que habían tenido juntos el director y el protagonista era Letra y Música, una simpática comedia romántica con algunos momentos originales. Lamentablemente Y… Donde Están los Morgan? No tiene ninguna de esas características. El primer y mayor problema que tiene la película es que no hay química entre los protagonistas, si bien Hugh Grant y Sarah Jessica Parker han tenido actuaciones memorables cada uno en lo suyo, juntos no logran sacar adelante la película, sus estilos de comedia difieren mucho, sus gestualidades también y no logran ensamblarse como una pareja. En algunos casos esto podría llegar a ser un detalle menor o incluso pasar desapercibido, pero para el tono en el que trabaja la película donde de ellos y sus reacciones dependen los chistes y gags del film, el resultado es desastrosamente evidente. Si bien se cumplen las reglas básicas del género (tanto el romántico como las comedias sobre el programa de protección de testigos), no se ven ningún chiste que no se haya visto antes cientos de veces, el dúo protagónico aporta su dosis de gestos propios, también vistos cientos de veces, pero entre tanta repetición la película no encuentra su identidad, no hay algo que uno vea como propio del film, no se genera ninguna sonrisa nueva, nada fresco, ni simpático. El espectador a la hora de sentarse a ver uno de película de este estilo sabe que va a ver, pero hay distintas formas en las cuales se le puede presentar el producto, y este no es el mejor ejemplo. Esperemos que Hugh y Sarah Jessica Parker vuelvan a lo que mejor saben hacer, y esperemos que Marc Lawrence vuelva a encontrarse con aquello que le permitió escribir las películas que le han gustado al público como las antes mencionadas.
Jon Favreau y Vince Vaughn se unen una vez más para traernos una comedia, en este caso algo bastante lejos de lo que fue Swingers. La película narra la historia de cuatro amigos y sus respectivas parejas cuyos matrimonios están en crisis y deciden aventurarse a unas vacaciones. Si bien nadie va a negar el ingenio de la dupla Favreau-Vaughn, ni el talento para la comedia de Jason Bateman, y asi como nadie discute la belleza de Kristen Bell, Malin Akerman y Kristin Davis, el resultado no cumple con las expectativas. Al menos no con todas ellas. La película marca el debut cinematográfico de Billingsley que hasta ahora venía siendo actor y productor en películas relacionadas con la dupla antes mencionada como (Iron Man o Viviendo con mi Ex) y en cierto modo se nota la inexperiencia de Billingsley detrás de cámara, sobre todo a la hora de manejar los gags. Tal vez sea esa la falencia más importante que tiene, la falta de momentos que le roben una risa al espectador. Valga la pena mencionar, el guión está lejos en calidad, ingenio y perspicacia de otros trabajos relacionado con los guionistas, la idea en si tampoco destila mucha creatividad, se han hecho películas similares, y queda lejos de los standares actuales, de los mejores exponentes de la comedia norteamericana, que inauguraron los propios integrantes del “Frat Pack”. De todos modos hay que reconocer que el film es llevadero, la batalla de “Guitar Hero” es el mejor momento de la película. Como de costumbre la labor del cast es buena (aunque Jean Reno esta un poco desaprovechado) y que el espíritu del film es honesto. Mención aparte, la fotografía de Eric Alan Edwards esta por encima de los standards de una película de este estilo (se tomo bastante en serio el concepto de Eden) y por otro lado la música del archipremiado A.R. Rahman dista mucho de sus mejores trabajos. En síntesis, una comedia que pasa sin pena ni gloria, entretiene un poco, pero no aporta nada nuevo a un género bastante desgastado.
Antes de tratar de explicar el “de que se trata” de La Madre hay que aclarar que con el cine de Gustavo Fontán lo más importante es la forma. De tener que resumirlo, se podría decir que se trata acerca de la relación madre-hijo que tienen Sonia (Gloria Stingo) una mujer en una debacle emocional y psicológica, y Jonatan (Federico Fontán) un chico que esta convirtiéndose en adulto.Todo el relato se teje sobra las tensiones que se generan entre dos personajes, aunque no necesariamente entre las interacciones de ambos. Por así decirlo, es más lo narra lo que no acontece que los hechos en sí, y parte de la tan alabada poesía que lo caracteriza al director radica allí, la otra, en la fotografía de Diego Poleri. Si bien todo lo antedicho es meritorio, y permítanme aclarar no es poca cosa animarse a hacer un relato de este estilo entre tanta solemnidad y llanura que caracteriza, lamentablemente, al cine argentino desde hace ya varios años, no basta solo con arriesgarse a un enfoque diferente. Aunque no se pone en duda la identidad del filme, a este le falta fuerza, la lírica de la imagen en algún momento se agota, y ni el montaje ni las actuaciones logran levantarlo. A su vez, el hecho de que la ausencia sea algo que marca y resignifica todo el filme, obliga al espectador a ser participe constante, seguro, esto no es una contra, pero así como potencia los momentos mejor logrados, potencia también, aquellos momentos donde el relato cinematográfico decae. Por otro lado, y como ya es costumbre nacional, el punto más flojo es el sonido, no por falta de creatividad, ni porque este “olvidado”, sino por falta de profundidad narrativa, se sostiene todo a través de la imagen y el sonido no alcanza todo su esplendor en ningún momento, salvo, claro esta, cuando es a través de la palabra, de la poesía oral. Aún con estos altibajos La Madre no deja de ser una alternativa por demás interesante dentro de la cartelera, y es grato saber que de vez en cuando hay quienes apelan a las emociones utilizando otros recursos que por momentos parecen olvidados, donde el alma fragmentada del film y sus personajes se vuelve casi tangible para el espectador, y es en ese “casi” que radica toda la magia (tanto el artificio y la ilusión) y lo que hace valer el sentarse a ver la película.
Normalmente comienzo hablando acerca de interpretaciones sobre la película, aplicar esa otra mirada que muchas veces se nos escapa, otras, trato de abordar la película al estilo Roger Ebert, hablando acerca de cómo me hizo sentir, y luego me acerco más a detalles técnicos, como la dirección, el guión, la fotografía y por supuesto, las actuaciones. En este caso si bien podría optar como hizo mi compañera Florencia Gasparini Rey y aglomerar estos detalles, Trataré de hacer un poco de las dos y hablar acerca de lo despiadado del filme, se que es duro decirlo, pero no se me ocurre una mejor palabra para describir Preciosa, que no sea como una película despiadada, para con el personaje y para con el espectador. La historia de un personaje sufrido en exceso, por el tipo de sufrimiento, la forma en la que se estructura ese sufrimiento y se le va develando la información al espectador para ir destruyéndolo cada vez un poco más, no deja más remedio que pensar así de la película. Lee Daniels comienza su film con un pañuelo rojo, en un poste de luz, un farol. Eso es el filme. Un punto rojo en medio de la nada, algo que te grita a los cuatro vientos “¡Mírenme!” pero no tiene nada concreto para decir. Si bien seguramente pretendía ser una metáfora estilo la bolsa de Belleza Americana o la pluma de Forrest Gump y ese pañuelo luego tiene algunas apariciones, tristes y lamentables, pero apariciones al fin y a cabo, a lo largo del filme, no deja de ser una pobre metáfora que no tiene lugar en la película, puesto que se lo presenta todo como un paquete, la película sola hace por el espectador todos los procesos de interpretación, parece que viniera con un manual incorporado de “como leer Preciosa: Basada en la Novela “Push” de Sapphire en cada fotograma. Se podría decir que mi trabajo como crítico ya esta hecho, la diferencia esta en que respeto mi profesión y trato de ahondar un poco más, no demasiado, pero al menos intentarlo. Creo que el vicio más grande que tiene el filme es su desprolijidad, pero no por el uso narrativo que se le pueda dar (si esa era la intención, esta horrorosamente ejecutada). Las actuaciones son desparejas, hay una marcada tendencia hacia la sobreactuación, asi como esta plagada de los vicios más comunes que pueda llegar a tener una performance. Orson Welles dijo una vez “Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta”, y eso es todo lo que se puede reflexionar sobre el trabajo de Daniels, la ausencia de ese ojo en el corazón de un poeta, la falta de poesía en el montaje, de matices en las actuaciones, de una banda sonora que resalte y acompañe. La falta de un papel activo de la cámara. Lo más triste de todo, es que de alguna manera u otra creo que ese descuido era intencional, como si Daniels y los productores pensaran que bastardear al espectador de esa manera fuera necesario, como si la única forma de emocionar al espectador fuera a través del uso sistemático del golpe bajo como principal recurso narrativo. Si he de juzgar a la película como lo que pretende ser, un circo de abusos, debo confesar que es excelente, no obstante, si debo juzgar la película como una obra de arte, no me queda otra opción que decir que me ha decepcionado.