"Cualquiera puede ser un monstruo"
El director Daniel Stamm vuelve al terror luego de cuatro años de ausencia después de “El Último Exorcismo”. Como de terror oriental vive Hollywood, está es la remake de la tailandesa “13 Game Sayawng”. La idea es novedosa pero sencilla: personas con graves problemas económicos son contactadas por una organización desconocida que los hace partícipes de un juego. Sólo tienen que pasar trece pruebas para recibir dinero, cada vez mayores sumas. Pero si fallan una, pierden todo.
A priori parece un “Juego del Miedo” 2.0 pero enseguida el director nos demuestra que es mucho más que eso. Como bien dicen las reglas del juego, el espectáculo es la transformación. Cualquiera puede ser un monstruo, y cualquiera puede tener las agallas de hacer cualquier cosa con el nivel adecuado de desesperación. Elliot, nuestro protagonista interpretado por Mark Webber, empieza como un inútil querible para volverse cada vez más loco.
Me ha sorprendido con su interpretación de un hombre derrotado que haría cualquier cosa por salir del pozo que él mismo se ha cavado, y el plus de conformar a su padre. No estoy segura que terror sea el género correcto, pero sí mucho suspenso y algunas escenas gore que impresionan hasta al mayor fan de las películas con violencia excepcionalmente gráfica. Además, mucho misterio, preguntándonos una y otra vez qué será lo siguiente.
De todos modos la estrella de la película es la transformación del hombre común en un tipo monstruoso. Tiene algunos momentos de comedia para aliviar un poco el ambiente, pero mantiene el misterio. Se explora la psicología del personaje, la presión de la responsabilidad y la profundidad de los lazos familiares tanto por el amor como por el odio. Y por sobre todo, mantener la intriga de qué está pasando realmente y quién maneja el juego.
También es rescatable el hecho de que tomando una idea original, haya impreso el sello occidental en la historia. Eso supuso también acortar el metraje y acelerar el ritmo, además de modificar el final. Una decisión acertada para sorprender con una vuelta de tuerca y no quedar en el montón de películas de este estilo. Lo cierto es que se nota que no cuenta con un presupuesto particularmente alto pero sorprende positivamente lo bien que lo han hecho con lo que tenían.
Stamm no se molesta en explicar los orígenes del juego a pesar de haber comenzado a delinearlo. No sabemos cuál es la organización detrás de todo ni cuales son sus motivos, aunque no es estrictamente necesario saberlo. Las comparaciones son inevitables, y el espíritu de “El Juego del Miedo” está presente. Está un poco desconectado cómo los problemas psicológicos de Elliot explotan de un momento a otro, pero fuera de eso su interpretación está muy bien. Bastante mejor que el promedio de terror con un presupuesto moderado.
Agustina Tajtelbaum