Lo primero que hay que decir respecto a 13 Pecados, es que no es una película innovadora ni tampoco demasiado profunda.
Una vez hechas las advertencias del caso, solo queda disfrutarla, y eso es garantizado que va a pasar, a menos claro que seas esos pocos espectadores a los cuales algo de sangre y mucho de nervios les resultan demasiado para tolerar por una hora y cuarenta minutos.
Elliot es un hombre tímido, a punto de casarse, esperando un hijo, con un hermano con una pequeña discapacidad intelectual y un padre xenófobo y abusivo que ya no puede cuidarse solo. Con una gran cantidad de deudas, con mucha incertidumbre sobre su futuro y su clásica actitud sumisa, se dirige a una reunión con su jefe, asumiendo un ascenso y aumento de sueldo, pero termina siendo despedido por un implacable personaje que no conforme con dejarlo en la calle, le dice todas sus falencias (de que otra manera el espectador podría conocerlas… no?)
En medio de ese muy poco alentador escenario, recibe una muy extraña llamada en la cual se le ofrece un premio de mil dólares si mata una mosca que tiene en su auto. Elliot acepta, la plata se transfiere a su cuenta, y ahí es informado que si realiza las trece pruebas del juego, se volverá millonario. Y así es como Elliot se embarca en una debacle destructora de su moral y sus valores, religión, familia, ritos, costumbres, etc.
13 Pecados avanza muy rápido, no dejando al espectador demasiado tiempo para relajarse entre prueba y prueba, aunque si trata de generar eso con algunos chistes de humor más bien negro, que el director muy acertadamente inserta cada tanto.
Tal vez el mayor logro del film es el cast, encabezado por Mark Webber cuya cara y gestualidad son perfectas para traducir este camino de deconstrucción que el personaje atraviesa.
Con algunas interesantes vueltas de tuerca, mucho clima y a pesar de la cantidad de puntos sin resolver (incluso sin explorar) que quedan al terminar el relato, esta es en este momento, la mejor alternativa en cartelera para los amantes del genero thriller.