Por la plata baila el mono
El hombre presionado que encuentra una salida arriesgada para salir de su propio infierno impulsa este relato de Daniel Stamm (El último exorcismo), que es una remake de la sádica película tailandesa 13 Game Sayawng (2006).
Una misteriosa llamada telefónica puede cambiar la vida de Elliot Brindle (Mark Webber) cuando acepta participar de un juego peligroso en el que debe superar trece tareas que se irán complicando cada vez más. Con este esquema del protagonista acechado y constantemente vigilado, 13 Pecados coquetea con el terror sin llegar a ser del género y transita el thriller con elementos gore.
Brindle tiene motivos para aceptar la propuesta: acaba de perder su trabajo, afronta deudas, su novia (Rutina Wesley) está embarazada y, como si fuese poco, tiene un panorama familiar desolador con un padre enfermo (Tom Bower) y un hermano con retraso mental (Devon Graye). La tentación es grande pero implica también sellar un pacto con el diablo.
Los obstáculos que se presentan ante al protagonista -algunos funcionan mejor que otros- pueden ir desde hacer llorar a una niña hasta arrastrar un cadáver en pleno día a una cafetería en esta historia en la que no falta un detective (Ron Perlman, de Hellboy) que sigue los pasos de los participantes de este juego perverso que deja su rastro de sangre.
La tensión y la intriga que se genera al comienzo va perdiendo fuerza con el correr de los minutos cuando entran en juego situaciones que fuerzan la trama hasta lo inverosímil (la escena de los motociclistas resulta exagerada y parece salida de El juego del miedo) y lo que era previsible se confirma.
Aún así Mark Webber se pone la película al hombro y saca su costado más violento a medida que las pruebas son superadas y sigue las indicaciones de una exasperante voz en el teléfono.