4x4

Crítica de Santiago García - Leer Cine

4 x 4 contiene dos películas. La primera contiene los primeros dos tercios y la segunda el último. Esta primera sección, por llamarla de alguna manera, está insólitamente alargada, volviéndose anticlimática. El final de la historia queda, en contraposición, con su eufórico tribuneo, apurado y desprolijo. Es posible que los espectadores se lleven el final como idea de la película y que la charla posterior a la función se extienda sobre los temas que en ese final se vuelven explícitos, como si fuera un debate televisivo, tal vez no tanto una película.

Una 4×4 impecable está estacionada en una calle no muy transitada de la ciudad de Buenos Aires. Un hombre (Peter Lanzani) se mete para robar lo que encuentra adentro. Su ataque incluye hacer pis sobre el asiento trasero, lo que supera el robo en sí mismo y habla de alto grado de odio. Es raro que la película muestre al protagonista haciendo eso, pero también es una decisión, porque no importa lo que pase será difícil sentir simpatía por él. Cuándo intente bajarse del vehículo descubrirá que no puede. El auto está blindado y su dueño lo ha preparado especialmente para eso: que nadie pueda salir si intenta robarlo. El Dr Enrique Ferrari (Dady Brieva, totalmente fuera de tono, lo peor de la película) está harto de que lo roben y ha creado esta trampa para vengarse de los delincuentes. Cuando su voz comienza a escucharse por los parlantes del auto es que realmente empieza la película. Como en esos duelos juguetones y perversos del estilo de, por ejemplo, Sleuth (1972) la película fuerza la inverosimilitud en pos del entretenimiento y el chiste en sí mismo. Imposible que Peter Lanzani sea es personaje al empezar la película, pero con los minutos, con un buen trabajo de puesta en escena y con el talento del actor, todo se vuelve creíble. Pero claro, un segundo que uno se distraiga o se aburra y las preguntas acerca de la película comenzarán a destruir su endeble estructura. Con un gran director y un gran actor no alcanza. Las cosas que van a ocurriendo para sostener el encierro y la charla entre el médico (aun en off) y el delincuente son cada vez menos interesantes o atrapantes. Se empieza a sentir que el esfuerzo de hacer una película con una premisa tan estricta costó demasiado caro.

¿Pero cuál es el gancho o la novedad que ofrece 4 x 4? Muy simple: como casi nunca en el cine argentino de los últimos quince años, aquí aparece en el centro el tema de la inseguridad. El de la impunidad de los delincuentes y la indefensión de los ciudadanos honestos que una y otra vez son víctimas de un sistema corrupto y de un altísimo número de delincuentes que actúan sin consecuencia alguna en Argentina. Parece mentira, pero aunque el cine argentino tiene una producción de más de doscientos títulos por año, casi nunca aparece este tema tan importante en la vida cotidiana de los ciudadanos, no importa su clase social. Hay mucha valentía por parte de Mariano Cohn y Gastón Drupat, los creadores de la maravillosa comedia antipopulista llamada El ciudadano ilustre. El mérito de tratar un tema que el resto del cine argentino no quiere tratar no es poco, al contrario. El cine argentino cayó un buen tiempo en la complicidad con el poder de turno y recién ahora se pueden ver otras miradas. Estos directores fueron una de las pocas excepciones y hoy, con mejores aires, lo siguen siendo.

Pasemos entonces al último tercio, por lo que invito al lector que no ha visto la película y no quiera saber más de la trama, que entonces deje de leer aquí. Hecho el aviso, pasemos a ese momento en que todo cambia y la película se convierte en algo que tal vez, como mencioné antes, la convierta en un fenómeno de taquilla con el boca a boca o el simple deseo de debatir los temas anunciados. Ahora sí, en este final, aparece el Dr. Ferrari, un personaje algo grotesco, desagradable tal vez sin intención, con el fin de que la balanza se mantenga un poco equilibrada. Evitaremos la metáfora política de decir que las tres fuerzas que debaten al final representan las tres fuerzas políticas argentinas más importantes. Pero sí queda claro que el delincuente, la víctima devenida en victimario que es el Doctor y el negociador de la policía (Luis Brandoni) se ponen a debatir sobre el estado de la sociedad. Cuentan con la ayuda de un coro de ciudadanos que gritan sus consignas como la voz del pueblo y que incluye algunos deseos de linchamiento y varios conceptos fascistas de variada índole. Nadie podrá decir que esto es inverosímil. Otras voces pedirán lo contrario. Lo cierto es que 4×4 es más compleja, en su debate algo obvio, que el falso progresismo que se dedicó durante años a esconder los conflictos actuales para lanzarse hacia una relectura del pasado. Cada película puede contar lo que quiera y como quiera, eso hay que repetirlo, pero es raro cuando miles de películas miran para otro lado. ¿Por qué no eligió 4×4 estar más cerca de un título como Tarde de perros (1975) que del juego del gato y el ratón de Phone Booth (2002)? Cuando la premisa de inicio crece mucho, puede terminar contaminando todos los méritos posibles de la película tenía. Y ese es el caso de 4×4.