Hay un dicho que dice “segundas partes nunca fueron buenas”. Esta frase se la puede escuchar mucho en el cine, sobre todo cuando una película fue un éxito total en su primera parte y al hacerle la secuela, el fracaso fue algo esperado. Claro, me van a decir que hay excepciones, pero Ocho apellidos catalanes, muy a mi pesar, no fue una de ellas.
Tratando de repetir la historia y el éxito de Ocho apellidos vascos, su segunda parte se queda muy atrás. Es verdad que el argumento es excelente, esa pelea entre españoles, vascos y catalanes por ver quien es español o quien es más independiente, es algo maravilloso. Pero cuando los chistes se vuelven algo obvios y los estereotipos se repiten, ya dejan de causar tanta gracia.
Su director, Emilio Martinez-Lázaro, contó en una entrevista qué fue lo que hizo para no caer en la repetición de lo que fue Ocho apellidos vascos: “Bueno, pues sencillamente seguir un poco el guion estupendo de Borja Cobeaga y Dego San José. Leyéndole ya se veía que Karra era de otra manera, que había cambiado de carácter y eso ya me daba un pie… Que Dani estaba enfadado con su mujer y por tanto tenía que hacer un esfuerzo, tenía que poner una situación de paroxismo nada más empezar la película para luego ir allí y volver a ser el mismo Dani de antes… Han sido cambios que venían dados por el guion y luego algunos personajes que yo me he centrado un poco más en ellos, el de Berto y el de Belén Cuesta”.
También habló de cómo hizo para que las parejas dentro del film no diluyeran la química entre ellas: “Yo creo que tenía una ventaja a mi favor y es la gran calidad de los actores, ya que basta con que se vean un poquito Karra Elejalde y Carmen Machi para que luego la cosa funcione cuando hago una escena más larga con ellos. Funciona gracias a que tienen un carisma brutal para el público. Empiezan a hablar y no hace falta explicar mucho. El que ha visto la película anterior ya sabe de dónde vienen, pero incluso el que no la haya visto y solo sepa que al principio se enfadan, se separan y que luego va a haber pequeñas puyas de ella hacia él cuando luego los ve en el banco en la escena de la gran discusión ya lo va a aceptar”.
Actores:
Dani Rovira: este actor español es, y vamos a decirlo en criollo, un cago de risa: ya en la primera parte te divierte durante todo el film. En esta segunda parte, a pesar de que los chistes son repetitivos, Rovira mantiene esa gracia que lo caracteriza y que lo puso como conductor de las dos ultimas entregas de los Premios Goya.
Clara Lago: a esta actriz española tal vez la hayamos visto hace poco por nuestras carteleras, ya que participó junto a Pablo Echarri y Leonardo Sbaraglia en Al final del túnel. Esta joven actriz mantiene una performance digna y sutilmente graciosa, nada del otro mundo.
Berto Romero: este actor español me sorprendió, a pesar de estar estereotipado como un catalán. Se lo ve gracioso y actual, pero algo sobreactuado en su personaje de tipo cool y moderno.
Karra Elejalde: este actor vuelve con el mismo personaje de típico vasco cojonudo y malhumorado, pero ahora con un toque sentimental. Elejalde habló con la prensa española y contó cual fue la intención de la película con respecto a los chistes sobre vascos y catalanes: “La gente tiene que saber ver con qué intención está hecha una cosa, y ya en la primera parte se vio claramente que no se trataba de hacer escarnio público de la autonomía vasca ni de la andaluza, y tampoco en este caso. Seguimos en el mismo raccord de intentar hacer películas que tiendan puentes, que sea más bien cauterizadoras y hermanadoras, no se trata de ir a escocerle los huevos a nadie. Yo creo que los catalanes se van a descojonar un montón, y los vascos y andaluces también”.