Aunque con números más bajos, esta secuela de 8 Apellidos Vascos fue también un éxito comercial. Un fenómeno que, en parte, quizá haya que adjudicar a las catárticas ganas del público español de reírse de sus tensiones autonómicas. Pero la primera película, una comedia romántica de manual, tenía una frescura que aquí parece forzada.
La idea central de esta segunda parte es trasladar el mismo esquema argumental de la primera, cambiando la geografía: en lugar del país vasco la Cataluña independentista. Lo que resta es un hilvane de chistes sobre todos los estereotipos comarcales de la península ibérica, seguramente más divertidos para los españoles o los que conocen la actualidad de la madre patria.
Un enredo, en fin, que se las arregla menos para entretener que su antecesora y donde vuelve a destacar Karra Elejalde como el afectuoso y bestial padre de la chica –Clara Lago-, el protagonista, Dani Rovira, comediante solvente y la gran Rosa María Sardá, como la abuela catalana a la que le hacen creer que la independencia ya llegó.