Segunda parte, sólo para quienes rieron con el primer film
Sólo para quienes hayan visto "8 apellidos vascos" viene esta segunda parte, con las limitaciones propias de toda segunda parte, pero también con la alegría de reencontrar personajes queridos y seguirlos en sus nuevas aventuras. Para el caso, el pescador vasco vasquísimo da la vuelta a media península sólo para convencer a su exyerno andaluz de viajar hasta Gerona, donde la hija del primero y exnovia del segundo está a punto de casarse con un catalán ridículo, "uno de esos gafapastas comedores de microplatos de diseny". Y el otro tanto la quiere, pese a todo, que es capaz de interrumpir la boda para declarársele en euskera, euskara o lo que le salga.
¿Contamos algo que no debíamos? Para nada. En esta clase de comedias románticas va de cajón que habrá una escena semejante. Es lo que el público espera, y en ese sentido la película cumple debidamente. El asunto es cómo se llega a dicha escena, y qué pasa después, porque la vasquita tiene su carácter y es imprevisible.
Ese costado de la historia emplea viejos y a veces eficaces enredos de vodevil, con visitas nocturnas en vísperas de la boda, enredos, confusiones, fiestas previas y parejas paralelas (por ejemplo, el padre con la viuda del Guardia Civil que conocimos en la primera parte). El otro costado es el de la sátira, que aquí suma algunos especímenes catalanes como el hipster angloparlante y su abuela rica, a la que le han hecho creer que el referéndum dio positivo y su tierra ya es "independent".
Pero todo muy amable, sin que la sangre llegue al río, muy lejos de aquella sátira punzante de Vizcaíno Casas y Rafael Gil contra las Autonomías, llamada "Las Autonosuyas". Acá el único palo va contra la policía local, famosa precisamente por dar palo, y se reduce a una sola frase, bien colocada, eso es cierto, aunque difícil de captar, por eso la transcribimos: "Venga, sea buena, déjeme libre. Le dejó que me dé con la porra en la espalda y que luego se haga una selfie con los moretones. Sé que eso le gusta".
A destacar, los veteranos Karra Elejalde (grande), Carmen Machi y María Rosa Sardá. De los jóvenes, Clara Lago se luce más en la primera parte y en el thriller "Al final del túnel". Los otros cumplen y punto. Dato para turistas: la masía donde todos se reúnen queda en Llagostera. Y la "plaza Pep Guardiola" es, en verdad, la Plaza Mayor de Monells.