Enfrentar un duelo anticipado
AB se filmó gracias a una iniciativa de coproducción del festival CPH:DOX, el más importante dedicado al género documental de Escandinavia y el mismo que apoyó la realización de El escarabajo de oro, la película de Alejo Moguillansky y la sueca Fia-Stina Sandlund que ganó la competencia argentina del último Bafici. En este caso, Iván Fund trabajó asociado al director danés Andreas Koefoed en una historia simple y emotiva, la de dos amigas que viven en un pequeño pueblito de provincia cuya vida cotidiana es sosegada, muchas veces gris. Una de ellas, Belencha, planea mudarse a la gran ciudad, lo que despierta algún recelo en Arita, su compinche de toda la vida.
Recurriendo una vez más a un tono que oscila entre la ficción y el documental -algo que Fund ya había probado con éxito en Los labios, codirigida por Santiago Loza-, la película va exhibiendo los modestos avatares del día a día de ese lugar donde casi todos se conocen y las novedades no son demasiadas. La trama argumental arranca a partir de un hecho anecdótico: la perra de una de las protagonistas tuvo cría y se impone la necesidad de repartir los cachorritos. Con esa excusa, las dos amigas visitan a una serie de personajes del lugar, casi todos simpáticos, algunos un poco más bizarros, y en ese recorrido se va armando una postal inacabada pero más de una vez elocuente sobre ese micromundo que, como todos, tiene sus propias reglas.
Ya más cerca del final, en el último cuarto de hora, Fund abandona el asunto de los cachorros para adentrarse en una coda filmada en 3D más orientada a la contemplación del paisaje y puntuada por un texto poético escrito por Loza. El verdadero tema de la película es ese duelo anticipado que Arita y Belencha enfrentan como pueden para mitigar el dolor de una separación. La suma de la ambigüedad en el registro y una progresión dramática tenue, alejada de sucesos impactantes, da como resultado un film que plantea un alto nivel de exigencia para el espectador.