Aire de chacarera cuenta no sólo la búsqueda musical de Fernando Arnedo, quien intenta refrendar sus nebulosos recuerdos de su abuelo, Mario Arnedo Gallo, músico y compositor santiagueño, con la realidad de su lugar cuasi mítico en la historia de la chacarera. Es también una búsqueda de otro tipo, la de quien atisba la persona que podría haber sido de haberse quedado su familia en esa provincia, que no es la que terminó siendo al mudarse su abuelo a Hurlingham en 1947 (el también guionista es sobrino de Diego Arnedo, el bajista de Divididos, quien tiene aquí el papel de "traductor", mostrando cómo ambas posibilidades se funden en una sola). Las dificultades para reconstruir la carrera de Arnedo Gallo en pantalla son múltiples: no grabó discos y hay apenas un corto diálogo en imágenes para dar cuenta de algo de la chispa y sabiduría que recuerdan invariablemente aquellos que lo conocieron. Pero -sabiamente utilizadas aquí- tales carencias no hacen más que sumar al misterio: cada grabación casera trae una anécdota, un silencio, una tonada y la sensación de que la revelación final llegará sólo con un viaje, uno bellamente iniciático, a Santiago del Estero. Que los paisajes oníricos de la provincia, las fiestas populares y los músicos locales (con nombres como Juan Carlos Carabajal, Vitillo Ábalos, Elpidio Herrera y Vico Gómez), rigurosamente registrados por Lucio Bonelli y Paola Rizzi, terminen por robarle el centro de la escena a Arnedo Gallo es natural: el pago y el músico se revelan indistinguibles. El cierre, a toda orquesta familiar, parece confirmarlo.
Empanadas y vino en jarra Aire de chacarera (2013) es un documental que invita al espectador a conectarse con una parte muy importante de la cultura nacional: el folklore. Fernando Arnedo, nieto de Mario Arnedo Gallo, reconocido folklorista de Santiago del Estero, inicia una búsqueda por dicha provincia, guiado por una pregunta que funciona significando al film: ¿quién fue su abuelo? El recorrido que inicia Fernando lo llevará a recorrer varios pueblos santiagueños, pero sobre todo, lo conducirá a artistas de la provincia que conocían a su abuelo. Con ellos dialogará, cantará, tocará el bombo, reirá. Rodeado de mates, empanadas, vino tinto, campo, madera, el director permite que el registro de esta búsqueda se transmita al espectador lo más naturalmente posible. Los materiales de archivo audiovisuales y sonoros encontrados también protagonizan el film y son los que ilustran con mayor fuerza la figura del músico. El documental de Nicolás Tacconi encierra un encanto único, que se vincula a cierta imagen “casera” que desea transmitir. No porque técnicamente lo sea, sino porque hay una intención de seguir a Fernando sin filtros, sin mucha puesta en escena, mostrándolo a él y a la gente con la que habla como si fueran parte de una gran familia, donde todos cantan y se saludan cordialmente y pasan buenos momentos juntos. Esa belleza de la cotidianeidad que consigue Tacconi es uno de los méritos del film. Cuando el documental deja de lado los excesivos testimonios y deja espacio a la música es quizás cuando cobra más fluidez. La charla con Diego Arnedo, hijo del reconocido músico e integrante del grupo Divididos es una joyita dentro del film. Lo vemos hablar de su padre, tocar el bombo, el bajo, la guitarra e incluso interpretar temas con Ricardo Mollo y otros músicos. Estos momentos empapados de folklore son constantes en el film y lo hacen tomar ritmo y color. No hay una ambición estética que no sea más que la de registrar momentos o lugares característicos. Sí hay una fuerte intención de conocer por parte de Fernando y esa curiosidad es la que hace brillar las escenas. Seguir su sincero recorrido para llegar a conocer algo más de su historia familiar llega a ser conmovedor; pero la figura de su abuelo termina siendo más una guía o una excusa para realizar esta travesía que, si bien descubre al folklorista, también tiene mucho de road movie y esa faceta es la más interesante del film.
La película gira en torno a Mario Arnedo Gallo, reconocido músico y compositor de folklore, padre de Diego Arnedo, de “Divididos” y abuelo del protagonista del film, un alma rockera que descubre para nosotros el mundo de la chacarera. Tierna, interesante, educativa.
Postales de un viaje que da gusto acompañar Mucha gente ubica a Diego Arnedo, el bajista de Sumo y Divididos. Poca sabe que es hijo de don Mario Arnedo Gallo, figura fundamental del folklore santiagueño, autor de joyas como "La amanecida", "De Santiago canto cosas", "Pelusita de totora", "Cuando el diablo anda en el vino" y varias otras, hombre culto y divertido que supo abrevar en la enseñanza directa de los Hermanos Díaz y reelaborar y enriquecer estilísticamente la música "rústica" que don Andrés Chazarreta había ido recopilando por los caminos y los montes. Curiosamente, nunca grabó un disco ni guardó copia de las grabaciones que le hacían sus amigos en peñas y diversos encuentros. Un día viajó hasta Hurlingham, donde terminó viviendo más años que en Santiago, un destino típico de tantos provincianos. Ahora Fernando Arnedo, su nieto, hace el camino contrario. Va a la Fiesta de la Madre Chacarera en La Banda, al Rio Dulce, a Salavina, Loreto y Atamisqui, recorre lugares polvorientos, cruza puentes de variada clase, se encuentra con amigos del abuelo y músicos también de distinta clase. Ahí están dos viejos cantando chacareras en quechua, el gran Vitillo Abalos, Froilán González luthier de bombos, Chingolo Suárez explicando el mito de la Salamanca y "la afinación del diablo", don Pedro Gómez, guitarrero de antes que sabe explicar las diferencias (una tarde hermosa en la puerta de su rancho, mientras la mujer permanece tranquila detrás suyo), y muchos otros de mayor o menor renombre, como Bravo de Zamora, Rodríguez Vilar, Elpidio Herrera, Beltrán Neirot, algunos Carabajal, otros Arnedo, en fin. ¿Qué tiene Santiago, para tanto orgullo y añoranza? En la cantidad de músicos y fiestas, en la misma sequedad de su tierra, en la sucesión de anécdotas que surgen sobre don Mario Arnedo Gallo, hay una respuesta. En el aire se la escucha con ritmo de zamba y de chacarera trunca. Viejos registros del pianista y compositor evocado matizan también este viaje. Cabe advertirlo: éste no es exactamente un documental biográfico. Más bien es el resumen de unas andanzas por la patria chica del abuelo, donde una noche de fiesta en el patio de tierra también caben el pasodoble, los disfrazados y hasta una gallina suelta. Postales de un viaje que da gusto acompañar.
Santiago querido La curiosidad de un nieto por saber quién fue su abuelo se transforma en una road movie por la Argentina profunda, sobre una ruta salpicada por personajes queribles, al compás del bombo legüero y la guitarra. El protagonista de este documental en primera persona es Fernando Arnedo, que empieza investigando en Buenos Aires y decide viajar a Santiago del Estero tras los pasos de Mario Arnedo Gallo, un célebre compositor -padre de Diego Arnedo, bajista de Divididos- que no dejó grabaciones oficiales. En esa búsqueda personal termina (re)descubriendo todo un mundo: el planeta chacarera. Aunque es uno de los ritmos argentinos más populares, en Buenos Aires -como suele ocurrir con tantas artes de las provincias- es prácticamente ignorado. Para los neófitos, la mirada de Aire de chacarera es ideal: está narrada desde el punto de vista de un porteño que conoce algo del género y quiere profundizar. Así, a la par de que se va enterando anécdotas sobre su abuelo, va internándose en la chacarerología, mediante entrevistas tanto con próceres de bajo perfil como Vitillo Abalos o Elpidio Herrera, como con músicos desconocidos fuera de los límites de Santiago del Estero. Es una provincia que aportó cantidad y calidad de valores a la música popular argentina, pero poco explorada y promocionada. Por eso, ver imágenes de La Banda, Atamisqui, Salavina -donde se dice que nació la chacarera- e incluso Santiago capital, resulta casi tan curioso como contemplar paisajes de algún remoto país asiático. Lugares donde es un ritual juntarse a tocar y bailar, una costumbre olvidada en las grandes ciudades. En el retrato de esos bailes y festivales -como La Salamanca-, donde bailan desde chicos de primaria hasta los ancianos, está lo más potente de la película. La cuestión no termina de ser redonda porque la historia por momentos es confusa: hay datos que faltan y otros que parecen darse por sobreentendidos y que dejan al espectador afuera. A esto contribuyen las dificultades de sonido: el subtitulado ayudaría muchísimo, tanto en los testimonios como en las imágenes de archivo de Arnedo Gallo. Así y todo, la película logra un clima atractivo y contagioso: joyitas de Arnedo Gallo como La flor azul o Pelusitas de totora dan ganas de ponerse a tocar y a bailar.
Hace ya un tiempo largo que me toca ver mucho de la producción local de documentales locales y tengo cierto entrenamiento en clasificarlos rápidamente y dedicarme a evaluar la forma de encarar la investigación o recorte que abordan por el formato que eligen para presentarse. Digo esto porque “Aire de Chacarera”, me sorprendió con su estilo vital, intenso, simpático (inesperado para mí, reconozco) y en cierta manera, siento que, a pesar de que sigue parte de las convenciones para presentar una historia, lo hace de manera singular, muy accesible y empática. “Aire de Chacarera” es un documental de Nicolás Tacconi que gira en torno a la figura de Mario Arnedo Gallo, reconocido folklorista santiagueño quien durante mucho tiempo fue referente de esa género en el Norte argentino. Su nieto Fernando, músico de rock de estos tiempos que corren (bajista de Sumo y Divididos, nada menos), intrigado por la dimensión de su figura, decide que necesita saber más sobre su abuelo e inicia un proceso de búsqueda de material sobre su tarea como intérprete y compositor… aire_de_chacarera_2 Lo que al inicio sentimos, con las primeras entrevistas, es que Gallo (quien no grabara oficialmente ningún disco) está inserto dentro de un contexto que hay que caracterizar, para entender su obra. Fernando entonces, charla con amigos de su abuelo, busca medios y grabaciones para acceder a entrevistas, bucea familiarmente en sus costumbres… hasta que decide ir a Santiago del Estero y continuar en el campo mismo, su tarea. En la primera parte hay interesantes testimonios orales (el segmento con Vitillio Abalos es maravilloso) y buena música, pero en la segunda, cuando Fernando decide encarar la ruta en un motorhome (al estilo road movie!) para descubrir como la gente vive la chacarera en la tierra de su abuelo, la película atrapa y conmueve al espectador. Aire-de-Chacarera Dentro del line up de invitados que verán, se encuentran : Diego Arnedo, Alberto Bravo de Zamora, Ronnie Beltrán, Elpidio Herrera, Juan Saavedra, Juan Cruz Suárez, El Chingolo Suárez, Morenito Suárez y muchos guitarristas populares registrados especialmente para la ocasión. En definitiva, “Aire de Chacarera” es un documental vivo, pleno de energía, que te dibuja una sonrisa en el rostro con cada acorde que de las muchas guitarras que suenan en toda su extensión. Es un homenaje, a un género en particular, en la persona de un gran músico. Y en un envase perfecto incluso para quienes no son habitués del género. Si les gusta la música, este es su título esta semana.