Atrapado con salida
Este tercer largometraje del guionista y realizador de Rosarigasinos y Cuestión de principios tiene como antagonistas a Leonardo Sbaraglia y Pablo Echarri, con una bella mujer (Clara Lago) y un comisario corrupto (Federico Luppi) en el medio. Hay también una decadente casona digna de la literatura de Edgar Allan Poe y preparativos para un audaz golpe a una sucursal bancaria en un thriller psicológico que tiene más hallazgos que carencias.
En la línea de dos recientes thrillers psicológicos nacionales como 100 años de perdón y Kóblic, este tercer largometraje del guionista y director Rodrigo Grande combina diferentes géneros y elementos. Como en aquel film con Rodrigo de la Serna hay un intento de robo a un banco y accesos por túneles; como en la película con Ricardo Darín hay un astro como malvado (antes Oscar Martínez y aquí Pablo Echarri), un triángulo romántico y hasta perros que se recuperan de las peores situaciones.
El torturado protagonista de Al final del túnel es Joaquín (Leonardo Sbaraglia), un hombre en silla de ruedas que vive solo en una decadente casona. Su existencia cambia por completo cuando llega Berta (Clara Lago), una bailarina de striptease y su pequeña hija Betty -que tiene signos de autismo- para alquilar una habitación.
Pero nada es lo que parece en esta película del realizador de Rosarigasinos y Cuestión de principios. En verdad Berta es la novia de Galereto (Echarri), sádico líder de una banda que plantea entrar por abajo a una sucursal bancaria contingua a la casa de Joaquín. Experto en tecnología y comunicaciones, el protagonista no tardará en enterarse de las intenciones (traiciones) de Berta. A partir de allí se articula el núcleo del film -que en su estética y su descripción de la dinámica de la casa remite a los climas literarios de Edgar Allan Poe- que tiene más hallazgos que lugares comunes.
El personaje de Berta está demasiado estereotipado en su faceta seductora (más culpa de los encuadres de Grande que de ella) y el de un comisario interpretado por Federico Luppi -actor-fetiche del director- recién tiene relieve en la parte final, con un desenlace lleno de sorpresas que levanta mucho luego de algunas indecisiones.