En el sótano
Joaquín (Leonardo Sbaraglia) es un hombre que perdió a su mujer e hija en un accidente. Él quedó en silla de ruedas y viviendo en la enorme casa que compartían. Ahora pasa sus días en la planta baja y mediante un montacargas baja al sótano para hacer su trabajo reparando computadoras. Para ganar unos pesos extra decide alquilar una habitación en la terraza a la que no puede acceder. Su inquilina será Berta (Clara Lago), una bailarina que tiene una hija de seis años. Una noche escucha ruidos en el sótano y descubre que su casa está en el medio del organizado plan que tiene la banda liderada por Galaretto (Pablo Echarri), quien para robar el banco de al lado de su casa hará un túnel que pasa justo por debajo de su propiedad.
El rosarino Rodrigo Grande dirige y escribe Al final del túnel, su tercer largometraje que con su guion sólido y atrapante que recuerda a las películas de Hitchcock, a pesar de que en conferencia de prensa el director negó la influencia, es imposible emparentarla con La ventana indiscreta (Rear Window, 1954).
Las tres actuaciones principales son convincentes, sobre todo Leonardo Sbaraglia quien interpreta a un héroe atípico que no busca salvar el mundo sino mejorar su propia existencia. En este caso para componer el personaje tuvo que hacer un esfuerzo físico donde requirió aprender a controlar la silla de ruedas a la perfección. Se entrevistó con víctimas de accidentes y tuvo la ayuda de Francisco “Paco” Siquot, quien según Sbaraglia “maneja la silla de ruedas como nadie”.
Pablo Echarri se aleja bastante de lo que se ha visto de él y se convierte en el temible líder de la banda de delincuentes que parecen tener un plan infalible: es la perfecta contraparte del protagonista y tiene varios momentos destacados que le pertenecen en su totalidad. Además es el primer proyecto cinematográfico con su productora El Árbol.
La actriz española Clara Lago deja de lado su acento natal y lo cambia por una tonada argentina que aunque en términos de la historia es totalmente lo mismo la nacionalidad que sea el personaje, es un detalle de adaptación agradable. Su función es ser el nexo con los dos personajes masculinos y tiene buena química con ambos.
En los rubros técnicos cabe destacar que la música es uno de los puntos fuertes, un gran trabajo de composición que acompaña y da ambiente a esa atmósfera oscura que envuelva a la película.
De a poco el cine argentino se fue despojando de ciertas ataduras que tenía, y aunque a veces se vuelven a ver películas con esa fórmula, es más frecuente ver algo relativamente fresco en las pantallas y este es el caso. El film cuenta con un presupuesto bastante por encima de los estándares de las producciones locales ya que la casa y el túnel fueron recreados en estudio.
Al final del túnel es realmente una grata sorpresa, un thriller con una intensidad en aumento y aunque en los minutos finales parece estar un poco estirada es altamente recomendable y una de las películas nacionales del año.