Un poco por miedo al afuera y otro poco por voluntad de su esposo, Rosa (María Soldi–Historia de un Clan) se mantiene encerrada en su casa trabajando de modista y soñando con quedar embarazada. O al menos con tener alguna aventura como esas de las novelas de detectives que le gustan.
Pasa mucho tiempo sola en esa casa, con un marido capaz de desaparecer por varios días sin dar muchas explicaciones más que el estar militando políticamente en los peligrosos meses previos al golpe de estado de 1955.
Él teme que la afinidad peronista de ambos los convierta en un blanco para sus opositores, insistiéndole a Rosa que mantenga un perfil bajo; pero ella está más preocupada por sus frustrados planes de maternidad y su matrimonio poco feliz.
Es ese sentimiento el que la lleva a abandonar temprano una fiesta en el barrio y refugiarse en la soledad de su terraza a fumar en silencio, un sitio que resulta accidentalmente perfecto para atestiguar el asesinato de un supuestamente adinerado y peligroso vecino.
Algo Con Una Mujer peronista y con sueños de más
La dupla de Luján Loioco (La Niña de Tacones Amarillos) y Mariano Turek se basó en la obra teatral La Rosa, de Julio César Beltzer, para darle forma a este noir doméstico que es Algo Con Una Mujer, una producción independiente explorando la soledad y el aislamiento de un ama de casa que siente que no puede cumplir con el rol que se supone le corresponde.
Se concentra en pocos personajes y una historia contenida dentro de la casa que es casi una prisión para Rosa, tomándola prácticamente como la única persona relevante de ese pequeño mundo.
Aunque a primera vista parece insinuarlo, el eje de Algo Con Una Mujer no es un crimen complejo que resolver, ni un drama político centrado en una época que no es muy revisitada por el cine interesado por esas historias. El conflicto principal que enfrenta Rosa es mucho más íntimo, hogareño. Desde un primer momento sabe quién cometió el crimen y tiene algunas ideas de lo que podría o debería hacer al respecto, si se permitiera ese momento de valentía y desobediencia.
Allí radica el verdadero conflicto de Algo Con Una Mujer, el que vive su protagonista cuando tiene que decidir si se atreve a seguir sus propias ideas, en vez de contentarse con la vida gris devenida de obedecer las instrucciones de un marido que tiene varias otras cosas antes que ella en su lista de prioridades.
Hay una buena historia detrás de esa idea, pero la realización que la construye no la refleja con la solidez o la contundencia que necesita para resultar tan interesante como podría ser. Todo lo que muestra resulta verosímil y bastante coherente, pero deja la sensación de que falta alguna pieza en la construcción de los personajes para que todo encaje, sus acciones cobren verdadero sentido y pueda justificar mejor sus decisiones, aunque solo sea por su propia mezquindad individual.
En este tipo de apuestas, el mayor problema no suele estar en la historia que pretende narrar sino en los recursos con los que cuenta para llevarla adelante, especialmente cuando se trata de una película de época como Algo Con Una Mujer. Aunque hace sus esfuerzos por mantener contenida lo más posible la recreación para no exponer de más sus limitaciones, desde expresiones extrañas en boca de los personajes a objetos que se ven antiguos cuando se supone que son nuevos, tanto en la ambientación como en las interpretaciones se rompe el verosímil más de una vez, algo que no ayuda a sostener una propuesta que -ya de por sí- no ofrece mucho como para distraer la mirada de esos detalles.