No es intencionalmente malicioso comparar este filme de Louis Garrel con la filmografía de su padre Philipe, en especial porque aquí se destaca la mirada distintiva y personal que Louis construye sobre su propia narrativa.
Es un gusto ver que en su segundo largometraje como director, ponga en escena a los mismos actores que ha dirigido su padre, pero que en L’Homme fidèle los haga transitar un registro de temas, géneros y reflexiones de manera muy diferente a las preocupaciones existenciales y narrativas que atraviesan a su progenitor cineasta.
En resumen la trama describe la vida de Abel, un joven enamorado de Marianne la que a su vez tiene como amante, consensuado por todos, a Paul el mejor amigo de ambos. En una suerte de guiño transversal a Jules et Jim y su amor triangular, aquí el relato toma otro camino. Marianne le confiesa a Abel que está embarazada de Paul y que por razones particulares debe casarse con él. Es así que esa separación imprevista deviene en que el relato continúe nueve años más tarde cuando Paul fallece y Abel se reencuentra con Marianne y su hijo, Joseph. El vínculo amoroso entre ellos se vuelve a producir pero la marca de esta nueva etapa amorosa es la relación que se debe resolver entre Abel y el el pequeño Jospeh.
Una de las claves que hacen de este filme un acierto es la participación del magistral y octogenario guionista Jean-Claude Carrière, una figura icónica de la escritura occidental moderna que fue marca distintiva desde su trabajo en Francia con Buñuel hasta decenas de adaptaciones ejemplares de la literatura al cine. Sus trabajos han dejado en claro que su pluma es versátil y audaz, y que su capacidad de absorber el universo de los directores con los que ha trabajado es de una capacidad prodigiosa.
En L’Homme fidèle queda expuesta que esta unidad de trabajo construida para la producción del guión es efectiva ya que confluyen la maestría, la elegancia y el conocimiento del lenguaje de parte de Carrière, más el mundo emocional, simbólico y dramático que ocupan el interés y el deseo de relatar por parte de Louis Garrel.
Los diálogos sutiles van de la mano de un trabajo meticuloso en el subtexto generando un clima que evita lo explícito y permuta eso por la sugestividad. El guión entrama las situaciones con un hilo de humor negro medido pero contundente en el contexto del relato. Pero la mayor gracia y más destacada elegancia está ante todo en la mixtura que se articula entre el thriller francés moderno y la comedia romántica clásica por lo que el filme se constituye como una versión contemporánea de los cánones de aquellos relatos pasados y eternos.
Por Victoria Leven
@LevenVictoria